Opinión Internacional

¿Es Hugo Chávez una amenaza regional?

Introducción

El título del libro del eminente excanciller colombiano Alfredo Vásquez Carrizosa “Colombia y Venezuela, una historia atormentada” sintetiza casi dos siglos de enfrentamientos. Inexplicablemente, dos pueblos que lograron unir su destino en un momento trascendente, no han sido capaces de superar viejos resentimientos.

Las actuales relaciones políticas entre Colombia y Venezuela no pueden entenderse sin analizar brevemente nuestro devenir histórico. Las luchas por la independencia exacerbaron las rivalidades entre nuestras élites dirigentes. Dominar estos enfrentamientos fue posible durante la guerra, pero al llegar la paz todo se hizo más difícil. El prestigio de Bolívar, después del triunfo de Boyacá, permitió la creación de la República de Colombia, pero siempre su existencia estuvo estrechamente ligada a su indiscutible prestigio. Los generales Santander, Páez y Flores cometieron graves errores, pero al mismo tiempo se debe aceptar que la causa fundamental de la ruptura de aquel Estado fue el propio pensamiento de Bolívar, que mantuvo tercamente su posición centralista y su defensa intransigente de la presidencia vitalicia. No es posible continuar ese análisis con una visión sesgada de lealtades y traiciones.

A partir de esa historia mal contada, se creó en el sentimiento de colombianos y venezolanos una percepción equivocada de cada uno de nuestros países. Además, el problema territorial ensombreció, durante más de siglo y medio, nuestras relaciones. Un grave error cometido por el Congreso de Venezuela al no ratificar el Tratado Pombo-Michelena, creará en los venezolanos el permanente convencimiento, con razón o sin ella, de que en todas las negociaciones posteriores con Colombia perdimos territorio. Así fueron interpretados los arbitrajes de la Corona Española y de la Federación Suiza y el Tratado sobre Demarcación de Fronteras Comunes y Navegación de los Ríos, firmado en 1941, que teóricamente ponía punto final a la delimitación territorial.

La historia continuó. El incidente de 1952 sobre los islotes de los Monjes mostró de nuevo las susceptibilidades existentes. El reconocimiento de Colombia de la soberanía venezolana sobre estos islotes permitió superar la grave tensión diplomática y militar surgida como consecuencia de la inexplicable actuación de la corbeta “Almirante Padilla”. El recurrente problema territorial vuelve a surgir en 1962. El avance del Derecho del Mar, puesto de manifiesto durante la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre este tema en 1958, señaló un tortuoso camino de complicadas negociaciones. Analizar las razones del fracaso de las largas conversaciones para delimitar nuestras aguas marinas y submarinas supera el sentido de esta conferencia. Lo importante es señalar que, después del fracaso de la hipótesis de Caraballeda y del delicado incidente de la corbeta «Caldas», una nueva visión, que se expresa en el Acta de San Pedro Alejandrino, con la aceptación por los dos Estados de los principios de la bilateralidad y la globalidad, ha permitido que el engorroso problema territorial tome una conveniente orientación.

El importante intercambio comercial que surge entre Colombia Y Venezuela, en la década de los noventa, permitirá fortalecer e incrementar sus relaciones políticas. Lamentablemente, dos inesperados fenómenos históricos de consecuencias aún difíciles de evaluar, el triunfo electoral en Venezuela de la figura carismática y popular de Hugo Chávez y el inicio en Colombia de un complejo proceso de paz, complicarán de una manera determinante nuestras relaciones políticas.

En un editorial de “El Tiempo”, se preguntaban hace algunos días sobre el significado del “enigma de Chávez”. En verdad, como allí muy bien se dice, “ni en Venezuela ni en el exterior se han podido descifrar los alcances de la revolución bolivariana”. Espero ayudar a que se entienda en algo tan intrincado asunto. Durante mi exposición trataré de responder dos preguntas fundamentales: ¿Representa Hugo Chávez una amenaza regional? ¿De qué manera influye el pensamiento y la acción de Hugo Chávez en las relaciones políticas colombo-venezolanas?

Primera Parte

¿Es Hugo Chávez, una amenaza regional?

