Opinión Internacional

¿Qou vadis TC? ¿Prohibido comerse la manzana?

Recién llegado a Chile, de vuelta del trópico en donde se supone
existen grandes errores y horrores en la aplicación del derecho que
tienen los ciudadanos de decidir con libre albedrío, lo que Dios les
dio como opción, sobre qué es bueno para ellos y qué es malo, sin la
necesidad de que intervengan terceros, que arrogándose la voluntad
divina vengan a decirle a la ciudadanía, en este caso a las Evitas y a
las Evas, que es bueno o malo para su cuerpo; que es ético y que es
anti ético, me encuentro con un sistema (¿modelo?) judicial que
regresa dos generaciones atrás para decir no a la llamada «píldora del
día después» y prohibir, además, otros métodos de anticoncepción
usados por ya varias generaciones de mujeres en un mundo en que no
existen métodos para controlar la sexualidad masculina, aparte del no
siempre bien ponderado condón que se usa en el coito planeado; más,
han de saber los magistrados, como seres humanos más que como
magistrados, que el deseo sexual es irracional, no es planificado y
nace del instinto del ser humano, en especial de los jóvenes, de
aparearse y, además, de gozar el encanto sexual entre Eva y Adán.

No creo que los señores magistrados (que se supone son maestros en las
leyes) crean fehacientemente que los elementos anticonceptivos que
ellos han prohibido sean inconstitucionales porque van en contra de la
protección a la vida que establece la Constitución. Si fuera así,
prohibirían las armas en el hampa común, armada hasta los dientes, en
las policías y en los militares (aunque el Estado tenga el monopolio
de la violencia).

Por otra parte, como simple ciudadano, uno piensa ¿será que los
señores magistrados llegaron célibes al sagrado vínculo y que jamás
tuvieron un encuentro sentimental sexual con alguna compañera de
estudios o amiga de 15 o 16 añitos? – ¿Qué hacían con sus instintos,
naturales por lo demás, de acceder al coito? – ¿No me van a decir que
su única compañera era Manuelita Palma, como tan chistosamente le
dicen los chilenos al acto de la masturbación.

Por otro lado, dicen los señores magistrados que «se habría acreditado
una razonable duda científica sobre el eventual carácter abortivo de
la píldora». ¡Vamos! – Si hay duda científica significa, obviamente, y
de acuerdo a los estándares del desarrollo del pensamiento, de que en
ese caso la posición debería ser neutral pues la duda implica de que
no se sabe con certeza de que la píldora es abortiva y sólo habría una
sospecha. Si el magistrado a decidir fuera el Rey Salomón, lo más
acertado, diría él, que la tome quien quiera, de acuerdo a su libre
albedrío.

Los magistrados, equivocadamente creen que la Santa Iglesia Católica
Apostólica y Romana se opone a la píldora. Pues no es así. Nosotros
los católicos que somos la Iglesia (y no solamente la Curia),
preferimos el uso de la píldora al castigo eterno que significaría
para miles de niñas la obligación de parir un ser no deseado y,
lamentablemente, nos encontraríamos en el futuro, con muchos casos de
maltratos a infantes o asesinatos de estos porque la madre y el
posible padre no estaban preparados para asumir la paternidad; además,
¿es justo cortarle a esas niñas (señoritas) la posibilidad de seguir
estudiando porque tienen que amamantar y cuidar al bebé que parieron
por orden judicial. ¿Han estudiado los señores magistrados que harán
en un país lleno de pequeños hampones (ya que en eso terminaría la
mayoría de estos nonatos) porque fueron concebidos a la fuerza por
medio de posiciones que se creían superadas a la muerte del Führer?

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