Opinión Internacional

A la porra Moratinos

Moratinos, el castrista; Moratinos, el chavista; Moratinos, el arafatero. En ocho meses ha llevado las relaciones de España en el exterior del primer mundo al tercero, del privilegio a la broma. Moratinos, el incompetente; Moratinos, el chismoso; Moratinos, el inane. Sumiso y sudoroso, siempre con la nuca dispuesta a la resignación ante los tiranos bananeros y los revolucionarios millonarios del islam. Enciclopedia de la inoportunidad y la gamberrada.

Moratinos, el resentido –¿de qué y por qué?–; Moratinos, el vengativo –¿de qué y por qué?–; Moratinos, el acomplejado. En Europa, hasta sus mejores nuevos amigos le dan la espalda cuando propone una revisión de la Comunidad Europea en el trato con la tiranía de un sátrapa. Moratinos, el bufón del impresentable bolivariano. El correveidile de sus injurias. El reidor de sus falacias. Moratinos, el perfectamente prescindible.

El ministro de Asuntos Exteriores que se permite el lujo y la miseria de insultar gravemente y con mentira al anterior presidente del Gobierno de España.

Un Gobierno, por otra parte, que respetó a Moratinos, que impulsó a Moratinos y propuso a Moratinos para que fuera alguien en la política internacional.

Moratinos, el gran diplomático que no consigue que Bush se ponga al teléfono. Moratinos, el gran diplomático incapaz de aconsejar con criterio al inexperto presidente de su Gobierno, que lo es de todos los españoles. Moratinos, el parapetado, el ocasional, el desinformado, el bedel del sometimiento.

El amigo de Marruecos que Marruecos ignora. El defensor de los saharauis que a Marruecos entrega. El cantor de las virtudes de Yaser Arafat. ¿Hacia dónde vamos los españoles con este canciller confuso y desencuadernado?

Moratinos, el que miente. El que se inventa intervenciones gravísimas en golpes de Estado. El mediocre ascendido por la amistad y la coba. «Curro desatinos», le dicen sus compañeros de la carrera, los que mejor conocen sus cualidades profesionales. ¿Y por qué Curro? La verdad es que me importa un bledo.

Moratinos, el que quita y pone embajadores de acuerdo con la ideología de sus subordinados, faltando al respeto, a la lealtad y profesionalidad de los diplomáticos, siempre y ante todo leales servidores de España, sea cual sea el color de sus gobiernos. El que se salta el escalafón con gratuidad y capricho. El sembrador de rencillas en los pasillos de su Ministerio, que en breve serán los pasillos más poblados de España.

Moratinos, el abanderado del topicazo y el antiamericanismo. El atlántista obligado. Menos mal que existe la figura del Rey. El Rey arregla los destrozos y ofrece su garantía personal para salvar nuestras relaciones con los Estados Unidos de la quiebra. Lo que pueda ser recuperado no se deberá ni a Moratinos ni a su presidente, que no han hecho otra cosa que acumular torpezas, memeces y groserías.

Malo tiene que ser un ministro de Asuntos Exteriores que sólo es capaz de salvar los muebles de su cambalache usando el prestigio y la figura del Rey.

Moratinos, el soberbio. Moratinos, el calumniador. Cuando acusa a su ex presidente del Gobierno de estar en las bambalinas de un golpe de Estado en una nación amiga y hermana, insulta desde su mentira a todos los españoles, incluido él. Y más aún cuando Moratinos sabe la verdad. Que el único golpista de este mal cuento de otoño ha sido su admirado Chávez, el caudillo Chávez, el bolivariano Chávez, el millonario Chávez, el arruinador de Venezuela Chávez, el golpista Chávez. Su amigo, su confidente, su instigador.

Moratinos tiene el deber inexcusable de rendir cuentas a la opinión pública. De reconocerse inadecuado para seguir llevando la titularidad del Ministerio de Asuntos Exteriores. Ante una metedura de pata como la suya, la dimisión irrevocable es una obligación moral. No es una cuestión personal.

Es un asunto de Estado. Siempre habrá una ONG que reciba a Moratinos con los brazos abiertos. O una embajada de importancia media que no se resienta en exceso de los caprichos del embajador. En el islam le sobran los amigos. Pero tiene que abandonar el Gobierno de España. Ha insultado a España. Ha mentido a España. Ha servido de títere de un dictador. A la porra, Moratinos.

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