El periplo al Kremlin
Es bien sabido que el multilateralismo es una de las jaculatorias favoritas del chavismo, pero los hechos se han encargado de demostrar su falsía.
La Asamblea General de las Naciones Unidas, que empieza cada tercer martes de septiembre, constituye el foro multilateral por excelencia; sin embargo, el capo del régimen aparece, justo en tal ocasión, rindiendo pleitesía a Moscú, donde lo reciben paladeando con nostalgia su otrora condición de superpotencia.
El régimen proporciona a los rusos una punta de lanza en Sudamérica, que le facilita sus actividades en la región, incluyendo la venta de armas; el Norte considera seguramente que le están latiendo en la cueva y el chavismo adquiere entonces, como Cuba en su momento, condición de baza negociadora del Kremlin frente a la Casa Blanca, en el juego político mundial.
Moscú es el clavo ardiendo que le queda al chavismo, quizás su único veto protector en el Consejo de Seguridad y su fuente restante de financiamiento, por lo que el capo mayor viaja hasta Moscú para reiterar su servidumbre al mandatario ruso, lo que aumenta su cotización como peón de brega en la pugna con Estados Unidos.
En realidad a los chavistas no les interesa Naciones Unidas, entre otras cosas, porque uno de los temas predominantes es Derechos Humanos, lo cual constituye anatema para un régimen, caracterizado por violarlos constantemente.
La cúpula chavista, tras veinte años de darse banquete con las ventajas del poder, ha devenido en cleptocracia de plutócratas, que ya ha saqueado todo lo que ha podido. Solo le va quedando sus actividades non sanctas y no es descabellado pensar que el afán por ejercer el poder vaya mermando (pues ahora produce más problemas que dividendos) y se incline por una salida que no le impida gozar de sus riquezas mal habidas.
Pero tal salida escapa a nuestras manos y sería negociada entre las potencias que tienen marcados intereses en nuestra patria e influencia decisiva en la comunidad internacional. La oportunidad será cuando les convenga y las razones tendrán que ver con el ajedrez político mundial, en el cual el chavismo ha colocado al país como peón.
No hay que descartar un escenario de esta naturaleza, pues al fin y al cabo la cúpula chavista siempre ha demostrado tener la conciencia en el bolsillo, el cual, por lo demás, nunca ha dejado de ser su máxima prioridad.
Por nuestra parte, nos corresponde, ahora más que nunca, reiterar por todos los medios la necesidad y urgencia de un cambio, que permita a los venezolanos recuperar el manejo de su propio destino.