Opinión Internacional

Diplomacia insolente y sin decoro

La decencia venezolana no tiene otra alternativa, que lamentar el triste papel del Presidente de la República en la 61 asamblea de las Naciones Unidas. En su afán de grandeza el Presidente «aprovecha» cualquier escenario internacional para repetir su ya cansado discurso antiimperialista. El Presidente no se da cuenta que su poder, de nada ha servido para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos y para lo único que ha servido, es para engordar los activos financieros e inmobiliarios de los hombres de su séquito.

En su esquizofrenia de enfrentar el imperialismo el Presidente ha fomentado la amistad y las relaciones comerciales y diplomáticas, con gobiernos y Presidentes de países que no abonan en favor de mejores condiciones económicas y comerciales para Venezuela Pero el Presidente en su afán de enfrentamiento con los EE.UU, desconoce el límite de lo tolerable. La mediocridad del Presidente le imposibilita medir las consecuencias de sus actos, su lenguaje procaz, irresponsable y de completa pobreza intelectual, produce indignación en los venezolanos, en tanto nos luce internacionalmente como insolentes, payasos y primitivos.

El Presidente olvidó en su intervención de la 61 asamblea de las Naciones Unidas, que las relaciones de los EE.UU. con Latinoamérica no es un problema personal ni se asume con salvajadas, sino con propuestas e ideas que apunten a superar los altos índices de desigualdad que padece este continente, y para esto, la democracia y la tolerancia debe ser la regla y no la excepción. Al Presidente se le escapa que no es a través de posiciones abruptas cargadas de groserías y de posturas de guapetón de barrio, como se combaten las políticas de Washington en América Latina. Para ello se requiere talento, y al parecer el Presidente padece de esto.

Las relaciones internacionales de Venezuela no pueden administrarse a través de la cólera del Presidente de la República, insultando y sacándole la madre a todos aquellos que no coinciden con la versión política que el Presidente Chávez tiene del mundo. No es por medio de la grosería y la payasada bélica, como pueden manejarse las relaciones con nuestro principal socio comercial. Los venezolanos no nos merecemos estar tan mal representados internacionalmente.

Economista

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