Opinión Internacional

Otra integración es posible

(%=Image(7021024,»R»)%)La hegemonía, máxime en las sorpresivas condiciones actuales de que ha sido vulnerable blanco, requiere de una construcción simultánea en los planos militar, económico, político y cultural, creando las condiciones reales e imaginarias de invencibilidad, constituyéndose en paradigma de referencia y en sancionador, hacedor y árbitro de las decisiones mundiales, haciendo de la propia concepción del mundo y sus valores la perspectiva civilizadora reconocida universalmente. Así, dentro de la estrategia de seguridad nacional, de reafirmación de la hegemonía para un nuevo siglo, un nuevo milenio, los objetivos generales que debe garantizar el Departamento de Defensa de USA son: asegurar la creación de un ambiente internacional favorable a los intereses de Estados Unidos; tener la preparación y presteza necesarias para responder al amplio espectro de crisis que amenaza sus intereses; tomar las previsiones necesarias para estar preparados ante la incertidumbre del futuro cercano, más próximo que lejano, real. La política del unilateralismo, de las decisiones al margen y por encima de los organismos multinacionales mundiales y regionales, evidencian los esfuerzos de Estados Unidos por su liderazgo excluyente, por el cumplimiento del nuevo «viejo sueño» de la hegemonía mundial, convirtiendo nuestra región en coto cerrado de la «doctrina de la seguridad continental» y de la «doctrina de la seguridad nacional». O en decir de Clinton: «La democracia más grande del mundo liderará un mundo entero de democracias (…) con el fuego brillante de la libertad estadounidense propagándose por todo el mundo»

En lo que concierne a nuestra América, la nueva arma de la hegemonía mundial unipolar de EUA es el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Fijada para el 2005, tendrá efectos letales sobre la estructura productiva de nuestros países del Sur, y por ende en la vida de nuestras sociedades que ya atraviesan profundas desigualdades en la distribución de la riqueza, las que condenan a la exclusión a dos tercios de su población. Esta presión delata el tardío despertar de Estados Unidos a las políticas de conformación de bloques geoeconómicos. Es una carrera para recuperar el tiempo perdido, ahora cuando en el patio hemisférico se asoman hasta las potencias asiáticas.

El ALCA, negociada por gobiernos de 34 países del continente, con excepción de Cuba y con el voto salvado de Venezuela, ha obligado al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) a formular categóricamente 10 RAZONES PARA DECIRLE NO AL ALCA. Éstas son: El ALCA extenderá a todo el continente un tratado que ya ha probado sus terribles consecuencias sociales. El acuerdo ha sido elaborado en secreto; degradará aún más los derechos laborales y las condiciones de trabajo; exacerbará la destrucción del medio ambiente; pondrá en riesgo la vida y la salud de los pueblos; convalidará y profundizará la privatización de los servicios sociales; acelerará la quiebra de las medianas y pequeñas empresas y la desindustrialización; limitará los derechos democráticos de la sociedad; incrementará la pobreza y la desigualdad; cuando en realidad otra integración es posible a través de las organizaciones sindicales nacionales y regionales, los grupos ecologistas y de derechos civiles, los movimientos campesinos, indígenas y de mujeres del continente.

El ALCA, según criterios calificados, no es el proyecto de integración de nuestros pueblos; tiene la finalidad de asegurar para EUA sin problemas los grandes recursos energéticos de América Latina. Se trata de un proyecto de dominación continental, que desconoce las especificidades locales, los parámetros fundantes de las distintas y múltiples identidades culturales. Delante de la desfachatez de la superpotencia hegemónica central, frente a la periferia desplegada al sur del Río Grande a través de uno y otro intervencionismo o desembarco militar, económico, geopolítico, se justifica, entonces, un proyecto contrahegemónico, capaz de ponerle coto a tanto capitalismo salvaje desenfrenado, provisionalmente ahora en plena guerra.

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