1.1. Una sorpresa para todos

Los movimientos radicales latinoamericanos fueron sorprendidos por la orientación ideológica de la insurrección militar del 4 de febrero de 1992. Nunca habían pensado que pudiera surgir una crisis de tal magnitud en la Venezuela democrática y petrolera. A partir de ese momento empezaron a estudiar la figura popular de Hugo Chávez. Al principio, la retórica bolivariana les pareció fuera del contexto revolucionario. No era fácil de entender la sorprendente vinculación del pensamiento liberal de Simón Bolívar y Simón Rodríguez con la actuación de un caudillo popular de nuestra guerra federal llamado Ezequiel Zamora. Mucho menos su vinculación con ese aventurero argentino llamado Norberto Ceresole, que planteaba una relación directa entre el líder y las masas populares.

Los meses de la diáspora chavecista fueron de observación. El primer viaje de Hugo Chávez a Cuba y la simpatía que mostró por el liderazgo de Fidel Castro permitió valorar su potencialidad revolucionaria. El arrollador triunfo electoral del chavecismo fue recibido con gran expectativa por los sectores radicales de América Latina. Determinar las acciones concretas que Hugo Chávez y su gobierno realizan para favorecer los procesos subversivos en nuestros países exigiría de un aparato de inteligencia que no es fácil de disponer. De todas maneras, el análisis de algunas de sus ideas, de sus aliados, de sus tácticas y estrategias nos puede ayudar a responder la pregunta que nos hemos hecho. ¿Es verdaderamente Hugo Chávez una amenaza regional?

1.2. Visión continental

La unidad política de América Latina es una de las ideas fundamentales del chavecismo. Los sectores dirigentes de nuestros países, al escuchar las arengas grandilocuentes de Hugo Chávez, desvalorizan su capacidad y sus posibilidades revolucionarias. Esa percepción es equivocada, además de imprudente y peligrosa. No soy de los que creen que Hugo Chávez logrará alcanzar la unidad política de nuestros países, pero conozco bien su carácter y su constancia. Estoy seguro de que esa ambición personal producirá delicados y graves procesos de desestabilización en América Latina.

Es una verdad de Perogrullo, que para lograr la unidad política del continente se requiere una importante coincidencia ideológica entre nuestros gobiernos. Hugo Chávez permanentemente afirma que Venezuela es una democracia participativa y protagónica. La verdad es que el régimen chavecista es una curiosa mezcolanza: Su origen es popular, respeta la libertad de expresión, no hay presos políticos, la oposición puede actuar libremente y los sindicatos ejercen sus derechos; pero, al mismo tiempo, el ejecutivo controla plenamente todos los poderes. Por eso, en este momento, vastos sectores de la oposición dudan de la transparencia de cualquier proceso electoral. Sin importarle la tradición jurídica venezolana amplió a seis años el período presidencial y estableció la reelección inmediata. Su vocación totalitaria lo ha llevado a organizar los círculos bolivarianos, una estructura similar a los comités de defensa de la revolución cubana, con el fin de establecer un firme control social.

Si queremos buscar algún modelo político para compararlo con el actual régimen venezolano y así definirlo más claramente, debemos estudiar experiencias latinoamericanas como el Justicialismo, la Revolución Peruana o el vergonzoso caso de Alberto Fujimori. En estos días, en una de sus insoportables cadenas de radio y televisión, mantuvo que su régimen tenía dos bases de sustentación: la Fuerza Armada Nacional y las masas populares. Como ven, simple fascismo. Al mismo tiempo siembra el odio y el resentimiento social. ¿Aceptarían los colombianos vivir en ese régimen personalista y hegemónico?

La lucha de Hugo Chávez por alcanzar la unidad política de América Latina lo conducirá obligatoriamente a un inevitable enfrentamiento con los distintos gobiernos democráticos de la región. Es un conflicto que se expresará de distintas formas: en algunas oportunidades respaldará legalmente movimientos políticos cercanos a su ideología, pero también apoyará procesos subversivos, según las circunstancias históricas existentes.

1.3. Aliados y enemigos

La caída del “Muro de Berlín” no fue valorada de igual forma por todas las fuerzas revolucionarias. Algunos de esos sectores iniciaron un interesante proceso de reflexión, que condujo a importantes rectificaciones ideológicas. Otros grupos, por el contrario, mantuvieron inmutables sus mismos objetivos estratégicos y sólo adaptaron a la nueva realidad sus tradicionales tácticas. Las ilusiones surgidas, en la década de los ochenta, desaparecieron. La injusticia que produjo en el mundo la globalización económica y su incapacidad para dar respuesta a muchos de los problemas más sentidos del hombre facilitaron un importante reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias.

