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Carta abierta ante ausencia venezolana en decisión sobre nuestro Esequibo

Al Sr. Presidente Interino de la República de Venezuela, Ing. Juan Guaidó y ante la opinión pública del país deseo transmitir la siguiente declaración.

Cuando fui Canciller de la República tuve que ver con todo lo relativo a la controversia con Guyana en cuanto a la región del Esequibo.

Ahora veo con gran preocupación e indignación  que el gobierno ilegítimamente  presidido por Nicolás Maduro ha resuelto, sin autoridad ni legalidad alguna, cometer los mismos graves  errores en los que se incurrió durante la presidencia de Hugo Chávez. Afortunadamente se pudo en esa ocasión hacerle  recomendaciones para que actuara en forma tal que no permitiera que corriera en peligro la salida del Orinoco hacia el mar.

Se ha pretendido ahora, sin la correspondiente legalidad ni menos autoridad legitima, mantener los buenos oficios, que para ello hubiese requerido que ambos países le hubiesen solicitado al Secretario General que fuese él, de su propia determinación o a instancia de una de las partes que esto recayera sobre la Corte Internacional de Justicia. Ello. a mi juicio,  no es solo un disparate sino que podría conducirnos a instancias de elevada peligrosidad en nuestra región.  Se trató, en la oportunidad que me correspondió como Canciller, la de convenir en un mecanismo concebido, de común acuerdo que se le planteara, con mi presencia por Venezuela y la del canciller guyanés Rashley Jackson, al Secretario General de la Naciones Unidas, entonces Javier Pérez de Cuellar, quién, desde luego lo acordó.  De ese modo se logró no solo  desmantelar la fórmula del enviado especial de las Naciones Unidas, Diego Cordovés, sino convenir en la persona que ejerció el oficio de buen oficiante.  La interpretación que públicamente he podido apreciar de Delcy Rodríguez es total y absolutamente errónea . Del  artículo 33  de la Carta de Naciones Unidas uno no puede seleccionar lo que se desea excluyendo lo que no le gusta. El Secretario General de la ONU sí puede escoger el método, pero, en vez de hacerlo, lo que hizo fue dejar que lo solicitaran ambas partes. Delcy  insistió en los buenos oficios y obtuvo anuencia, brindándole un lapso de un año para que se produjera tal resultado; se llegó incluso a señalar a  un ciudadano noruego para  que ejerciera esos buenos oficios. Como era de suponer, no se llegó a nada, hasta donde alcancé a saber,  y ha sido entonces, por razones que desconozco,  que surgió la decisión de llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia. Decir que se trata de un acto unilateral de Guyana, hasta donde alcanzo a apreciar no solo  es un disparate, por cuanto fue nuestra la iniciativa de loe buenos oficios al Secretario General, ello pudo llevarse a cabo sin la reticencia del gobierno de Guyana. Por ello el Secretario General acordó.

La Corte decidirá con base en los argumentos que presente Guyana y la no presencia de Venezuela no solo no resuelve nada, sino por el contrario puede llegar a causarle al país y a la región problemas de impredecible magnitud.

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