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Fidel ¿La historia te absolverá?

¿Voy bien Camilo? Esta es la pregunta que formuló Fidel al jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos, el 8 de enero de 1959, durante el discurso en el cuartel de Columbia, tras la entrada triunfal de los guerrilleros en La Habana. «Vas bien, Fidel», respondió Cienfuegos, uno de los más populares líderes revolucionarios, desaparecido en octubre de 1959 en un accidente aéreo en circunstancias que nunca llegaron a aclararse. (El País, 27/11/ 2016)

Eran los tiempos cuando la revolución cubana representaba el sueño y el idilio para los revolucionarios del mundo entero y a millares de jóvenes de América Latina, quienes veían en la columna de guerrilleros barbudos bajando de Sierra Maestra, el camino a seguir en el objetivo de redención del continente y de cada uno de nuestros pueblos.

Su figura trascendió a Europa y al mundo entero, convirtiendo a la Perla de las Antillas en la Meca del Socialismo, a quien quisiera impregnarse de aires revolucionarios. Lo que motivó cual turismo tropical, al desfile de figuras como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, René Dumont, la jerarquía soviética en pleno, García Márquez, Pablo Neruda, por nombrar algunos de la inmensa galería de ilustres visitantes, quienes acudían presurosos a conocer como se forjaba el hombre nuevo en tierras antillanas.

Pronto la desilusión y el desengaño no tardaron en aparecer, al abandonar el programa nacionalista del movimiento 26 de julio para abrazar el ideario estalinista, quien calzaba milimétricamente con su genio oportunista, al garantizarse los 6.000 millones de dólares anuales del apoyo de la URSS en el contexto de la coexistencia pacífica y la aureola del socialismo real, cuyo adalid latinoamericano era el Comandante Fidel. A tal magnitud que en la crisis de los misiles de octubre de 1962, cuando se estuvo al borde de una guerra nuclear, teniendo a Cuba como el epicentro de la revolución mundial, no vaciló en convertir definitivamente a su país en alfil preferido de la diplomacia soviética.

Abusó hasta el cansancio de su culto a la personalidad para promover el foquismo como táctica guerrillera en América Latina y África, con su contrafigura el Che Guevara, que derivó en el fracaso y muerte de decenas de millares de jóvenes en América Latina, entre ellas la del propio médico argentino.

A su amada Cuba la convirtió en una gigantesca prisión adornada de estadísticas sublimes en educación, deportes y salud, y al mismo tiempo del sistema represivo y de terror digno de la KGB soviética, erigido sobre fusilamientos y el aniquilamiento de toda libertad de expresión, bajo su lema preferido “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.

Aprovechaba todo error del enemigo imperial con tal astucia, que el bloqueo norteamericano, le ofreció la ocasión deseada para su lema “en una fortaleza sitiada toda disidencia es traición” y así reprimir hasta el cansancio a una menguada población, que hoy se muestra como fantasmas ante el mundo entero.

En el invierno de su vida le llegó el trofeo deseado por siempre, la tierra de Bolívar, la que saquean a placer, a ritmo de 10.000 millones de dólares anuales. Por tanto ni luto, ni gozo, más bien tristeza e indignación, por haber sufrido los venezolanos en carne propia la peor estafa de la historia latinoamericana.

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