La globalización ha permitido que los partidos revolucionarios estrechen como nunca sus contactos mundiales. Algunos ejemplos nos permitirán percibir plenamente esta realidad. Las violentas manifestaciones ocurridas recientemente en Génova muestran la capacidad de coordinación que tienen los grupos de tendencia radical en el mundo. No es posible engañarnos al respecto. Es verdad que hay diferentes razones para el descontento, pero al analizar los recientes hechos de protesta se tiene que concluir que existen planteamientos ideológicos comunes y un importante respaldo económico para cancelar viajes, hoteles, comida, propaganda etc. Durante la Guerra Fría nos acostumbramos a que estos medios provenían de la Unión Soviética. Ahora, conocemos que el dinero de la subversión se origina en gobiernos radicales como Irán, Irak, Libia, etc.,, pero también de importantes sectores empresariales y sindicales norteamericanos y europeos interesados en el fracaso del libre comercio.

El Foro Social Mundial reunido en la ciudad de Porto Alegre, en enero de 2001, convocó a representantes de los sectores radicales del mundo y en particular de América Latina. En la sesión inaugural Bernard Casse, director de Le Monde Diplomatique proclamó ante los 16.000 participantes provenientes de 122 países que: “Estamos aquí para mostrar que un mundo diferente es posible”. En ese momento, una prolongada ovación saludó a la delegación cubana e inmediatamente después se oyeron gritos de apoyo a favor de los guerrilleros zapatistas de México y de las FARC de Colombia. En distintas conferencias se criticó duramente la llamada Tercera Vía socialdemócrata con frases sumamente duras: “No admitimos la humanización del capitalismo, pero sí su aniquilación por el socialismo”, afirmó el economista Jorge Bernstein, de la Universidad de Buenos Aires, quien además anunció la “eclosión de revueltas populares en América Latina”.

La Cumbre de la Deuda Social, convocada en Caracas por el Parlamento Latinoamericano, reunió a un conjunto de líderes e intelectuales del mundo con el fin de tratar aspectos fundamentales para fortalecer la justicia social, el desarrollo y la paz interna e internacional. Un exagerado protagonismo del presidente Chávez demostró su simpatía por las ideas radicales allí expuestas. La declaración del sociólogo suizo Jean Ziegler nos debe hacer reflexionar: “No hay un cuartel general, no hay jerarquías, pero hay una movilización a través de Internet de grupos totalmente diferentes, estudiantiles, comunistas ortodoxos, campesinos, etc.».

El Foro de Sao Paulo, asociación de partidos radicales de América Latina, es conocido por todos desde hace varios años. Esta organización ha incrementado su importancia al tener varios de sus miembros reales posibilidades de alcanzar el poder en algunos de nuestros países. Es muy probable el triunfo del Partido de los Trabajadores en las próximas elecciones del Brasil o de los sandinistas en Nicaragua. Hace poco tiempo fueron admitidos en esa organización las FARC, los zapatistas, y los partidos venezolanos Patria para Todos y Movimiento V República.

Estos movimientos son los aliados del presidente Chávez en su proyecto revolucionario. Las coincidencias en sus ideas así lo demuestran. Son adversarios del capitalismo, del neoliberalismo, de la globalización, del libre mercado, de la democracia representativa, del mundo monopolar y de los Estados Unidos. Sus enemigos son los sectores que creen en el individualismo, el trabajo, la inversión extranjera, el avance tecnológico, el libre mercado y la democracia representativa y pluralista. Estos enemigos ya han formado grupos de presión influyentes en el mundo y en América Latina. La lucha entre esos dos sectores está planteada. Hugo Chávez es uno de los factores fundamentales de ese enfrentamiento en América Latina.

1.4. Estrategia y táctica

Las fuerzas políticas y sociales que en Venezuela se oponen a Hugo Chávez cometieron el gravísimo error de desvalorizar su liderazgo y sus posibilidades de éxito político. Algunos piensan que esas posibilidades se originaron más por los errores de una clase política decadente que por su propia capacidad de acción. Nadie puede negar, empero, que el triunfo electoral de Chávez se debió a su constancia, a su fe en si mismo, a su capacidad de trabajo, a su carisma popular y, fundamentalmente a una sorprendente visión para establecer sus objetivos estratégicos.

