Opinión Internacional

Las joyas de la CIA: otro expediente diversionista

Se trata en verdad de una gran operación psicológica, de los servicios especiales norteamericanos en la que aparecen algunos elementos de veracidad –buscando credibilidad- con el propósito de lograr fines desinformativos estratégicos

El gobierno norteamericano acaba de desclasificar un nuevo grupo de documentos que ponen de manifiesto lo que se ha denominado como las “joyas de la CIA”. Una vez más, diversos planes de asesinatos y operaciones con distinto grado de criminalidad de la Agencia Central de inteligencia norteamericana, son puestos al descubierto de una manera sesgada, cercenada, incompleta.

Desde que en 1975 la Comisión Church del Senado norteamericano investigara muchas de aquellas acciones, especialmente contra el líder de la Revolución cubana, todos los años se hizo ya política oficial publicar partes de documentos de la CIA con 25 años de vejez, en forma tal que lo denunciado una vez como criminal, aunque nunca condenado, se ha convertido en cotidiano y ha dejado de ser novedad.

Ahora parece virtud del gobierno estadounidense desclasificar esos documentos, como si el actual no tuviera que ver con aquellos anteriores y este Presidente no fuera hijo de aquel otro –de igual nombre y que aún vive- que fuera Director de la CIA, vice-Presidente ocho años y Presidente otros cuatro, en una de las épocas más terribles de la criminalidad política en la historia de los gobiernos usamericanos.

Si nada tuviera que ver este gobierno con aquel del padre ¿qué explica que la administración de George Bush hijo haya acudido a todo tipo de artimañas para evitar el enjuiciamiento o extradición del connotado, reconocido y confeso terrorista Luís Posada Carriles, declarado agente de la CIA, autor del crimen de Barbados en 1976 cuando George Bush padre era el Director de la CIA, en el gobierno de Gerald Ford?

“Las joyas” se ponen a la luz pública, como si esos crímenes no fueran responsabilidad en primer lugar de los mandatarios norteamericanos que en todas las épocas, salvo quizás Carter, han usado el asesinato como instrumento de su política exterior.

Que la CIA ha tratado -innumerables veces- de asesinar a Fidel, dejó de ser novedad hace mucho tiempo. Comentar el hecho como tal, es más de lo mismo. Ya no es noticia. Ya ellos se han encargado de hacer habitual todo ese show ¿Que hay detrás de estos “nuevos desclasificados” ya sistemáticos?

Se trata en verdad de una gran operación psicológica, de los servicios especiales norteamericanos en la que aparecen algunos elementos de veracidad –buscando credibilidad- con el propósito de lograr fines desinformativos estratégicos tales como acostumbrar a todos a que acepten estas políticas criminales como eventos normales, presentar una máscara democrática para encubrir todo el sistema represivo y semi-fascista que impera en Estados Unidos, desviar la atención hacia la conocida CIA como si esta fuera la única Agencia criminal de la Comunidad de Inteligencia norteamericana y “aliviar” así la presión contra los asesinatos y torturas practicadas por especialistas militares en Irak y la base de Guantánamo, centrar la criminalidad gubernamental yanqui en gobiernos anteriores para intentar un velo sobre toda la bestialidad desplegada por el actual en Irak y hacernos creer que tales políticas son cosas del pasado, en posible intento de “distanciarse” de cualquier magnicidio en preparación.

No se puede descartar, que el rejuego también sirva al pase de cuenta que la Administración Bush viene cobrando a la propia CIA, por el hecho de que algunos de sus analistas y funcionarios hayan denunciado la manipulación gubernamental de información de inteligencia para justificar la agresión contra Irak y para montar provocaciones contra Cuba.

Es verdad que entre “entre col y col, lechuga”, siempre algo se les saca a los desclasificados, pero eso es nada en comparación con las ganancias desinformadoras y diversionistas que provocan.

Con estas continuadas publicaciones de viejos archivos mutilados, nos quieren acostumbrar a la idea de que el asesinato político es algo “normal, nada tiene de extraordinario que el gobierno de Washington mande a matar a líderes políticos extranjeros”. Cualquier otro gobierno, en cualquier lugar del mundo, que reconozca tales tipos de crímenes de algunos de sus predecesores, tendría inmediatamente que ordenar una investigación, cuya más benigna condena sería al menos una recriminación judicial pública.

