La Ruta Chilena
Desde mediados de la década de los ochenta Chile inició una ruta de crecimiento económico fundamentada en la iniciativa privada y libertad de mercado. El modelo se complementó en los noventa con políticas sociales dirigidas a las clases menos favorecidas lo cual ha logrado una envidiable estabilidad social, matizada con crecimiento económico, reducción de la pobreza y bajos niveles de inflación y desempleo.
A pesar de la baja sufrida en el crecimiento por la crisis financiera del 2008, el país logró capear la situación, pues las autoridades monetarias aprovecharon la época de bonanza en los precios del cobre para crear fondos de estabilización que se utilizaron para estimular la inversión, el consumo y el empleo.
El per cápita chileno que llegó a $ 14.300 el año pasado es el más alto de toda la región y la economía se estima que crezca este año alrededor de un 5% en términos reales. El modelo chileno en estos veinticinco años ha obtenido también importantes logros en diversificar su economía, en crear un sistema de pensiones y promover el bienestar social con envidiable equilibrio fiscal.
En atención a sus logros la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) ha invitado a Chile a incorporarse como miembro, lo cual de materializarse, facilitaría el acceso al sistema financiero internacional y recibir mayores flujos de inversión extranjera debido a la percepción general de menores niveles de riesgo.
Estadísticas de organismos internacionales muestran un país con inflación anual del 1.5%, desempleo del 9%, salario mínimo de $336, 33% de los hogares poseen conexión de Internet con banda ancha, 88% posee al menos un teléfono celular y 68% de la población está cubierta por el seguro de salud pública.
Los países que aspiren a una estabilidad política e institucional y deseen éxito en lo económico-social deben seguir a Chile y apartarse de modelos socialistas ya fracasados.
