Opinión Internacional

Y llegará el día en que seas profeta en tu propia tierra

….Al menos eso le ocurrió a Shimon Peres en la tierra en donde hay más competencia en el “mercado” de candidatos a profetas.

Sí, hace unos días, el más veterano de los políticos israelíes, el único cuya biografía y trayectoria sobrepasa a la edad del Estado de Israel, con 59 años de existencia, fue juramentado al simbólico cargo de presidente del país por miembros del mismo Parlamento, la Knesset , a la cual Shimon Peres ha pertenecido como diputado, ministro y premier, desde 1959.

El hombre que fue dos veces Primer Ministro sin haber ganado una elección, – puesto la democracia israelí es parlamentaria y el liderazgo se obtiene tras negociaciones entre las diferentes bancadas del parlamento – percibido en las últimas dos décadas como demasiado soñador y pacifista para una mayoría desconfiada, con buenas razones, de los enemigos de Israel en un Medio Oriente cada vez más expuesto al poder de grupos fundamentalistas islámicos, asume la presidencia desbordando una salud y una lucidez envidiable, a la edad de casi, 84 años.

Mientras más envejece, Peres habla como si guardase en secreto el elixir de la eterna juventud, y en muchas entrevistas, ha expresado lo que quizá le ha permitido ser un incansable optimista a pesar de haber vivido la terrible experiencia de guerras, terrorismo y fracasados intentos de paz forjados por él mismo, en su larga carrera como líder del Partido Laborista y del gobierno de Israel, y luego, como arquitecto de procesos de reconciliación con árabes y en especial, palestinos, desde que en 1993 convenció a Isaac Rabin negociar con Arafat los Acuerdos de Oslo: “No me importa en absoluto que en el pasado tuviera razón o no” – dijo en una entrevista que le realizo la periodista española Ana Romero del diario El Mundo, en 2000 – “Mi único interés, no es si tuve razón ayer, sino cómo tenerla mañana. Eso es lo que me pregunto a diario. Si yo fuera profesor, enseñaría a los niños en la escuela lo que tienen que imaginar, no lo que tienen que recordar. Creo que es mejor imaginar que recordar….La premio Nóbel Rita Levi-Montalcini [neurobióloga nacida en Turín en 1909] nos dice que la única diferencia entre la mente de un hombre y la de un animal es que el animal no puede imaginar. Puede aprehender lo que ve, pero es incapaz de hacerlo con las que no ve. Por eso yo siempre intento estar ocupado con lo que va a pasar mañana, o pasado mañana”.

Esa manera de hablar, más de poeta y pedagogo que de político, es la que ha impedido a Peres ser lo suficientemente carismático y popular en una sociedad que valora a los hombres de espíritu, pero los diferencia muy bien de aquellos que considera que deben encargarse de sus destinos en una vecindario muy convulsionado y peligroso como es el del Medio Oriente. Cuando obtuvo el Nóbel de la Paz, junto a Rabin y Arafat, por los Acuerdos de Oslo, más de un periodista israelí dijo que merecía más el de Literatura por su forma de expresarse.

Sin dudas, si Shimon Peres tuviese el don que la Biblia le atribuye a Dios, de crear con la palabra, hace mucho tiempo israelíes y palestinos estuviesen dando cursos de resolución de conflictos en todo el planeta: “Hacer la paz es como hacer el amor” – expresó en la misma entrevista al Mundo – “Para hacer la paz, o el amor, se necesitan tres cosas: ser un poco ciego, porque con los ojos bien abiertos no se puede ni hacer la paz ni el amor. Todos tenemos defectos, y si se vislumbran, no surge el romance. Lo segundo, ser generoso: flores, vino, palabras bonitas. Estas cosas cuestan poco, pero los mezquinos no las ofrecen. Lo tercero, y esto es quizá lo más importante, es no olvidarse de que hay alguien a tu lado, de que no estás solo. Tener en consideración siempre la existencia del otro, porque cuando negocias tienes que tener cuidado de no ganar demasiados puntos, no vaya a ser que pierdas al socio. Mantener al socio es tan importante como alcanzar victorias….Otra idea muy importante es nunca insultar públicamente. Insultar es ir en contra de la civilización, y ser civilizado no es más que la capacidad de control sobre uno mismo. No podemos actuar como salvajes, porque Dios nos ha dado una mente para controlarnos”.

Este consejo no está de más para varios dirigentes de hoy en día, que creen entender tanto a sus pueblos, que terminan por humillarlos en lugar de escucharlos. No es el caso de aquel hombre que en Israel fue considerado un “eterno perdedor” por sus fracasos electorales, pero cuya hoja de vida lo revela como hombre de acción desde los 17 años cuando colaboró a fundar una cooperativa agrícola, Kibutz, en las cercanías del Mar de Galilea, que ya en 1952 se convirtió a los 19 años en vice Director del Ministerio de Defensa, que ocupó más de ocho cargos como ministro, incluyendo la primera magistratura y el cargo de Defensa cuando la famosa Operación Entebbe de rescate de rehenes secuestrados en un vuelo de Air France, en Uganda, y prácticamente, con poco reconocimiento, es el hombre que tuvo la misión de organizar a las hoy poderosas Fuerzas Armadas de Israel, lo que luego, irónicamente, le permitió colaborar y forjar los procesos de paz del país con sus vecinos.

Al aceptar la presidencia de Israel, Shimon Peres, el más joven de los políticos israelíes en espíritu y anhelos, tenía la autoridad para citar al profeta Joel cuando profetizó que “sus ancianos soñaran sueños y sus jóvenes verán visiones”, porque nadie duda que hay tomarse muy serio, para molestia de escépticos y la esperanza de todos, su petición de que se le permita, como presidente, ser un soñador para su pueblo.

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