Opinión Internacional

Diplomacia Estrellada

Una vez un viejo maestro dijo: “Hay dos tipos de personas: las que nacen con estrella y las que nacen estrelladas”. Con José María Aznar, la diplomacia española convirtió el servilismo en alianza; con ello y la supuesta aprobación estadounidense para poder afianzarse en América Latina, desembarcaron sin obstáculos sus conglomerados industriales, comerciales y financieros. Era la única vía que aceptaba la Moncloa para llevar adelante el crecimiento nacional. Francia hacía lo propio en el África.

Rodríguez Zapatero, ha querido dar un giro total al gobierno, demostrando una rotura con la escuela de Aznar, teniendo desplantes malcriados y totalmente innecesarios con diplomáticos norteamericanos. Ahora afina su puntería tendiendo la mano provocativamente a Fidel Castro y Hugo Chávez.

España es muy débil para ganarse un enemigo global tan gratuitamente como es Estados Unidos, la factura se pagará pronto. Se está subestimando a los halcones conservadores del Pentágono, el Capitolio y de la Casa Blanca. Por otro lado, se está ignorado los sentimientos encontrados que tienen los sudamericanos frente a un dictador como Castro y a otro, aunque más sutil, bañado con la santidad de los hábitos democráticos, Hugo Chávez.

Hay una delicada división entre ser un inversor en América Latina y un interventor. Francia cruzó ese límite en Costa de Marfil. Es muy fácil, que España sea percibida en la región como una amenaza. Basta azuzar fantasmas pasados. Chávez no ha desaprovechado su visita en Madrid, cual Cesarión se ha despachado, confirmando que España se inmiscuyó en el intento de golpe de estado contra él. Aquí no gana nada Zapatero y si cree que lo hace, esa tesis se comprobará más adelante. No solo eso, Chávez ha puesto en apuros políticos a su amigable e insensato anfitrión: Mariano Rajoy, presidente del PP, quien no tardó en recordar que en Venezuela hay terroristas de ETA.

Rodríguez Zapatero confunde la política inmediata de gobierno a gobierno con estrategia geopolítica. La primera es una sonrisa amigable y fotos. La segunda no se cultiva en ningún palacete, sino en institutos de política internacional y son producto del consenso de la clase dirigente. Esto es defensa, empresa y sociedad, por lo mismo, siempre libre de los vaivenes de la inmediatez y de la improvisación. Tanto con Aznar como con Zapatero, la diplomacia española parece haber nacido estrellada.

(*): Site del autor: www.josemusse.com

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