Socialismo distrital siglo XXI
Gustavo Petro acompañó en 1994 al coronel Chávez en las visitas que el hoy jefe de Estado hizo a la Quinta de Bolívar y al Puente de Boyacá (El Tiempo, 8-12-98). Ahora tal vez lo considera uno de sus «mejores amigos» de otra época, pero con él conserva cercanía programática, razón por la que pretende aplicar en Bogotá forma particular de socialismo del siglo XXI, que también puede tener influencia del presidente Correa. Varias decisiones del Palacio Liévano así lo confirman. Para crear el Banco Muisca, dispone de 250.000 millones de pesos que servirán para comprar banco ya existente (está adelantando las gestiones del caso) o entidad financiera que luego convertiría en banco. Inclusive, tiene plan C, porque no renunciará a su propósito de contar con instrumento con el que espera apoyar la economía popular capitalina.
Como Corabastos le merece serios reparos, creará Alimentos Bacatá, que, a su vez, abrirá 400 tiendas ‘exprés’ con los comerciantes que reciban créditos del Banco Muisca. Patrimonio inicial de esta nueva empresa serán las 19 plazas de mercado de la ciudad y 68.000 millones de pesos que hay en caja para mejorarlas. No se revivirá la Edis, advierten voceros oficiales, pero Aguas Bogotá, filial de la Empresa de Acueducto, prestará el servicio de aseo urbano en algunas áreas del Distrito. Habrá que capitalizarla y recomponerla, porque hace poco estuvo cerca de su liquidación por falta de recursos, y fue sancionada por el mal manejo que dio al relleno Doña Juana, que temporalmente le había sido concedido. Nada de raro tendría que reajusten las tarifas del agua con dicho fin. La ciudad también tendrá empresa oficial de transporte masivo de pasajeros, comparable a las concesionarias de TransMilenio y del sistema integrado de transporte. Empezará a operar con 100 buses articulados.
A ese conglomerado empresarial se suman «subsidios» como la reducción del valor del pasaje en TransMilenio, que no se decretó con cargo a las utilidades de los concesionarios privados, ni por renegociación de los contratos con ellos vigentes, sino con cargo al presupuesto distrital, que desembolsará por este concepto 200.000 millones de pesos al año. Y la extensión al estrato 2 de 6 metros cúbicos de agua gratuita. Esta generosidad del alcalde, que costará más de 50.000 millones de pesos al año, tampoco se ordenó con cargo a las utilidades de la Empresa de Acueducto, ni por reducción de sus pérdidas técnicas o negras, sino con cargo al presupuesto de la ciudad. No sobra recordar que las tarifas de los estratos 1, 2 y 3 también reciben subsidio, que se financia con transferencias del presupuesto distrital (200.000 millones de pesos anuales) y aportes solidarios que pagan los estratos 4, 5 y 6.
El Distrito se volverá igualmente agencia de medios, porque la Empresa de Telecomunicaciones, ETB, manejará las partidas que con fines publicitarios invierten todas las entidades distritales y sus empresas. Esta decisión seguramente obedece a las mismas razones políticas que explican la publicación periódica (ya van 10 números) que da cuenta de los logros de la Alcaldía.
Todo lo anterior plantea serios interrogantes sobre la capacidad técnica y administrativa del Distrito para ejercer las funciones que decidió asumir. Sin embargo, nadie lo pregunta ni parece interesado en saber cuál será su impacto fiscal. Como no tenemos los petrodólares de Chávez ni de Correa, los nuevos gastos, que no son pocos, se cubrirán con impuestos. Esa, la razón de ser de la reforma tributaria que fue presentada al Cabildo y que seguramente será aprobada, porque el Alcalde ya responsabilizó a los concejales de lo que ocurriría en caso de no apoyarla: «Del Concejo depende el colapso de la ciudad». Sin darnos cuenta ni proponérnoslo, los contribuyentes bogotanos estamos financiando la campaña presidencial del doctor Petro.
*Ex ministro de Estado colombiano y ex alcalde mayor de Bogotá.
