Opinión Internacional

Irak, ni lo uno, ni lo otro

El traspaso  de poder en Irak, no complace ni a la tesis de los neoconservadores de  Washington, ni a la bobalicona izquierda europea, como tampoco a su  majestad Chirac. Por lo pronto Irak, no es ni la capital democrática de  ese soñado Medio-Oriente democrático que desde Washington los halcones  creen imponer, así como tampoco Irak es el hervidero de la insurrección  popular moderna que le haría frente al gran Satán imperialista.   Por ahora,  Irak, es un país que apenas comienza a recobrar su soberanía enjuiciando  a Saddam Hussein. Claro está,  la lista de problemas por resolver con carácter de urgencia, por parte  del nuevo gobierno del primer ministro Iyad Allaoui, es enorme;  seguridad, restablecimiento del aparato de Estado, pasando por la  reconstitución del ejército; todo ello teniendo como denominador común  la reintegración de miembros del partido Baas, a través de una suerte de  tacita amnistía, de la cual el mismo Allaoui como antiguo miembro del  partido Baas es uno de los principales beneficiados. En igual  medida, mientras internamente Irak, mal que bien busca reacomodo; los  neoconservadores sufrieron un duro golpe, cuando sus oponentes desde la  CIA pusieron a circular en Internet las fotos que mostraban la atrocidad  cometida por los marines en la prisión de Abu Ghraïb; se buscaba la  cabeza de Rumsfeld, sin embargo rodaron las de Tenet director de la CIA,  y la de Chalabi quien quedó fuera del nuevo gobierno iraquí. La izquierda  europea también se equivocó al apostar por la rebelión de los  descamisados chiítas de Moqtada-Sadr, llamados a abrir una rebelión pro  árabe que impregnara toda la región, finalmente pactaron y se sometieron  a la política de pacificación dictada desde Irán. A cambio, los  ayatollas entraron en el gobierno provisional iraquí y están al frente  del Ministerio de Finanzas. Al mismo  tiempo, la sangrienta insurrección que lleva adelante Al Zarqawi un  antiguo miembro de Al Qaeda, con la cadena de atentados suicidas, y el  asesinato de rehenes extranjeros; pareciera mas la obra de un mercenario  desesperado que ve el final aproximarse. Claro está,  éste balance no se logra directamente gracias a la política que  impusieran sobre el terreno las fuerzas de la coalición. La guerra si  bien alborotó el avispero, no le otorgó a los EE.UU. una influencia  decisiva sobre todo lo que sucede en la región. Irak es una nación en  medio de un sangriento reacomodo, y que a los ojos de occidente estaría  al borde de una guerra civil; sin embargo, muy a pesar de todo el drama  hay que reconocer que existen fuerzas internas que apuestan por la  supervivencia en común. Las mayorías chiítas, junto a la fortaleza  sunita y los kurdos están claros, en la necesidad de lograr un  compromiso histórico que le otorgue a todas las partes una recíproca  subsistencia. Así las  cosas, el reciente apoyo que la OTAN acordara al nuevo gobierno iraquí,  se inscribe en la realidad efectiva de lo que está sucediendo en Irak. Y  en noviembre son las elecciones en los EE.UU. y el silencioso Kerry  encabeza ligeramente los sondeos, gracias a los autogoles del propio  Bush; pero éste último pareciera haberse políticamente fortalecido luego  del Handover adelantado y de su gira europea. Mientras  tanto, vimos en el TEI (Tribunal Especial Iraquí) a un delgado Saddam,  quien venido a menos, habló mas como quien acabara de ver la película de  Michael Moore Fahrenheit 9/11, en lugar del desafiante sátrapa  que hasta hace poco el propio Hussein encarnara.

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