Opinión Internacional

¡No contaban con mi astucia!

Con gran ‘astucia política’ el MAS, partido del presidente Morales, consiguió en la Asamblea Constituyente acaparar y aprobar los informes en mayoría y minoría en las comisiones de Visión País, Tierra y Territorio; anular a la oposición e imponer los conceptos de Estado Plurinacional y de Propiedad Popular de los recursos naturales. Con la misma táctica piensa controlar al menos siete de las veintiún comisiones. La estrategia se repetirá en el tratamiento del tema autonómico, ya que con el propósito de reducir competencias a las Autonomías Departamentales, impondrá las Autonomías Indígenas Originarias y Campesinas, y en base a ellas reterritorializará el país.

Lo sucedido en la Constituyente, no es ajeno al oficio de la política. El oficialismo, ha consagrado y legitimado la ‘astucia política’ como uno de los recursos más usuales de su gestión de gobierno y exhibe con jactancia esta actitud. Y no es de extrañarse, en Bolivia el eufemismo ‘astucia política’, simplemente significa inescrupulosa rapacidad astuta. Y es precisamente en el sistemático ejercicio del ‘maniobrerismo andino’, inconsecuente e irresponsable, que encuentra explicación la crisis del sistema político boliviano y la situación del país, dado que esta cultura ha impregnado las conciencias y logrado acondicionar con rasgos bien marcados la conducta de la clase política altiplánica desde los inicios de la República.

De allí que, fruto de este contubernio se observa a los ‘mestizos’, más que a los ‘indígenas’, involucrados en el copamiento de las comisiones de la Asamblea Constituyente. Así también se explica la presencia de tantos K’haras serviles a un gobierno que se disfraza de indígena originario, con una obsecuencia tal, que actúan públicamente como verdugos despiadados de quienes se oponen al régimen, reivindicando una tradición de mercenarios políticos que, en un perfecto círculo vicioso, origina y perpetúa la ‘astucia política’.

Con la misma artimaña y actores se procederá a partir del 2 de julio para imponer un proyecto de Constitución a gusto y medida del Presidente Morales, en la que la reelección presidencial es parte sustantiva. La nueva Carta Magna, cuidadosamente elaborada por asesores venezolanos, definirá la marcha hacia el Socialismo Siglo XXI de Heinz Dieterich, de donde emergerá el omnipotente ‘Poder Social Plurinacional’, un consejo o asamblea tipo Soviet, conformado por representantes de los pueblos indígenas originarios y campesinos y de las organizaciones sociales; un poder independiente cuyas decisiones son inapelables y de cumplimiento inmediato por parte de los otros poderes del Estado, a los que también podrá controlar.

A partir de la nueva Constitución es que se aplicará el proyecto de ‘descolonizar Bolivia’. Según los ideólogos masistas, la problemática actual que involucra el fatalismo de la raza vencida, es consecuencia del determinismo geográfico y la herencia española, por lo que se debe cambiar el mapa del país, desmontar los poderes del Estado, especialmente el Legislativo y el Judicial considerados reductos coloniales y otorgar la conducción del destino de Bolivia a los aymaras y quechuas, bajo la matriz étnico-cultural-comunitario (campesino/indígena).

Lo cierto es que quienes votaron por el cambio, estaban completamente convencidos que se cambiaría la corrupción por la honestidad, la discriminación por la inclusión, la anomia por el respeto a las leyes y, en definitiva, la ‘astucia política’ por la inteligencia y el trabajo para llegar a tener un mejor país para todos, lamentablemente ahí tienen la respuesta.

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