Opinión Nacional

A los hijos de la Gente del Petróleo

Queridos muchachos:

Les escribo porque quiero encomiar y resaltar la lección de moral, dignidad y honor que sus madres y sus padres les están transmitiendo a ustedes y a todo el país. Venezuela, hoy más que nunca, necesita que esas lecciones se multipliquen.

Siento, como venezolana, que estoy en el deber de defender a sus madres y a sus padres, porque ellos se están jugando el todo por el todo para defenderlos a ustedes, pero también para defender a todos los venezolanos que creemos en la democracia y en los valores que esta entraña: respeto, paz y libertad.

Quizás los más pequeños de ustedes no entiendan todavía que sus madres y sus padres corren cada día más el riesgo de perder sus carreras en PDVSA, si es que no las han perdido ya. Sin embargo, tengo el convencimiento de que esto es temporal, porque más temprano que tarde volverán a sus puestos. Pero su decisión ha debido ser difícil, pues significó, más allá de muchas cosas, perder su seguridad personal y económica, y lo más importante, la seguridad de ustedes. Y a sabiendas de todo lo que podían perder, se arriesgaron.

Sus madres y sus padres nos han brindado un ejemplo de valor a toda prueba. Nos han enseñado que los héroes son de carne y hueso. Puede que no sepamos sus nombres, o que los hayamos visto sólo en las listas de despedidos. Pero sabemos que tienen un enorme sentido de la responsabilidad, una dignidad que no les cabe en el cuerpo y un gran amor por el país.

Sus madres y sus padres nos han dado esperanzas. Esperanzas de que no todo está perdido en el país. Que con gente como ellos en todos los ámbitos, Venezuela saldrá de ser la tierra de desgracia en la que la han convertido, para ser la Tierra de Gracia que anhelamos. Que las metas, los logros y los sueños no se realizan con complejos, manipulaciones, ni mentiras, sino que vienen a fuerza de constancia, trabajo y esfuerzo.

Sus madres y sus padres saben que el ingrediente principal de cualquier buen resultado es acometer los retos con decisión, enfrentar los problemas con criterio y los éxitos con humildad.

Sus madres y sus padres nos han dado la tranquilidad de que no todas las conciencias tienen precio, y de que en la vida lo que trasciende, lo que es esencial, lo que importa, lo que perdura, lo que satisface, lo que llena, no puede comprarse, porque no puede venderse.

Les repito que sus madres y sus padres volverán a PDVSA. No tengo dudas de ello. Volverán para asumir el reto que representará reconstruir el país entero después de Chávez. Y asumirán éste, el mayor de sus compromisos, con la misma mística, dedicación y amor con las que convirtieron a PDVSA en una de las empresas más productivas del mundo.

El tesoro más grande que llevarán ustedes para enfrentar la vida, mis queridos muchachos, es el de ser hijos de la Gente del Petróleo.

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