Opinión Internacional

Política exterior: contradicciones e imprudencias

Los recientes viajes del presidente de la República a Quebec y a Colombia y la costosa gira del jefe del Estado por varios continentes han puesto de manifiesto las permanentes contradicciones en el diseño y ejecución de nuestra política exterior. Si analizamos las aventureras posiciones del gobierno nacional, tenemos que concluir que no existe una objetiva visión de nuestros intereses vitales ni una prudente valoración de las reales potencialidades de Venezuela.

De manera irresponsable, se trata de comprometer a nuestro país en una posición internacional que busca la ruptura del actual mundo unipolar, creyendo ilusamente que es posible establecer estrechos vínculos políticos y económicos con Rusia, China, Irak y Libia, sin considerar nuestra ubicación en el hemisferio occidental. Sin una explicación suficiente a la opinión pública, nos hemos venido distanciando políticamente de los Estados Unidos, nuestro principal aliado y socio comercial, mediante una agresiva acción en contra de sus intereses mundiales, sin entender que ese mercado es fundamental para nuestras exportaciones petroleras y que las principales inversiones extranjeras en Venezuela provienen de ese país. Las consecuencias ya empiezan a observarse. El gobierno norteamericano ha establecido una relación privilegiada en su política petrolera con Arabia Saudita, México y Canadá.

En el espacio regional, se modificó nuestra tradicional y respetuosa relación con Cuba, estableciendo una inconveniente alianza geopolítica. Al mismo tiempo, se diseñó una imprudente acción internacional para fortalecer los movimientos subversivos, provocando un grave aislamiento de Venezuela en el ámbito latinoamericano. Sin medir las consecuencias, nos involucramos en aspectos de la política interna colombiana, provocando delicadas tensiones diplomáticas, que han obligado al presidente Chávez a rectificar esa equivocada orientación, mediante imprudentes concesiones, tales como el inicio en las actuales circunstancias de un nuevo proceso de negociación sobre el golfo de Venezuela. Lamentablemente, ya es muy difícil alcanzar este objetivo. Han sido demasiadas las provocaciones. La poca asistencia de senadores y representantes al acto de condecoración del presidente Chávez en Bogotá demuestra el resentimiento existente. De manera improvisada, se planteó, sin considerar los compromisos existentes con la Comunidad Andina, el ingreso de Venezuela a MERCOSUR y se firmó con reserva la declaración de Quebec.

Una política exterior debe ponderar sus pasos y actuar soberanamente para no perjudicar los altos intereses nacionales. No es posible continuar aceptando que el tratamiento de aspectos tan vitales para el destino de Venezuela se definan durante algún imprudente discurso presidencial sin que la Cancillería, totalmente debilitada en su profesionalismo, pueda hacer oír su voz para orientar una verdadera política de Estado.

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