Pero no, eso no pasa, no puede pasar en EEUU, aunque el jefe de turno en la CIA cuando muchos de aquellos crímenes fueron cometidos, esté vivo. El sistema político de esa nación es “tan sólido, tan coherente, tan hegemónico, tan…” que a nadie se le podría ocurrir montar un juicio en ese país para investigar tales hechos y condenar a los autores directos e intelectuales. Ya sabemos que internacionalmente, intentarlo es perder el tiempo, si no reconocen la jurisdicción del tribunal de la Haya si quiera para simples soldados asesinos, qué imaginarnos sobre un tan “distinguido dignatario”. El gran imperio dispone, los otros adopten.

Pretenden que se admitan estos homicidios, como normales presentaron los bombardeos criminales contra las repúblicas ex yugoslavas, la destrucción de Irak y el asesinato de cientos de miles de niños, mujeres, ancianos y civiles iraquíes, para tratar de implantar en ese país un régimen títere que les garantice acceso y control a la franja petrolera meso-oriental. “Es normal que el imperio haga lo que tenga que hacer para defender sus intereses”, han dicho más de cuatro halcones del Pentágono.

Maquiavelo, no hubiera podido imaginar como una de sus máximas -“el fin justifica los medios”- ha podido llegar a ser tan vulgarizada y puesta al servicio de tan bajos y pecaminosos propósitos.

Las desclasificaciones no son más que un lavado de cara, “una muestra de democracia”: “el gobierno de USA sí desclasifica las acciones de sus servicios de espionaje y hasta da a conocer planes y acciones para el asesinato de lideres revolucionarios extranjeros”. Acaso algún gobierno del mundo puede darse ese “lujo democrático”. Y hasta quieren aplausos. Un habanero del barrio del Canal en el Cerro, diría: ¡¡¡que cara de tabla son los yanquis estos!!!

Se creen acaso, que por publicar unos pocos papeles picoteados y tachados, la gente en Estados Unidos y en el mundo, se van a olvidar de todas las reglamentaciones de “Ley patriótica”, un verdadero engendro semi-fascista orquestado al socaire de la situación creada por el criminal ataque a las torres gemelas, para intentar hacer realidad los sueños ultra conservadores de legalizar el control absoluto de las vidas y acciones de todos los norteamericanos en previsión de cualquier acto contra el vigente sistema capitalista.

Uno de los propósitos de esta operación diversionista es tender una cortina de humo para disimular las actividades criminales de otros servicios especiales norteamericanos. No es la CIA la única, ni siquiera la que más enemigos políticos asesina. Existen en la llamada comunidad de inteligencia norteamericana, que a cada rato arreglan y desarreglan, varios servicios que acuden regularmente a esos métodos, especialmente el FBI (Buró Federal de Investigaciones), el aparato de Inteligencia del Departamento de Defensa, la DIA (Inteligencia de Defensa de la Armada) y la DEA (Agencia para el Control de Drogas).

El más reciente caso conocido públicamente, en el cual el FBI acudió al crimen político, fue el asesinato del líder independentista puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos, ocurrido el 23 de septiembre del 2005. Muchos de los asesores norteamericanos que participaron en las represiones contra el movimiento revolucionario latinoamericano en los años 70, eran agentes del FBI.

Si de asesinatos políticos se tratara, muy posiblemente la DIA competiría ventajosamente con la CIA, pues mientras ésta mata selectivamente, los informes de la DIA sobre puntos y objetivos enemigos a destruir, comprenden a veces miles de “enemigos”. Era la Escuela de Las Américas, del Departamento de Defensa, enclavada en el Canal de Panamá, donde fueron entrenados los militares latinoamericanos que reprimieron violentamente los movimientos revolucionario y guerrilleros en todo el sur del Río Bravo. Fue de allí de donde salieron los gorilas golpistas que plagaron el panorama latinoamericano de los años 70 y 80.

