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Llegó el momento del gran milagro venezolano

La semana pasada se cumplió un gran y merecido Acto deseado por todos lo venezolanos. Se trató del evento promovido por la Iglesia Católica para beatificar al tan querido laico Dr. José Gregorio Hernández (1864-1919), quien,  de hecho, para nosotros y muchos ciudadanos del mundo, era y es considerado un milagroso hombre de Dios. 

Nuestro beato, lamentablemente, murió al ser atropellado en un accidente de tránsito en Caracas el 29 de junio de 1919. Y, con apenas 55 años de vida, dejó en el corazón de los venezolanos una enorme huella de buenas acciones y bondad, además de demostrar un gran amor y respeto por el prójimo en el transcurso de su vida.

Las cosas no pasan por casualidad sino «a causa de».  Y el evento se produce justamente cuando el país, Patria de nuestro beato,  más necesita de un Milagro para poder salir y terminar con la desastrosa destrucción a que es sometido, después de haber sido considerado símbolo de la Democracia en América del Sur y el más rico regionalmente.  Asímismo, sucede cuando la Iglesia Católica está bajo el mandato del Papa Francisco, ciudadano argentino que se convirtió en el primer Latinoamericano en ostentar la máxima jefatura. Pero,además,  después  de un prolongadísimo y minucioso estudio sobre la vida y acciones de este hombre de Dios. Dicha aprobación se traduce ahora en una condición supeditada al hecho de que este ilustre y muy querido venezolano -y esperamos que sea en un corto plazo- sea santificado, convirtiéndolo en el Santo José Gregorio Hernández.

Esta bellísima e importante ceremonia, insistimos en ratificarlo, no le llega a los venezolanos casualmente. Sin duda alguna,  es una señal de Dios, nuestro Señor, que nos envía, como un rayo de luz y de  esperanza, para que este año se cumpla el Gran Milagro de nuestro Santo Dr. José Gregorio Hernández,  y acto de ayuda del rescate y pacificación de la Patria de Simón Bolívar, el Libertador.  Y permitiéndole a los venezolanos poder  salir de esta calamitosa ruina y desastre, y reconstruir y pacificar el país. Hasta hacer posible su regreso, una vez más, a la senda del desarrollo, de la prosperidad,  y del respeto y acatamiento  a la ley, como al  bienestar ciudadano.

La Iglesia ordenó realizar los santos oficios de la beatificación en Caracas el 30 de abril del 2021. Es decir, en momentos cuando Venezuela atraviesa por un lamentable y cruento período histórico, en el que la Patria aparece a punto de sucumbir, entre otras razones, después que  registrara la salida de  más de SEIS MILLONES de ciudadanos. Es decir, de un volumen de hijos del país que  se han convertido en la mayor diáspora del mundo. Y,sobretodo,  dejando a la Nación bajo el dominio de una tiranía dictatorial, apoyada por otros países que, como los califican las democracias del mundo, son  violadores de derechos humanos, forajidos y depredadores, y que, en conjunto, representan: la injusticia, el sometimiento y el desprecio por el prójimo. 

El propio Papa Francisco, durante su liturgia dominical de la pasada semana, luego de la beatificación en Venezuela, rezó y pidió en su mensaje al mundo por la pronta pacificación, recuperación y respeto a la Constitución venezolana, sin la intervención de fuerzas extranjeras en el proceso. Esto sólo se puede entender e interpretar, sin duda alguna, como una referencia  a las fuerzas cubanas, rusas, chinas y los forajidos cuerpos guerrilleros que ya  se encuentran en tierras venezolanas, pidiendo que abandonen el territorio nacional,  y que no se repita el desplazamiento de ninguna otra fuerza armada hacia esta parte del mundo. 

Desde luego, tan válido fue lo expuesto, como lo dicho más adelante. Y se trató de que sean los mismos venezolanos, sin intromisión externa, quienes definan su propio destino, con base en los muy claros mandatos constitucionales. No como un hecho accidental, sino  convocando a un proceso constituyente, integrado por gente honorable y de comprobada experiencia, proveniente de todo el país. Hasta que, luego de refundarlo y de pacificarlo, pueda ir a un proceso nacional eleccionario libre, justo e imparcial, para cumplir con lo que se podría llamar: EL GRAN MILAGRO DEL DR. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ,  QUIEN SALVÓ A VENEZUELA.

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