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Hasta donde el destino nos alcance

La sociedad venezolana atraviesa una crisis sin precedentes. En los planos económico y social las consecuencias son de todo tipo, golpeando a los trabajadores y al conjunto de la población; con la excepción de la cúpula militar y la dirección política del partido gobernante, las altas esferas de las instituciones del Estado, a quienes se le suman grupos económicos, con factores provenientes de viejos grupos oligárquicos y de los nuevos ricos surgidos a la sombra y la depredación  del ingreso petrolero.

En el seno de los trabajadores sufrimos la desmoralización extrema al ser insuficiente el salario y el ingreso del grupo familiar para adquirir la canasta alimentaria y el derecho a una vida decente. En resumen se expande la sensación que de nada vale el trabajo formal, ante una economía que es un tren descarrilado que nos encamina a una tragedia nacional.

Con suprema alarma sufrimos las ejecutorias provenientes del Estado venezolano, quien en lugar de apelar al entendimiento nacional a trabajadores y empleadores privados, profundiza los controles y la represión, decreta medidas autoritarias como los Estados de Excepción que agravan la condición humana y no contribuyen a solucionar la crisis económica y social que padecemos.

En lo económico se conjugan factores contradictorios como nunca antes: Escasez de alimentos y caída de la capacidad adquisitiva del salario, presupuestos deficitarios, incremento de la deuda interna y externa publica y privada, falta de divisas para la importación y la inversión, e incapacidad del gobierno para enfrentar la crisis económica, ante la caída del precio del barril petróleo en la frontera de los 40$.

La realidad del empleo es que sólo 7.835 738 trabajadores pueden ser considerados directos y formales. Es decir la mitad de la fuerza de trabajo del país. Según estudio de la CEPAL, basado en posibilidad de acceder a la canasta básica de bienes y servicios, así como en la cifras del INE, al comparar 2013 con 2012, 1.795.884 venezolanos ingresaron a las filas de la pobreza que, en total, se ubica en 9.174.142 personas. De ellos también del 2012 al 2013, 737.364 personas ingresaron a la pobreza extrema ubicándose el número total en 2.791.292 personas.

Venezuela se ha convertido en una fábrica de destrucción de empleo al perderse más de 300.000 puestos de trabajo en el sector industrial y cerrarse más de 6.000 industrias productoras de los bienes que hoy irresponsablemente se importan de otras latitudes.

La caída del poder adquisitivo es brutal ante inflación pronosticada para 2015 en 200% y una inflación subyacente de 303%, determina la cifra de 7 salarios mínimos para adquirir la canasta alimentaria de 50.000 bs. y 10 salarios mínimos para  la canasta básica de bienes cuyo monto alcanza los 78.000 bs.

Estas son las agudas reflexiones de un numeroso grupo de sindicalistas y gremialistas del Frente Autónomo en Defensa del Empleo, Salario y Sindicato, (FADESS), quienes se plantean la urgencia de una jornada de protesta laboral nacional ante la incertidumbre que agobia a todo un país.

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Un comentario

  1. Coincido con el el señor Barrios en que nos hemos convertido bajo la revolución chavista en una fabrica de destrucción de toda actividad productiva y generadores de una pobreza colectiva nunca vista. Y no es porque las desigualdades se hayan profundizado a costa de la clase trabajadora exclusivamente y en beneficio de la ´´patronal´´. Empresarios y comerciantes han visto la quiebra de sus grandes, medianas y pequeñas empresas. Se cuentan por miles las que se han visto obligadas a cerrar sus puertas y echar a la calle miles de trabajadores, con lo que el círculo vicioso de la pobreza se ha transformado en algo estructural y permanente. Solo la llamada ´´boliburguesía´´ ha prosperado a expensas de un parasitismo de la renta nacional en alianza con el estamento cívico – militar en el poder. Para éllos el resto del país no existe, solo son el medio para alcanzar sus fines .. Si eso ha sido en apenas diecisiete años,¿ qué pasaría si continuasen otros diecisiete. mas ?.

    El termómetro que mide el grado de salud de una economía viene dado por su nivel de empleo y el crecimiento de sus estratos medios dentro de un sector servicios robusto y con expectativas de un crecimiento sostenido. Sin tales requisitos no hay posibilidad de empleo ni de prosperidad.alguno. Y para que ello ocurra, es necesario un sector industrial igualmente sano y con posibilidades reales de expansión .Ninguna de esas condiciones están dadas en la Venezuela de hoy y por ello es posible observar el grado de deterioro en el que nos encontramos. Es imperativo un cambio de rumbo.

    Es evidente que la cúpula gobernante no va a rectificar y que para ellos el presente modelo es el ideal pues les ha funcionado cara a sus personales objetivos e intereses ; pero, para las grandes mayorías ha sido un veneno mortal. No obstante, poco avanzaremos cara al futuro sin la conjugación al unísono de un sector empresarial con la clase trabajadora ( asalariados) dentro del marco de una nueva Ética del Trabajo que sea compartida por todos los actores económicos por igual. Tan dañino es un empresario inescrupuloso como una dirigencia sindical vendida a la patronal. Es necesario encontrar el punto de equilibrio entre todos los factores si queremos ensayar la creación de un Nuevo Orden que permita la creación de un nuevo país dentro del actual estado de crisis y devastación.

    Hoy no tenemos una clase media robusta ni tampoco una clase obrera con la fuerza necesaria para hacer valer sus derechos. Sin embargo, la crisis nos está ofreciendo una gran oportunidad. Las clases medias dentro de su empobrecimiento generalizado y su imperiosa necesidad de emigrar para sobrevivir y la clase obrera ´´marginada y sin un real´´ ; precisan de superar viejos prejuicios, unirse, brindarle todo el apoyo necesario al sector empresarial y entre todos, sacar al país adelante. Que ni el empresario vea en el trabajador una mercancía transable, ni el trabajador vea en el empleador un ´´enemigo de clase´´ La Venezuela de este momento necesita de todas las partes mucha solidaridad y comprensión para ir avanzando en el muy largo proceso de rehacer un país hecho jirones y donde nos necesitamos los unos a los otros. Ese cambio de mentalidad y de cultura laboral es imprescindible para poder avanzar. Estoy persuadido de que ese nuevo modelo productivo – laboral es posible si la clase política está dispuesta a brindar su apoyo. Pasar a ser de encumbrados dirigentes a eficientes servidores públicos. Todos unidos no solo podremos derrotar la dictadura sino hacer para el futuro inmediato un país mejor al que hemos conocido hasta el día de hoy. Sin el sacrificio de hoy, ni habrá futuro ni nada de nada si nos empecinamos en repetir los mismos errores que nos han llevado al presente desastre.

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