Opinión Nacional

A 10 años de la Asamblea Nacional Constituyente

1999 significó para todo un país una nueva oportunidad de reconstruirse, de reencontrarse como nación; ya que sufríamos las consecuencias de un régimen político en pleno descrédito; donde el mal ejercicio de gobierno y de Estado carcomió a todas las instituciones puntofijistas. Las cuales fueron relevadas del mando por la voluntad valerosa de todo un pueblo, de jóvenes, trabajadores, empresarios, campesinos, indígenas, aspirantes legítimos a un cambio profundo, y ávidos de democracia.

Tal vez el eslabón perdido en la búsqueda de una añorada etapa de prosperidad y modernidad para Venezuela, desde que somos república. El sueño ha sido costoso y arribamos al siglo XX con la dictadura gomecista, la cual nos retardó hasta 1935, plantearnos la posibilidad de un sistema democrático. Lo transcurrido posteriormente es historia conocida por todos.

De nuevo a inicios del presente siglo XXI la voluntad popular logró un nuevo chance, pero el trance no se entendió. Siendo un triunfo colectivo de una mayoría de venezolanos, de diferente orígen y de pensamiento y de segmentos sociales, fue una vez mas usurpado y asumido como un botín de guerra, a tal punto que el delirio presidencial lo interpreta como su proyecto personal. Si el 23 de Enero instauró un pacto hegemónico de una mesa de 4, este terminó siendo un taburete de un pensamiento único, de allí su extrema debilidad.

Los rostros de mis excompañeros de la ANC reflejan el patetismo del régimen. Aprobamos en diciembre de 1999 una Constitución para toda una nación y a 10 años ha sido violentada en todos sus capítulos y artículos, por la imposición de un parapeto ideológico que el caudillo llama socialismo y revolución, como excusa para implantar su modelo autoritario. Es trágico ver a quienes fueron elegidos para reconciliar a un pueblo, convertidos en aplaudidores de oficio, con callos en el pecho y en las manos de tanto adular, en los albaceas de un proyecto político que desintegra y destruye los cimientos de la esperanza popular.

¿El contenido de la CRBV que el caudillo tanto desprecia hoy por que se aprobó? Simplemente cuando los regimenes inician su período, arriban al poder con alas pletóricas de ideas progresivas, y de propósitos nobles, hasta que las exigencias y protestas de un pueblo cuestionan su existencia. Allí aparece la reacción termidoriana de la revolución francesa, cuando Napoleón hiciera añicos los famosos lemas de: Liberté, Egalité y Fraternité.

Cuando los padres matan a la criatura que ayudaron a nacer, por que les resulta incómoda a sus caprichos, cuando sus actos declaran letra muerta el texto constitucional, cavan su destino final. Si no ¿que opinan los trabajadores hoy de los artículos constitucionales laborales que promovimos en la ANC, al trabajar gratis como condición para laborar en las empresas del Estado?, a los 23.000 trabajadores petroleros despedidos en el 2003 a quienes se les niega el derecho a prestaciones sociales consagrados en la CRBV. En fin al pulverizar los derechos humanos consagrados en el texto constitucional labran su propia destrucción como gobierno.

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