Opinión Internacional

Fuera de Control

Rafael Correa, Hugo Chávez y otros polémicos personajes y grupos de la política latinoamericana tienen buenas razones para pretender convencernos, en estos días, de que lo suyo es el pacifismo y la legalidad, y por eso reaccionan furiosos contra la demoledora información que aportan las computadoras del asesinado ‘Raúl Reyes’ sobre sus lazos con las FARC. La Interpol ha corroborado que el Gobierno colombiano no manipuló los datos de esas fuentes de información. Por lo tanto, lo que se encontró es la memoria y la cuenta de esa guerrilla, corporación de narcotráfico, secuestros, matanzas y de siniestras alianzas.

La Interpol es la organización a la cual acudió Néstor Kirchner, en octubre de 2007, para exigir que se apresara a ex funcionarios de la embajada iraní en Argentina acusados de haber sido los autores intelectuales del atentado terrorista contra la sede de la comunidad judía de su país en 1994. Es la agencia que detuvo a Fujimori en Chile, pocas horas después de su llegada a Santiago, tras el pedido del Estado peruano de capturarlo en cualquier parte del mundo. A la Interpol también se dirigió el juez Baltasar Garzón cuando intentó la extradición de Augusto Pinochet de Inglaterra a España, cuestión frustrada por los tribunales de ese país. También, sus agentes arrestaron y encarcelaron al ex dictador uruguayo Gregorio Álvarez, en 2007, por su participación en la ‘Operación Cóndor’, organizada por los militares del cono sur para coordinar la persecución y matanza de civiles que les «causaban molestias».

La Interpol tiene órdenes de captura a variados facinerosos en todo el mundo, desde Bin Laden hasta militares y guerrilleros, y responsables de crímenes en masa. Es la tercera organización más grande del mundo, con 186 países miembro, que desde 1923 combate el crimen internacional. Su sede está en Lyon, Francia, no en Washington, y desde 1971 es reconocida por la ONU como un organismo intergubernamental hasta el punto de nombrar un representante especial en su seno desde 2004. El actual secretario general es, por primera vez, un norteamericano, Ronald K. Noble, ex secretario del Tesoro de Bill Clinton y no de Bush o de Reagan, y solo asumió su cargo hace pocos meses, para la desdicha de quienes intentan acusar a esta profesional y digna organización de ser manipulada por la CIA.

Aquellos que elogiaron el rol de la Interpol cuando se trató de los casos de Pinochet, Fujimori y de otros personajes acusados de masacres y crímenes, tendrán grandes desafíos para ahora acusarla de prestarse a conspiraciones basadas en motivaciones ideológicas. El CV de la Interpol y el prontuario de aquellos, en cuyas computadoras se involucra la ayuda militar y económica de ciertos políticos y militares, las FARC, son razones muy buenas para que los aludidos se muestren histéricos y teman por su futuro, una vez que pierdan la inmunidad de sus investiduras.

Siempre habrá gente que alegará que, como no están Bush y otros villanos en la lista de la Interpol, entonces no vale lo que se dice de otros. Sin embargo, no le corresponde a esta agencia juzgar, sino investigar, cuando un gobierno u organismo judicial se lo pide, con «documentos (o en disco duro) en mano». Podrá llegarle el turno al vaquero norteamericano, pero ahora es la hora de los bravucones sudamericanos. Ahora que sabemos quién juega para ‘KAOS’, les toca a los políticos -y no a los agentes ni a superagentes como Maxwell Smart- determinar qué se hace con aquellos que están fuera de ‘CONTROL’ por un hallazgo digno de Reyes.

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