Opinión Internacional

La jorobita

En el marco de los festejos del bicentenario del grito libertario de la ciudad de La Paz el presidente Evo Morales no ha ahorrado esfuerzos por demostrar que esta ciudad es la “niña de sus ojos” y no sólo sigue y seguirá siendo el centro del poder político. Sin duda la ciudad de Sucre ha quedado relegada al plano del baúl de los recuerdos, a consecuencia de la política centralista que plantea el gobierno actual y que no admite ningún tipo de redistribución y menos un desplazamiento del eje central del poder y además como una respuesta de hostilidad y castigo en consecuencia a que esta ciudad se manifestó en rebeldía frente a las políticas vehementemente centralizadas y que no admiten tampoco ningún tipo de acciones contestatarias u opositoras.

Ni que decir en lo que concierne al Oriente boliviano, a sabiendas de que este vasto y pujante territorio tampoco puede aspirar a ocupar algún lugar o posición dentro del concierto nacional, pues en la actual gestión ha quedado vilipendiado y puesto en un tercer plano dado que se le ha sentado la mano con intervenciones militares, con estado de sitio, con prisión de uno de sus prefectos y con una persecución implacable a ciudadanos cruceños, pandinos y benianos.

El analizar y desmenuzar esta realidad no resulta para nada una actitud celosa, sino el abrir los ojos para observar que la gestión Morales sólo tiene gestos positivos hacia la ciudad de La Paz y el territorio del Chapare, territorios en donde están concentrados en gran porcentaje sus electores y las masas que el actual gobierno mueve ante cualquier contratiempo o situación adversa que se le presente. Este es el motivo por el que de manera abierta y en forma exprofesa el presente gobierno se encarga de mostrar estas diferencias de actitud excluyendo a una gran parte de las regiones de Bolivia y mostrando su preferencia sólo por los territorios que considera sus bastiones imbatibles e incondicionales.

Para el festejo del bicentenario del departamento paceño, Evo Morales ha invitado a los presidentes afines a sus políticas como es el caso de Chávez, Correa y Lugo quienes vinieron con un libreto bien dirigido y orquestado para aprovechar la palestra y abrir fuego sobre sus verdaderas intenciones, razón por las que afirmaron que trabajan por una “segunda independencia del continente”. Por supuesto que la voz cantante de la arenga la tuvo el presidente venezolano Hugo Chávez planteando que nada ni nadie podrá detener el camino independentista que han emprendido, pero luego fue secundado como corresponde por sus amigos que fueron llegando al aeropuerto con el mismo discurso, por lo que Correa y el paraguayo Lugo no se quedaron atrás floreando sus discursos con la palabra “independencia”.

Después que los tres presidentes mencionados cumplieron los ritos, repitieron sin zafarse el libreto propuesto y cumplieron a cabalidad el rol que les había sido distribuido de antemano, los ciudadanos que observamos sus acciones, que los vemos tras la vidriera de sus palestras nos preguntamos si ellos mismos se creen estas historias que nos cuentan con tanta maestría estelar. ¿Será que ellos se creen eso de que son salvadores o libertadores de sus pueblos? En honor a la verdad es muy difícil suponer que ellos hayan llegado al nivel de creerse la historia que nos vienen contando y que no tiene otro motivo ni otro objetivo que el de quedarse indefinidamente en el poder incluso al costo y a cuenta de someter a sus propios pueblos, de recortar una y otra vez libertades y derechos ciudadanos y de apoyarse unos a otros en la consecución de estos fines.

La prueba de la realidad no admite ambigüedades porque la libertad y la liberación de los pueblos están reñidas con acciones de imposición, de violencia, de avasallamiento y con prácticas corporativas y totalitarias. De todas maneras el libreto lo tienen bien aprendido, tal como se aprenden esos versitos graciosos que enseñan las profes en el jardín de infantes: “mis zapatitos me aprietan, mis mediecitas me dan calor y el morochito del frente me tiene loca de amor”, o esos otros que se repiten en las horas del recreo: «al que dice mentiritas le sale una jorobita», u otras cosas por el estilo.

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