Opinión Internacional

Negros nubarrones sobre la democracia

Un niño de sexto de primaria puede explicar con cierta propiedad al presidente Morales, que ocasionalmente conduce el país, que la ‘democracia’ implica entendimiento, comprensión, tolerancia, diálogo, madurez y, fundamentalmente, respeto a las minorías, aspectos éstos que tal vez su formación sindical no le ha permitido asimilar. Podría enseñarle que esta doctrina política proviene de los vocablos griegos ‘demos’ (pueblo) y ‘kratos’ (autoridad o gobierno), y que ello de ninguna manera implica poder divino, privilegio o predestinación de cierta etnia o cultura sobre otras, sino el dominio del conjunto del pueblo en el gobierno político de un Estado.

Puede aclarar al primer mandatario que la ‘democracia’ no admite la autocrática estructuración del nuevo Estado sobre la base de una matriz cultural indigenista, irrespetuosa del carácter multiétnico y pluricultural de la nación boliviana; una identidad ideológica asentada en la cosmovisión de un modelo comunitario que traduce la visión romántica del pasado de los pueblos del Collasuyo; por lo demás, un sistema arcaico de economía hace siglos superado y que en absoluto tiene que ver con el que se ha desarrollado en el país, menos aún en el oriente.

Quisiera decirle que los bolivianos perciben que la ‘democracia’ se encuentra acechada por nuevos peligros. El totalitarismo es uno de ellos, el fundamentalismo indigenista es otro. Que en este sentido, en actitud arrogante, ha logrado concentrar el poder absoluto en sus manos y lo ejerce únicamente a través de su partido, el cual –además– no respeta los poderes constituidos y tiende más bien a sustituirlos. Que el fundamentalismo que exhibe privilegia el racismo, que en este caso exalta usos y costumbres aymaras como si fueran virtudes esenciales para afirmar la nacionalidad, singular componente cultural que pretende utilizar como homogeneizador de la identidad boliviana.

Que por instrucciones suyas es terrible el servilismo político con el que está actuando la mayoría de los miembros de la Asamblea Constituyente. Que es una lástima que no fuese distinto, mejor y productivo. Que exhiben una solemne ignorancia e inmadurez política, que incentiva una anuencia rastrera, que los predispone a actuar por consigna sin personalidad ni responsabilidad cívica.

Puede reflexionar al primer mandatario sobre el ‘populismo’, decirle que es enemigo acérrimo de la democracia y que, en sus referentes más extremos, la utilización de la distribución ilegal de la tierra como instrumento político determinará el ejercicio de la violencia, pues está adquiriendo el carácter de guerra santa contra los departamentos que se oponen a la destrucción de su sistema productivo y no están de acuerdo con su política fascista.

Quisiera decirle a la primera autoridad del país que la ‘democracia’ es una filosofía de vida que se caracteriza por el respeto permanente a normas que rigen entre gobernantes y gobernados. Que, por tanto, no se puede abusar de un temporal paso por la función de gobierno, sobreponiéndose a instancias como el Congreso, la Asamblea Constituyente y el Poder Judicial, en total desconocimiento a la legalidad instituida.

Quisiera advertir al presidente Morales que es muy grave para las nuevas generaciones observar la insensatez con la que públicamente pretende someter a la sociedad a determinaciones tomadas arbitrariamente, inspiradas por un antojo, por cálculo político o por deleite en lo racial y extravagante, sustentando tal imposición en su coyuntural mayoría, de allí que con adecuada pertinencia, un analista político le recordaba hace escasos días que Mussolini, Franco y Hitler también exhibían confortantes y aplastantes mayorías.

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