Opinión Internacional

Dos escenarios Interpol

En apenas cuatro días se darán a conocer los resultados del análisis hecho por INTERPOL de los ordenadores de Raúl Reyes, en el cuál se ha establecido que los documentos encontrados no son forjados, son genuinos. Tanto Chávez como Rafaél Correa se han apresurado a decir que no aceptan la validez de estos documentos y Chávez ha descargado un carromato de insultos contra el Presidente Uribe. En esa negativa a priori los acompaña José Miguél Insulza, el Secretario General de la OEA, candidato a la presidencia de Chile, quien busca el apoyo financiero de Hugo Chávez.

Lo que llama más la atención es la postura de Lula. Hace un semana dijo que “cada vez que un dirigente político se cree insustituible está comenzando a nacer un pequeño dictador” y que “la alternabilidad en el poder es necesaria para los países de la región”, frases que sonarían condenatorias de lo que ha pretendido hacer Hugo Chávez en Venezuela.

Sin embargo, hace apenas algunas horas declaró que “Chávez es el mejor presidente que ha tenido Venezuela en los últimos cien años”, una declaración francamente insultante e incomprensible para quienes han sufrido los rigores de la presidencia inepta, ignorante y dispendiosa del aspirante a dictador.

Lo dicho por Lula está relacionado con la inminente declaración de INTERPOL sobre los documentos contenidos por los ordenadores de Reyes. Cuando INTERPOL publique su opinión, la comunidad hemisférica estará bajo una gran presión de opinión pública para tomar medidas contra Hugo Chávez. Por lo tanto, Lula le está diciendo a la comunidad latinoamericana que Brasil no tomará medida alguna contra Chávez.

En este preciso momento se está llevando a cabo un gigantesco cabildeo del régimen chavista en América Latina y USA, para tratar de evitar que los Estados Unidos declaren al régimen Venezolano como promotor del terrorismo, lo cuál sería lo indicado cuando se conozcan los detalles de la información contenida en los ordenadores de Raúl Reyes. Tanto la declaración de Lula como la postura de Insulza representan actos de prostitución política orientados a impedir que esto suceda.

Sobre lo que presentará INTERPOL existen, al menos, dos escenarios. En un primer escenario la medida de designar al régimen chavista como promotor del terrorismo sería vista como inconveniente para el pueblo Venezolano (estas medidas suelen victimizar más al pueblo que al régimen en el poder), para los Colombianos (cuya economía está orientada a la exportación hacia Venezuela, así como para los mismos Norteamericanos, dada la cercanía de sus elecciones presidenciales y de su vulnerabilidad frente al suministro petrolero proveniente de Venezuela. En base a estas consideraciones, la medida no sería tomada por USA, vistos sus riesgos políticos y económicos. Prevalecerían, no por primera vez, los argumentos de conveniencia sobre los principios.

En este escenario la mayoría de los líderes políticos latinoamericanos probablemente actuarían con gran cautela. Nadie querrá involucrarse en una pelea frontal contra el régimen criminal de Hugo Chávez. La OEA no actuará porque está neutralizada por Insulza. La pelea contra el Chávez cómplice de los narcoterroristas quedará en manos de organizaciones de la sociedad civil mundial. Los hallazgos de INTERPOL servirán para que la verdad sobre Chávez se disemine por todo el planeta. Serán los pueblos, no los gobiernos, los que pongan a Chávez en el banquillo de los acusados, pero ello tomará algún tiempo en suceder.

En el segundo escenario los Estados Unidos, en base a las evidencias encontradas, tomaría la decisión de designar al régimen chavista como promotor del terrorismo. Si ello sucede, el hemisferio estaría en riesgo de una gran crisis política y financiera, dependiendo de como decidan los Estados Unidos llevar a cabo esta acción. Chávez probablemente tomaría la única represalia que puede tomar: cortaría el suministro de petróleo a los Estados Unidos. Si los Estados Unidos no tiene un plan listo para obtener petróleo de fuentes alternas, esencialmente una combinación de otros suplidores (lo países árabes, México, Canadá) y de sus reservas estratégicas, se expondría a una crisis económica y política significativa, basada en componentes psicológicos más que reales, ya que los norteamericanos son extremadamentes sensibles al precio y disponibilidad de la gasolina, en particular, y del petróleo en general. La bolsa de valores colapsaría, al menos en el corto plazo, y el gobierno de Bush enfrentaría graves problemas de opinión pública.

Del lado Venezolano las consecuencias serían probablemente mayores. Una decisión de esa magnitud pondría al régimen de Chávez al borde del colapso a muy corto plazo. Financieramente el régimen tendría graves problemas en materia de pocos meses, a pesar de que tiene unos treinta mil millones de dólares en reservas internacionales y unos sesenta mil millones de dólares“escondidos” en el exterior. El país depende demasiado de las importaciones de alimentos y de otros insumos.

Politicamente Chávez entraría en problemas en materia de semanas, en la medida en la cuál la presión popular y la insatisfacción entre las fuerzas armadas llevarían a la sociedad venezolana a una rápida confrontación abierta contra el gobierno. El resultado más probable sería la salida de Hugo Chávez del poder y la formación de un gobierno de transición, el cuál llamaría a elecciones lo antes posible. En América Latina se oirían voces críticas de la decisión norteamericana desde Bolivia, Nicaragua y países muy dependientes del bolsillo chavista pero la mayoría de los gobiernos guardarían silencio, porque los gobiernos latinoamericanos están viendo los toros desde la barrera, simplemente esperando a ver “quien gana”.

El primer escenario es el más probable. Evitaría la confrontación y alargaría la vida política de Hugo Chávez pero no la garantizaría por mucho más tiempo. Los días de Chávez en el poder están contados, a pesar de la actitud de apaciguamiento y celestinaje que caracteriza a buena parte de nuestra oposición y a buena parte de la comunidad política latinoamericana, en especial a Lula e Insulza, los dos mayores cabrones de la política regional.

Nada de esto es nuevo. La historia se repite. En 1936, poco tiempo antes de que se desatara el terror nazi, el destacado político Inglés, David Lloyd George declaraba a su retorno de Berlín: “Hitler me recuerda a George Washington…. Es un líder de nacimiento, una personalidad magnética y dinámica… Solo desearía que Inglaterra tuviese un hombre de sus cualidades al mando de nuestro gobierno”. Lula suena iguál de meloso, no es verdad?

Y es que los cabrones políticos han existido en todas las épocas y en todos los países.

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