Hugo Chávez entiende que hay dos factores que favorecen su acción política. El tiempo y el espacio. Hace algunos días afirmó, con total desfachatez, que ejercería el poder en Venezuela hasta el año 2013. Como dije anteriormente, la nueva Constitución venezolana incrementó a seis años el período presidencial y estableció la reelección. Un régimen de tendencia hegemónica no tiene escrúpulos en modificar a su antojo las reglas constitucionales. Por eso, cuando Hugo Chávez divide el proceso revolucionario venezolano en dos décadas, la de plata y la de oro, hasta el 2021, con el fin de celebrar el bicentenario de la batalla de Carabobo, muestra sus verdaderos planes políticos. Le sobra tiempo para consolidar los objetivos estratégicos de la revolución.

El espacio de maniobra de Hugo Chávez no se circunscribe exclusivamente a Venezuela. Cree en la revolución mundial y en la alianza de todas las fuerzas radicales. Su estrecha alianza con Fidel Castro y su cercanía a regímenes políticos ubicados fuera de nuestra área geopolítica así lo indican. No se debe considerar como un absurdo que un pequeño país como Venezuela entre en ese juego. Es verdad que no existen las mismas condiciones que durante la Guerra Fría, pero es necesario analizar los importantes cambios que han ocurrido en el panorama internacional. Observar a Rusia “renacer de sus cenizas con su orgullo nacionalista y su creciente influencia mundial” y a China emerger como actor decisivo de los acontecimientos históricos del siglo XXI.

Hugo Chávez ha establecido dos objetivos estratégicos fundamentales: estabilizar internamente el proceso revolucionario en Venezuela y fortalecer los movimientos radicales en América Latina. Muchos analistas políticos no entienden el significado de la alianza entre el ya anacrónico Fidel Castro y un joven líder como Hugo Chávez. Ese acercamiento no sólo busca salvar del colapso económico a la revolución cubana, sino detener el casi irreversible proceso de evolución del régimen castrista hacia una democracia representativa de corte occidental. La consolidación de ese proceso significaría una inmensa derrota para los movimientos radicales de América Latina. El surgimiento de un nuevo y carismático líder revolucionario, con una firme base de poder, permitirá insuflar nuevos aires, no sólo al régimen cubano, sino a todos los movimientos revolucionarios latinoamericanos.

En Colombia debe haber muchas interrogantes sobre el sorprendente cambio de posición de Hugo Chávez con relación al gobierno del presidente Pastrana y a los movimientos subversivos colombianos. Estoy convencido, que sólo es un cambio de táctica. El presidente Chávez, sin sonrojarse en lo más mínimo, es capaz de afirmar hoy algo que ayer negó rotundamente. Tiene un claro sentido de la oportunidad política. Con precisión valora la magnitud de la resistencia que se le opone y, sin comprometer sus objetivos estratégicos, transa momentáneamente sus acciones, dando a entender que ha rectificado plenamente. Su simpatía personal, su habilidad para convencer y otras condiciones de doblez personal le permiten debilitar con facilidad la capacidad de resistencia de sus adversarios políticos. Retroceder un paso y avanzar dos es la manera popular para definir su forma de actuar. Es un grave error confundirse y creer en la sinceridad de sus planteamientos. Hacerlo, puede significar no sólo una gran decepción sino un inmenso riesgo para la estabilidad del gobierno democrático de Colombia.

Segunda Parte

Las relaciones políticas colombo venezolanas

2.1. Intereses coincidentes

Una importante coincidencia de intereses se reflejó en la política exterior de Colombia y Venezuela durante la década de los noventa. El firme respaldo de los dos gobiernos a los principios fundamentales del Derecho Internacional, a la defensa de la democracia y fundamentalmente al fortalecimiento de la Comunidad Andina demostró que se podían construir relaciones sólidas entre nuestros países, sobre la base de las grandes coincidencias políticas, económicas y comerciales, si se dejaba a un lado asuntos de difícil solución como la delimitación de las áreas marinas y submarinas. Esa coincidencia política permitió un importante acercamiento en muchas de las posiciones asumidas por Colombia y Venezuela en la OEA, en el Grupo de Ríos, en el Grupo de los Tres y en la Asociación de Estados del Caribe. Además, Venezuela, España, Costa Rica y México conformaron, a solicitud de Colombia, un grupo de países amigos para facilitar una salida política al conflicto armado.

