Opinión Internacional

El síndrome de Ottinger

A menudo, los consultores políticos, guiados por las encuestas y sondeos, tratan de adecuar las demandas de los electores a lo que esperan de un candidato. Conduciendo a éstos hacia la construcción de un personaje público que poco o nada tiene que ver con la persona que se encuentra detrás del mismo.

Según Wikipedia, la aparición del “Síndrome de Ottinger” tiene su origen en la experiencia real de un candidato en las elecciones de 1976 al Senado de los Estados Unidos. Siendo el más joven e inexperto de cuantos se presentaban, Ottinger fue dibujado por sus asesores con una imagen agresiva, seguro de sí mismo, con una gran capacidad para la gestión, sin miedo de acometer las acciones necesarias para la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos y con gran conocimiento de las mismas. Un hombre dinámico y resolutivo.

El éxito de la estrategia de los asesores de Ottinger fue total. Los ciudadanos percibían en ese joven seguro de sí mismo la persona que podría solucionar sus problemas. Sin embargo, en el último momento se desmoronó el artificio creado a la medida del candidato. En un debate televisado, Ottinger fue víctima del síndrome que llevaría posteriormente su nombre. Los políticos que le acompañaban se empeñaron en atacar a Ottinger con preguntas concretas sobre problemas concretos. Desprovisto de un programa político y sin un contenido real que acompañase a su personaje, el silencio fue la respuesta del joven político. Titubeante e inseguro, la imagen de firmeza construida por sus asesores se desmoronó en directo.

En nuestro caso, vale la pena evaluar la verdadera personalidad de nuestros candidatos a Gobernador, Alcaldes y Legisladores regionales. Anzoátegui ha sido victima la de falsedad y engaño de la mayoría de sus gobernantes pasados y presentes, basta comparar su conducta en campaña (mientras buscan votos) con la conducta que asumen al ser electos. Increíble pero cierto, cambian a gran velocidad y dejan ver su verdadera personalidad, sus complejos, miedos, egoísmos y ambiciones. Se desvisten del disfraz prefabricado para la campaña y se quedan “en cueros” como son en verdad. No generalizo, no seria justo; pero la mayoría esbozan su mediocridad al ganar una elección popular, se olvidan de los niños gorditos (de lombrices) que cargaron, de las viejitas que abrazaron y besaron, de los arroyos pestilentes que brincaron, de los ranchitos que visitaron y de los enfermos a quienes les pidieron paciencia diciéndoles “cuando me monte yo te ayudo”. Se ocupan solo de su familia y su entorno, se olvidan de quienes le apoyaron y lucharon a su lado, negocian solo sus intereses económicos y se olvidan de la comunidad y sus variados problemas sociales.

Es por ello que en tiempos difíciles como estos, hay que elegir bien, a quien conozcas y seas testigo de sus luchas y superación honesta. No más gallo tapao, tú decides.

Economista
Web: www.dialogoanzoategui.blogspot.com

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