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JAK: ¡Nueva forma de gobernar en Chile!

Como futuro Pdte de la República, José Antonio Kast (JAK) en lugar de poner su foto, pondrá en cada repartición pública una copia de estos párrafos de Havel, como recordatorio a sus electores de la NUEVA FORMA DE GOBERNAR QUE SE INICIARÁ EN CHILE A PARTIR DE MARZO DE 2022:

 “La política genuina —política que merece llamarse como tal, y la única clase de política a cuya práctica estoy dispuesto a dedicarme— es simplemente una cuestión de servir a los que nos rodean, servir a la comunidad y servir a los que vendrán después de nosotros. Sus raíces más profundas son morales porque es una responsabilidad expresada a través de la acción, hacia y para con el conjunto humano; una responsabilidad que es lo que es —una responsabilidad superior— sólo porque tiene un fundamento metafísico. O sea, es una responsabilidad que crece de la certeza consciente o subconsciente de que nuestra muerte no da término a nada, porque todo está eternamente siendo registrado y evaluado desde otro sitio, desde un lugar «por encima de» nosotros, que es lo que he denominado «la memoria del Ser» —un aspecto integral de la orden secreta del cosmos, de la naturaleza y de la vida, que los creyentes llaman Dios, y a cuyo juicio están sometidas todas las cosas. La auténtica conciencia y la auténtica responsabilidad siempre son, a fin de cuentas, explicables sólo como expresión de la suposición silenciosa de que estamos siendo observados «desde las alturas», de que todo está visible, nada es olvidado y, por lo tanto, el tiempo terrenal no tiene poder de borrar las desilusiones punzantes de los fracasos terrenales: nuestro espíritu sabe que no es la única entidad que tiene conciencia de esos fracasos.

(…)

Al igual que en cualquier otra situación, debo empezar conmigo mismo. Esto es: en toda circunstancia, esforzarme por ser una persona decente, justa, tolerante y comprensiva, a la par de intentar resistirme a la corrupción y el engaño. En otras palabras: debo esforzarme al máximo por actuar en armonía con mi conciencia y con lo mejor de mí mismo. Por ejemplo, frecuentemente se me aconseja ser más «táctico», no decirlo todo de inmediato, actuar con un sutil disimulo, no temer cortejar a ciertas personas más allá de los límites que mi naturaleza me imponga, o de distanciarme de otros en contra de mi verdadera voluntad dentro de una situación dada. En el interés de fortalecer mi posición, se me aconseja a veces consentir la ambición de poder de otros, halagar a cierta persona simplemente porque le agradará, o de rechazar a otra aunque vaya en contra de mis convicciones, sólo porque esa persona no goza el favor de otros.

Y oigo constantemente otra clase de consejos también: que debería ser más duro, más decisivo, más arbitrario. Para servir una buena causa, no debería tenerle miedo a golpear la mesa ocasionalmente, a gritarle a las personas, a tratar de producir un poco de pavor en los demás. Sin embargo, si yo quiero guardar fidelidad a mí mismo y a mi concepto de la política, no debo hacer caso a consejos de este tipo —no sólo en el interés de mi propia salud mental (lo cual se podría percibir como un deseo personal y egoísta), sino principalmente en el interés de lo que más me preocupa: el simple hecho de que no se puede establecer el trato directo mediante conductas indirectas, ni tampoco la verdad mediante la mentira, ni el espíritu democrático mediante las directivas autoritarias. Por cierto que no sé si la rectitud, la verdad y el espíritu democrático tendrán el éxito final. Pero sí sé cómo no tener éxito : optando por medios que se contraponen a los fines deseados; tal como lo aprendemos de la historia, es esta la mejor forma de eliminar los fines mismos que nos proponemos lograr.

En otras palabras: si hubiera alguna posibilidad de tener éxito en la empresa, existe una sola forma de luchar por el logro de la decencia, la cordura, la responsabilidad, la sinceridad, la civilidad y la tolerancia: esto es, actuando con decencia, con cordura, con responsabilidad, con sinceridad, con urbanidad y con tolerancia. Estoy consciente de que, en la política de todos los días, esta no se percibe como la manera más práctica de hacer las cosas. Pero sí tengo una ventaja, ella es, que entre mis muchas fallas personales, hay una que casualmente no tengo: el deseo o el amor por el poder. Al no estar limitado por él, soy esencialmente más libre que aquellos que se aferran a su poder o posición, hecho que me permite darme el lujo de comportarme olvidando el criterio de la táctica

Vaclav Havel, «Política, civilidad y moralidad» 

Invito a leer a Havel tanto a los convencionistas de la C.Constituyente de Chile, como a los politicos, los legisladores, jueces, fiscales, periodista, columnistas de los medios de comunicación, los estudiantes de Chile y del resto América Latina y España. ¡Es un ejemplo a imitar!  ¡Basta de demagogia! 

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