En 1998, las negociaciones de paz y el triunfo electoral de Hugo Chávez van a influir negativamente en la consolidación de nuestras relaciones diplomáticas. La reunión sostenida entre el presidente Pastrana y el presidente electo Chávez, en la Habana, al inicio de los dos gobiernos, fue muy auspiciosa. El liderazgo tradicional de Fidel Castro sobre los movimientos revolucionarios latinoamericanos y las expectativas que creaba en esos sectores la figura de Hugo Chávez, hicieron pensar que Andrés Pastrana recibiría un decidido respaldo para hacer avanzar consistentemente las conversaciones de paz. Lamentablemente, la reunión no tuvo mayores consecuencias. Las casi inmediatas e imprudentes declaraciones del presidente Chávez, uniformado de militar, en el comando de un teatro de operaciones fronterizo, declarando la neutralidad de Venezuela en el conflicto colombiano creó una grave tensión diplomática entre los dos países, que fue incrementándose progresivamente durante los años 1998 y 1999.

El momento más crítico se originó como consecuencia de una invitación del Parlatino a una delegación de las FARC para exponer en un seminario sobre la situación colombiana a efectuarse en la sede de la Asamblea Nacional de Venezuela, evento al cual también se encontraba invitado el doctor Germán Bula Escobar, Embajador de Colombia en Venezuela. La tensión subsiguiente obligó al llamado a consultas de los embajadores de los dos países. La situación diplomática se normalizó después de esfuerzos consistentes de los dos gobiernos, pero la detención de Jaime Ballestas, acusado del secuestro de un avión de Avianca, produjo nuevos roces con declaraciones encontradas entre altos funcionarios.

Hugo Chávez, inmediatamente después de una maniobra militar venezolana realizada imprudentemente en el límite fronterizo de los dos países en la Guajira, se comunicó con el presidente Pastrana y lo invitó a una reunión en Ciudad Guayana con el objeto de limar asperezas y normalizar las relaciones. La reunión fue una verdadera sorpresa: muestras de mutua simpatía, ruptura del protocolo y elogios altisonantes. Los dos presidentes demostraron ante la opinión pública internacional, de manera más que consistente, su interés en superar la anterior situación. No es fácil entender las razones que motivaron tan sorpresivo acercamiento.

Un ligero estudio comparativo del estado en que se encontraban las relaciones políticas colombo venezolanas en 1998 y su situación actual puede facilitar una visión de conjunto de sus avances y retrocesos.

2.2. Soberanía y frontera

La delimitación de las áreas marinas y submarinas avanzó consistentemente durante la década de los noventa. Los gobiernos de Colombia y Venezuela ratificaron los principios de la globalidad y la negociación directa y crearon un clima de confianza mutua en espera de condiciones políticas más favorables para acelerar una posible solución. Esa inteligente estrategia permitió que para 1998, las tradicionales tensiones en la opinión pública disminuyeran de manera importante al conducir el tema a un segundo plano. Las comisiones de delimitación lograron avances consistentes. Lamentablemente, circunstancias políticas internas de los dos países no permitieron hacer público los progresos alcanzados. En la demarcación de la frontera terrestre también se dieron pasos fundamentales. Después de 14 años sin funcionar se reconstituyeron las comisiones conjuntas con el fin de iniciar la demarcación de los puntos pendientes e iniciar una política de densificación de hitos.

El tema de la seguridad fronteriza presenta, en esos años, la mayor suma de dificultades producto de los ataques guerrilleros en contra de las Fuerzas Armadas venezolanas, así como por los secuestros y extorsiones en los estados fronterizos. Los constantes y justificados reclamos de Venezuela se superan, al mostrar el gobierno de Colombia verdadero interés para resolver este asunto. El fortalecimiento de la coordinación y la solidaridad entre las fuerzas armadas y las policías de los dos países, mediante la creación de la Comisión Binacional de Fronteras (COMBIFROM) y a través de la aplicación de procedimientos operativos previamente acordados y de estrategias comunes, empezaron a producir resultados importantes. La comparación de las estadísticas de hechos irregulares en la zona fronteriza entre 1997 y 1998 así lo indican. El manejo de nuestras cuencas hidrográficas comunes tuvo un impulso fundamental al existir una importante cercanía en los criterios a aplicar para preservar las cuencas de los ríos internacionales, al igual que un firme rechazo a las voladuras de oleoductos y un respaldo consistente a la decisión de adelantar los estudios de normalización del río Arauca.

