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La memoria frágil

Es más curioso aún cómo son capaces de juzgar quienes tienen las manos manchadas de pólvora. Si algo tienen los gobiernos chavistas es que han empuñado las armas, tanto los militares golpistas de 1992, como el chofer de autobús en 2002. Ellos encarnan imágenes de la venezolanidad más cruenta que, por arte de magia de los medios de comunicación en manos del poder rojo, son heroicas ilustraciones de momentos bélicos en contra del oprobio imperial que representa a la oposición golpista, terrorista y sexy.

Estos fabulosos héroes de la patria bonita tuvieron como contrapartida a una justicia que en aquella década del final del siglo por lo visto, sí era para todos. Los indultos recibidos en 1994 sólo fueron patentes de corso para que se cometieran fechorías dignas de una serie de televisión en la que los ensombrerados de negro se convierten, de la noche a la mañana, en bondadosos dandis.

Hoy, la lista de injusticias en materia de juicios y tribunales la encabeza en este año 2014 Leopoldo López, pero tras sí están Simonivis, Forero y Vivas, así como un largo etcétera de los que también estuvieron en los sucesos de Puente Llaguno, el mismo desde el que Maduro disparó a la población que se dirigía al Palacio de Miraflores a pedir la renuncia a Chávez. Claro, Simonovis y los demás, por no estar en los medios chavistas todos los días, pasan al olvido, así como lo han hecho los muchos muertos en las protestas.

Y eso quiere el gobierno. Que la fragilidad de la memoria opere en nuestros corazones, que se olvide que ellos empuñaron armas, que hoy empuñan la espada de la justicia, que la venda que cubre los ojos de la dama ciega es colorada y que el manejo de los medios de comunicación y de la noticia vienen aprendidos en lecciones enseñadas desde Cuba y algunos asesores que  forman parte del nuevo Podemos español.

Se busca a como dé lugar un manejo de la información, de que lo que se diga, sea lo que sea, tenga una contra discursiva de importantes dimensiones, ridiculizando, amenazando, declarando non-gratos a quienes disienten, porque en la ecuación del discurso chavista-madurista, ese que Monedero conoce muy bien, está el acabar con todo, así como el barbarazo, ¡que acabó con to!

Se sabe que se mantiene el toque de queda civil. Es una forma de control que mantiene las bocas cerradas, porque los que se salen de casa, de la prisión construida con el esfuerzo particular de poner rejas y cerraduras blindadas, es para abrir sus bocas y llenarlas, en vez de comida, de moscas.

Así, en Venezuela, quien tiene acceso al alimento, se siente privilegiado. Quien tiene a todos sus seres queridos esa noche en casa, reza y agradece al cielo por haberles protegido. Quien tiene una oferta de trabajo en el extranjero, siente que se ganó la lotería. Nada que ver con esa Venezuela del pleno empleo y del progreso que se vivió en la década del 70 del siglo pasado. Época también destacable por los altos índices de corrupción, pero épocas felices en la que todas tenían su pan y su papel toilette.

Chávez emergió contra esa corrupción de la Venezuela petrolera. El pueblo cansado de ver cómo el erario público se desvanecía, le votó con fervor. Pero si la corrupción adeca era mala, la roja se ha endeudado con China y con Rusia. Ha hipotecado el futuro de un país cuyo dinero está en manos de acreedores. Impresionante el manejo de Maduro de las finanzas, siempre bien asistido por secuaces y asesores que parecen salidos de las películas de Batman.

No hay modos, no hay salidas. Esta semana, uno de los aguerridos locutores de radio anunció que escuchará ofertas del extranjero. Todos los días la migración crece, aunque la han parado las aerolíneas en protesta y retirada de sus servicios aéreos porque el gobierno de Maduro les debe millones de dólares, quedando pocas vías de escape de ese país caribeño.

¿Qué más? ¿Qué falta para dejar al otrora país de la fantasía en la inopia? Falta que se decrete la expropiación universal de la propiedad privada. El nirvana de los comunistas y así sí, todo será de Maduro y de sus cómplices. Un país hipotecado, un pueblo vejado y el control de todo. La fórmula de Cerebro el amigo de Pinky, conquistar al mundo.

Un horror, mi amor, como diría el difunto Antonio Cova.

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