¿A qué Departamento estaba subordinada la cárcel de Abu Ghraib donde tantas torturas fueron denunciadas y a quien respondían los militares norteamericanos acusados de tales abusos? ¿A quien está adscrito el campamento instalado en la base naval de Guantánamo, cuyo cierre reclama el mundo por las torturas, asesinatos y violaciones de todo tipo de los derechos humanos de los prisioneros?, ¿quien organizó las cárceles secretas en Europa y los vuelos clandestinos para encarcelar y trasladar a los prisioneros secuestrados en todo el mundo supuestamente vinculados a la red Al Kaeda?

Todo el mundo sabe que toda este criminal montaje fue obra del Departamento de de Defensa, en coordinación con la Oficina de Seguridad Nacional que hasta hace poco dirigió el tristemente célebre Jonh Dimitri Negroponte, Embajador en Honduras y coordinador en el terreno del affaire Iran-Contra, que bajo la dirección del Consejo Nacional de Seguridad en época en la que Bush padre era Vicepresidente de Reagan, armó a la contra nicaragüense traficando drogas hacia EUA y vendiendo armas ilegalmente a Irán.

Las acciones de la DEA en México, Colombia y en toda la región, no están solo destinadas a trabajar contra el narcotráfico. El llamado plan Colombia está encaminado especialmente contra el movimiento revolucionario colombiano y destinado a servir de contención al avance las fuerzas progresistas en el sur del continente americano. Sus bases extendidas por toda la región sirven de entrenamiento a francotiradores y elementos paramilitares que tienen entre sus propósitos el asesinato de líderes revolucionarios, como quedó recientemente evidenciado cuando un grupo de paramilitares de origen colombiano que confesaron sus planes, fue capturado en territorio venezolano.

Igualmente otro propósito pudiera ser el señalado por Fidel en sus reflexiones de hoy sugiriendo que esta nueva “desclasificación” significaría «el intento de dar una imagen de transparencia en los peores momentos de aceptación y popularidad del gobierno (de EE.UU.), y al mismo tiempo dar a entender que estos métodos pertenecen a otra época y ya no se usan».

En fin, desviar la atención pública hacia anteriores crímenes de otros gobiernos, para tratar de compensar de alguna manera el gran desprestigio que sufre interna y externamente el actual gobierno Bush Ge., consecuencia de su desastrosa y criminal guerra en Irak, con sus secuelas económicas, políticas, sociales y ambientales para todos los pueblos del mundo, incluido el norteamericano, que enfrentará una elección presidencial el año próximo: “todos los gobiernos estadounidenses hemos cometidos crímenes.”

En la misma dirección que apunta Fidel, esto podría ser un intento de encubrir un eventual magnicidio en Venezuela, muchas veces ya denunciado y que pudiera estar organizándose en estos mismos momentos. No pudieron con Fidel, pero quien duda que lo intenten contra Chávez, procurando, de esta forma distanciarse de lo que pueda suceder.

“Las joyas de la CIA”, pueden responder o quizás de paso servir también al pase de cuentas, del que han sido víctimas algunos de sus funcionarios y analistas que no se plegaron a los posiciones de la administración, especialmente en relación con las informaciones de inteligencia utilizadas para justificar la invasión a Irak y en acusaciones contra Cuba.

Conocidas son las presiones que ejerció Paúl Wolfowith, cuando era vicesecretario del Dpto. de Defensa sobre analistas de la CIA que no compartían sus declaraciones sobre la supuesta existencia de armas bacteriológicas en Cuba y la revelación por fuentes de la Casa Blanca de la relación de Valeriy Plame con la CIA para vengarse de la actuación de su esposo por denunciar la falsedad de informaciones usadas para justificar la invasión a Irak.

Hay que ser un poco ingenuo, para suponer que las “joyas de la CIA”, no traigan algo detrás. Podrán engañar a otros, pero no a los revolucionarios cubanos, que llevamos tantos años lidiando contra tanta mentira, demagogia y desinformación proveniente de los servicios especiales del Imperio. En estas luchas, hemos aprendido muy bien que detrás de todas las campañas publicitarias de Washington, siempre encontraremos, ocultos, sus varaderos propósitos.

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