Opinión Internacional

Hiperatolondrado

No se cansa el ojo de ver, ni el oído de escuchar. Definitivamente los sucesos de Honduras le han dado un vuelco a la historia latinoamericana. Hemos recibido grandes lecciones, de dignidad algunas y de lo contrario otras. Lo que no cambió en nada, por ahora, es la ya asfixiante rutina de ver a Hugo Chávez emitiendo esa especie de rebuznos a que estamos acostumbrándonos.

No tiene precio haber visto a Raúl Castro, metiéndole la zancadilla a esa suerte de ballet mal ensayado que montaron los lamesuelas del ALBA para tratar de exorcizar la crisis psicótica que le produjo al hiperlíder la defenestración de Zelaya. El benjamín de los Castro vino a cumplir una misión clara. Estaba consciente que su filípica en defensa de la democracia no la iba a creer nadie, de allí el énfasis de su actuación. Luego se botó al decirle al mismísimo Chávez que no se iba a calar sus peroratas, que no tenía paciencia para oírlo, ni Fidel tampoco, y esto transmitido en vivo por Telesur, la herramienta del terrorismo mediático y la desinformación del alunado proyecto chavista latinoamericano.

Ver a Chávez recordando sus hazañas del Museo Militar, dirigir la frustrada “insurrección popular” que reinstalaría a Zelaya, y la payasada del avión de CITGO, (que bien caro nos costó). Para luego del estrepitoso fracaso caer en uno de esos mutismos, que hacen a muchos venezolanos imaginarlo amarrado y con camisa de fuerza. No deja de sorprendernos, seguro reaparecerá hablando de magnicidios y conspiraciones. El mismo argumento: una de vaqueros.

Otro hecho singular se sumó para perturbar la ya de por sí trastornada cabeza del hiperlíder. Antonio Ledezma con su huelga de hambre en la sede de la OEA, le terminó de derrumbar su última locura de pretender disfrazarse de “adalid de la democracia continental”. La valentía y dignidad demostradas por Ledezma augura nuevas crisis psicóticas. Mientras, Diosdado ladra, amenazándonos con la hiperrevolucionaria e hiperdemocrática norma que pretende aplicar: “No hay que discutir ni averiguar. Hay que aceptar” Luisa Ortega Díaz hace méritos para demostrar que ella es la Fiscal General que necesitaba Nixon para salvarse de Watergate.

Hillary Clinton recibiendo a Globovisión, luego de hacerlo con Zelaya, le puso la guinda a la torta y nuestro hiperlíder quedó hiperatolondrado.

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