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Merecemos un país libre

Griselda Reyes

2 de mayo. Restan apenas 18 días para que Venezuela enfrente las elecciones más importantes de su historia, comicios que se celebran bajo la égida de una dictadura y que podrían representar el quiebre de un régimen que lleva 20 años enquistado en el poder.

El 20 de mayo, Nicolás Maduro se medirá de nuevo en las urnas electorales, y esta vez lo hará sin la bendición de un Hugo Chávez pidiendo encarecidamente el voto para él si le llegase a pasar algo.

Con más del 80% de rechazo de la población y un país hundido en la más terrible inopia, Nicolás Maduro sabe que en condiciones normales no ganaría una consulta electoral ni en su casa. Por eso, ha movido todos los hilos de poder que el Psuv ha tejido en el entramado institucional del país, para lograr que el CNE convoque unas elecciones a su medida, en la cual participan también candidatos de oposición que, a su parecer, no son lo suficientemente atractivos como para “apasionar” al electorado.

Si consideramos el hecho de que en 2013, y con todo el componente emotivo que implicó la partida física de Hugo Chávez, Maduro superó a Henrique Capriles con menos de 200 mil votos en la hasta ahora elección presidencial más reñida que hemos tenido, pudiéramos inferir que en esta de 2018 tendría que decirle adiós a la silla de Miraflores. Pero…

Lamentablemente hay un pero que se interpone entre la tan anhelada salida del poder del chavismo-madurismo y todo el horror que como modelo supone, y la realidad. “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, reza un viejo adagio popular. Y es que la tradicional oposición que estuvo agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y hoy integra el Frente Amplio Venezuela Libre, se sumó a la campaña electoral en favor de Nicolás Maduro al plantear la abstención como única vía a seguir.

El año pasado, cuando el TSJ dio el golpe de Estado contra la Asamblea Nacional y se arrogó competencias que no le correspondían, los diputados en un solo bloque llamaron a protestar y a salir a la calle. Durante cuatro meses exigieron restablecimiento del hilo constitucional, apertura del canal humanitario y elecciones.

Tras la convocatoria para elegir la Asamblea Nacional Constituyente – cuyo procedimiento de selección fue írrito porque implementó una elección de segundo grado no establecida en nuestra Carta Magna –, las manifestaciones que dejaron un saldo de más de 140 muertos, miles de lesionados y centenas de presos políticos, cesaron para dar paso a las elecciones regionales y posteriormente las municipales.

En ambos procesos, convocados por el CNE a petición de la Constituyente, participaron los partidos de políticos de oposición que hoy mismo llaman a la abstención y que en diciembre y enero se sentaron en una Mesa de Diálogo con el gobierno, intentando regresar la institucionalidad perdida.

Henri Falcón formaba parte de esa Mesa de Unidad que perdió la brújula y ante la inacción de la alianza opositora y la inhabilitación política de figuras como Henrique Capriles y Leopoldo López, decidió retirarse para asumir el liderazgo de esa oposición en desbandada y lanzar su candidatura a la presidencia de la República una vez convocado el evento electoral.

Esa decisión fue suficiente para desatar los demonios entre los máximos dirigentes políticos del denominado G4 (Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo) y comenzar un ataque sin sentido, una guerra sin fin, contra el candidato Henri Falcón.

Y aquí vale enfatizar que la campaña abstencionista es sólo contra Henri Falcón, porque nada dicen de Javier Bertucci, Luis Ratti, Reinaldo Quijada y Francisco Visconti.

Egoísmo, miseria, mezquindad. Quizá eso es lo hay en los corazones de los dirigentes de esos cuatro partidos políticos que, sin imaginarlo, vieron diluir entre sus dedos la única posibilidad que tenían de hacerse con el poder en el corto plazo. Y por eso enfilaron baterías, no contra el principal causante del caos que vive Venezuela que es Nicolás Maduro, sino contra quien se ha crecido como candidato de la oposición en estas últimas semanas y tiene reales posibilidades de ganar: Henri Falcón.

Han satanizado a Falcón y a quienes hemos tenido una posición política abierta en favor de su candidatura. Su vista corta no les ha permitido ver que esta lucha es por Venezuela y esa lucha trasciende a Falcón.

Merecemos un país libre, de oportunidades, de progreso, de crecimiento, de desarrollo y eso no lo vamos a tener con Nicolás Maduro. ¿Es difícil entenderlo? Cuando ves al candidato del hambre y del caos anunciar que en los próximos seis años va a hacer lo que no ha hecho en cinco, te das cuenta que no hay voluntad política para recuperar a Venezuela y que lo único que pretende es profundizar la destrucción para controlar a la totalidad de la población por el hambre y la necesidad, tal como ocurre en Cuba.

Hace días leía a Henrique Capriles quien, tal vez siguiendo lineamientos de su partido político, se había abstenido de pronunciarse sobre las elecciones presidenciales. Pero está muy preocupado por la inacción pasmosa de la MUD frente a un evento que se llevará a cabo dentro de 18 días, hasta el punto de llamarlos a una revisión profunda para dar respuesta a la crisis actual.

Quiero hacer mía una idea que escribió un gran amigo, José Vicente Rodríguez porque la comparto plenamente: “Si Capriles y Ramos Allup dejan abierta la posibilidad del voto y no satanizan a los electores, habrá un cambio de tendencia inmediato, si dijesen algo así como que entendemos a los venezolanos que confían en el voto para sacar a este gobierno y dejamos a criterio de los ciudadanos y militantes de nuestros partidos apoyar las elecciones si así lo estiman conveniente”.

Capriles tiene un liderazgo en Venezuela, ganado a pulso en dos contiendas electorales. Quizá es la voz que muchos esperar escuchar para dar el paso adelante y manifestarse el 20 de mayo. Ya estamos viendo a miles de militantes de los partidos políticos tradicionales en todo el país sumados a la campaña de Henri Falcón. Muchos han renunciado a sus organizaciones, otros aún no, pero todos han coincidido en señalar que como demócratas darán la pelea en el campo donde mejor se manejan: el electoral.

Hay una generación de relevo que merece un país libre, estable, que garantice los derechos de los venezolanos. Sería muy miserable e irresponsable de nuestra parte que siendo responsables de haber permitido este desastre de gobierno, nos quedemos de brazos cruzados esperando a que Maduro se eternice en el poder o que vengan los gringos a intervenirnos militarmente.

Yo vivo en el estado Miranda y conozco a miles de personas que van a votar el 20 de mayo. Seamos tolerantes, fomentemos la inclusión y luchemos por Venezuela, de lo contrario seguiremos perdiendo batallas sin ser partícipes de ellas. Después del 20 de mayo, no vale quejarse y menos lamentarse si no aportas tu grano de arena. Merecemos un país libre ¿No te parece suficiente?

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