El inicio del gobierno de Hugo Chávez va a significar un importante cambio en la política exterior venezolana con relación a los problemas de soberanía y frontera. La designación por el gobierno de Venezuela de la Comisión para los Asuntos Fronterizos muestra la nueva correlación de fuerzas políticas existentes. En este momento no se conocen los avances o retrocesos que hayan podido tener esas conversaciones, aunque creemos que la forma en que ha sido constituida la comisión venezolana mostrará puntos de vista distintos a los sostenidos anteriormente. Es de esperar que su posición sea mucho más radical y dificulte las posibilidades de lograr un acuerdo beneficioso para los dos países. El silencio mantenido por el gobierno de Venezuela para designar los integrantes de la Comisión de Delimitación de la Áreas Marinas y Submarinas indica el porco interés que tiene el chavecismo de tratar sobre dicho asunto. A favor debemos señalar que se ha logrado mantener fuera de la polémica pública tan delicados asuntos.

La seguridad fronteriza sigue siendo un punto sumamente complejo y de difícil solución. Los secuestros y las extorsiones han tenido un significativo incremento. Los permanentes reclamos de la Asociación de Ganaderos de Venezuela así lo muestran. Por el contrario, debemos señalar como un avance muy importante la total desaparición de los ataques a los puestos fronterizos y las emboscadas a las patrullas de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Este hecho requiere de un análisis particular. No es fácil de explicar que continúen los secuestros y las extorsiones y se suspendan los ataque militares. Curiosamente, Hugo Chávez Frías, en la inauguración de la XII Reunión de la COMBIFRON (Comisión Binacional Fronteriza Castrense), ocurrida en la ciudad de Caracas el 30 de abril de 2001 y en presencia del general Fernando Tapias, Comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, tuvo la descortesía de señalar que “la guerrilla colombiana no es enemiga de Venezuela. Sólo la catalogaremos de esa forma el día que vulneren el territorio nacional”. Esta declaración es una nueva muestra de los vínculos entre el gobierno de Venezuela y la guerrilla colombiana.

Como un punto positivo, debemos señalar las declaraciones del presidente Chávez en respaldo del Plan Colombia, a pesar de haber sido uno de sus más intransigentes críticos. Esta cambiante posición muestra elementos de su tradicional táctica: retroceder al ver riesgos, pero siempre conservando su mismo objetivo estratégico. Hugo Chávez sólo respaldará el proceso de paz, si logra que éste se transforme en un triunfo indiscutible de las fuerzas subversivas. La mejor demostración de esta verdad, son sus permanentes declaraciones en contra de lo que llama la oligarquía colombiana.

2.3. Aspectos económicos y comerciales

No me corresponde desarrollar ampliamente los aspectos económicos y comerciales de las relaciones entre Colombia y Venezuela, pero es imposible dejar de reconocer los pasos fundamentales que en la década de los 90 se dieron para fortalecer la integración comercial. El respaldo decidido de Colombia y Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones, a las negociaciones conjuntas con terceros, a la importancia de un acercamiento a MERCOSUR y la justa valoración de lo que significará el ALCA crearon condiciones muy favorables para un constructivo entendimiento entre los sectores empresariales de los dos países. Los dos años de ejercicio del poder por Hugo Chávez han deteriorado de tal manera las condiciones políticas para la integración, que la confianza existente en los sectores empresariales de los dos países ha dejado de existir. La decisión unilateral del gobierno de Venezuela de suspender el transporte de mercancía desde Colombia, ante la presión de los conductores venezolanos de la frontera, creó un precedente sumamente grave al plantearse un desconocimiento arbitrario de los procedimientos obligatorios establecidos en la Comunidad Andina para resolver las controversias. Esta situación se agravó al no reconocer Venezuela la decisión del Tribunal Andino.

