Opinión Internacional

Evo ¿sustituible?

En una entrevista otorgada a la periodista Sandra Mallo, Alvaro García Linera explicó la construcción del ‘evismo’ como corriente ideológica. Señaló que consistía en un proyecto de acceso al poder de los sectores indígenas excluidos que encuentra en la trayectoria personal y organizativa de Evo Morales su mejor nudo. Aclaró, sin embargo, que Evo es sólo un elemento referencial y de unificación simbólica, dado que el ‘evismo’ trasciende la imagen del propio Morales.

El vicepresidente negó ser el ideólogo del ‘evismo’, pero se declaró parte de este movimiento histórico. Confesó tener cierta habilidad para resumir cosas… o para ponerles nombre y de haber sido influido y bebido de las aguas del indianismo, del marxismo y del sindicalismo.

Respecto al ‘liderazgo’ de Evo Morales señaló que siempre existió la posibilidad, de utilizar otro referente indígena, pues existían otros dirigentes, tal el caso de Felipe Quispe; pero la figura de Evo fue la que permitió aglutinar todos los círculos sueltos para atarlos en un tejido virtuoso.

Se debe recordar que refiriéndose a la relación con el primer mandatario, Alvaro García declaró hace algunos días: ‘no estar ni delante, ni detrás del presidente Morales, sino a su lado, formando una yunta’. Tal vez ello explique el que en público animosamente se muestre cercano, aunque subrepticiamente deje traslucir la apariencia de una clara separación de los dos sujetos. Al vicepresidente, a menudo, se lo ha observado adoptar ciertas posturas protocolares; llevar a cabo ingratas misiones atendiendo controvertidos temas; él ha aparecido solícito para explicar el producto de alguna torpeza o desacierto del presidente; en días recientes, ante la ausencia del titular del Gobierno, ha aparecido explicando los hechos luctuosos de Huanuni.

De allí que a veces resulta difícil entender el extraño vínculo entre un ciudadano que emerge de la sombra del propio Morales y que a pesar de haber admitido su pasado radical, proyecta el perfil de un ciudadano mesurado al que su lograda cultura y los libros leídos (25.000 ej.), le han conferido el pulimento de la madurez, por lo que le debe resultar difícil apartarse de las formas adquiridas y enfrentar la rusticidad que ostenta el primer mandatario como exacto contraste de sí mismo. Aunque contrariando tal sensatez, en evocación a su pasado guerrillero, en Warisata se lo escuchó declarar que para asumir un papel decisivo en la revolución indigenista boliviana, en ese sitio aprendió a ‘amar, a luchar… y también a matar’.

Muchos preguntan si García Linera logrará suceder a Evo Morales. A menos de un año de gestión la pregunta es inadecuada. Pero si el cuestionamiento conlleva la intención de recordar que la lealtad en la disputa del poder, no es moneda de curso legal, y que los bolivianos tenemos fresca memoria de ejemplos de vicepresidentes de la república que luego de asumir una actitud de consecuencia y sumisión al titular del gobierno, incentivados por la angurria y la oportunidad de trepar, han sido capaces de serrucharle el piso; se supone que el presidente Morales ha debido tener la astucia previsora de decidir por un alter ego eficiente y de probada lealtad.

Entre otros aspectos, también se le preguntó al vicepresidente si Evo Morales era reemplazable. García Linera respondió que la pregunta era compleja, pero que en términos históricos todo líder es reemplazable, pero en términos de la coyuntura de estos años, no; y que en la consolidación del nuevo Estado la presencia de Evo es determinante; sin embargo en la ‘emancipación de los pueblos’, Evo Morales es ‘sustituible’.

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