El impasse surgido en la Cumbre de Quebec, como consecuencia de la posición de Hugo Chávez de reemplazar la palabra democracia representativa por democracia participativa, su fracaso al no obtener el consenso necesario y su firma con reserva de la Declaración suscrita en dicha ciudad, coloca a Venezuela en una posición de grave aislamiento internacional con respecto a los demás países de América. Además, los permanentes ataques del presidente Chávez en contra del Mercado Común de las Américas y su reiterativa afirmación sobre la falta de preparación de Venezuela para ingresar el 2005 a ese Mercado Común crean una situación verdaderamente delicada en el proceso de integración colombo-venezolano y en el fortalecimiento de la Comunidad Andina de Naciones. Si al lado de este delicado hecho, colocamos la solicitud realizada por Venezuela, sin consultar a los demás países andinos, para ingresar a MERCOSUR, se consolida un panorama poco prometedor de las perspectivas de integración colombo-venezolanas. Las recientes declaraciones de la ministro de Producción y Fomento de Venezuela en el sentido de que «se crearán procedimientos restrictivos de las importaciones» es una nueva muestra de cómo el pensamiento chavecista, fundamentalmente nacionalista y enemigo de la globalización, influye en estas decisiones.

2.4. Desplazados y fugitivos

El problema de las migraciones de colombianos hacia Venezuela ha tenido de parte de los dos gobiernos un importante tratamiento, al tratar de buscarle solución a complejos problemas sociales que siempre surgen como consecuencia a la existencia de un elevado número de inmigrantes ilegales. Los instrumentos jurídicos que regulan estos asuntos entre nuestros dos países, el Estatuto del Régimen Fronterizo de 1942 y el tratado de Tonchalá de 1959, exigen una inmediata revisión. En el Acta de la Casa Amarilla del 6 de mayo de 1994, se plantearon las incidencias de este problema en la solución de otros asuntos. En la Declaración de Margarita, los presidentes Ernesto Samper y Rafael Caldera trataron con amplitud el desplazamiento de vastos núcleos de población hacia Venezuela, estableciendo el compromiso de fortalecer la cooperación entre los dos países, con el objeto de garantizar a los migrantes el pleno ejercicio de sus derechos humanos. Uno de los asuntos más dolorosos es la dificultad de registrar como nacionales a los hijos de colombianos ilegales que nacen en Venezuela, por no lograr presentar la documentación mínima exigida a nuestros propios nacionales.

El recrudecimiento de la violencia en Colombia ha producido un relativo incremento de las migraciones hacia Venezuela. El chavecismo ha introducido en la Asamblea Nacional un proyecto de ley sobre desplazados que debe ser aprobada próximamente. Existe temor de que esta ley pueda ser utilizada, de alguna manera, para crear verdaderas zonas de alivio con el fin de favorecer militarmente a las fuerzas subversivas colombianas. Sin duda, Colombia y Venezuela necesitarán establecer claros procedimientos bilaterales para resolver ingentes casos de violación de derechos humanos en la frontera y dar un justo tratamiento a los combatientes fugitivos y a los heridos.

Conclusiones

Hugo Chávez representa una grave amenaza a la estabilidad de la América Latina. Su lucha por alcanzar la unidad política entre nuestros Estados y las marcadas diferencias ideológicas existentes entre el chavecismo y los gobiernos democráticos, lo conducirán a un inevitable y permanente enfrentamiento en la región. Además, su estrecha vinculación con regímenes y partidos radicales en el mundo, lo obligará a ser parte de una estrategia internacional que busca la ruptura del actual estatus mundial. Es un grave error creer que Hugo Chávez rectificará ante ciertos riegos y presiones. En ese caso, transará momentáneamente sus acciones para mantener sus permanentes objetivos estratégicos.

Las relaciones políticas colombo venezolanas han sido y seguirán siendo influidas negativamente por el surgimiento del chavecismo en Venezuela. Su exagerado nacionalismo y sus permanentes acciones a favor de los grupos subversivos colombianos no permitirán que esas relaciones logren normalizarse por más esfuerzos que realice el gobierno de Colombia. Esa verdad la deben conocer los sectores dirigentes colombianos para no cometer el mismo error de los venezolanos que equivocadamente no valoramos la capacidad desestabilizadora de Hugo Chávez.

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