Opinión Nacional

¿A qué juega el gobierno?

“Queriendo evitar la guerra,
la fomentamos”
Quinto Curcio

(%=Image(9555982,»L»)%)Desconcierto ((%=Link(«http://www.fedecamaras.org.ve»,»Fedecámaras»)%) ) y euforia ((%=Link(«http://www.venezuela.gov.ve/vtv/»,»VTV»)%)) son las emociones contrapuestas que signan el mapa político de Venezuela ante la detención arbitraria del dirigente Carlos Fernández, presidente de Fedecámaras y director de la Coordinadora Democrática. El recién estrenado juez Maikel Moreno, quien hasta hace unos meses se desempeñó como defensor de un oficialista implicado en la masacre de Puente Llaguno, ordenó también el encarcelamiento de Carlos Ortega, presidente de la CTV, quien junto a Fernández “devastó al país”. Ortega, sindicalista de oficio, anunció que no se entregará, que “pasa a la clandestinidad”.

Es tal el impacto de esta medida, que el cautísimo César Gaviria, silencioso ante las arremetidas de la maquinaria chavista cada vez que él sale de Venezuela, emitió un (%=Link(2376004,»comunicado»)%) breve y puntual recomendando que las “decisiones judiciales estén rodeadas de independencia, imparcialidad y conforme al estricto cumplimiento de las leyes y al respeto de los derechos que le consagra la Constitución”.

El disfraz jurídico le queda bien a todos

Los actores (Gobierno y Coordinadora Democrática) de la contienda política siguen la estrategia escolar del “yo no fui” o “tirar la piedra y esconder la mano”. De esta manera, la secuencia de corrupción, secuestro de poderes y destrucción institucional por parte del Ejecutivo, siempre encuentra un artículo constitucional o una interpretación que ampara sus acciones. No menos hábiles en sus ocultamientos, los militares de la Plaza Altamira y los estrategas del paro desaparecieron tras la cortina de la meta-ley. Cabe preguntarse, ¿Dónde están los días y los líderes que daban no una sino las dos mejillas para refrendar sus actos?

Este juego, es evidente, tiene un copyright supremo bajo la Administración Chávez, suerte de hidebehind (%=Link(«http://www.hum.au.dk/Institut/rom/borges/spanish.htm»,»borgeano»)%), animal que “siempre está detrás de algo. Por más vueltas que diera un hombre, siempre lo tenía detrás y por eso nadie lo ha visto…”. Sin embargo, el conjuro a este destructor juego de máscaras provino de la Sociedad Civil, que (%=Link(6854267,»dio su rostro, cédula y firma»)%) en El Firmazo . Tal vez sea tiempo de seguir al colectivo, de conducir por las avenidas que llevan al cambio, a pesar de sus densos baches, y no seguir desplazándonos en círculos por ramales inaugurados por el gobierno.

¿Paz espontánea?

La escalada de secuestros, asesinatos e intimidación mediática iniciada por Hugo Chávez, quien se jacta de dar las instrucciones finales a jueces, parlamentarios y fiscales; evidencia la utilización de estrategias de guerra para tratar de ocultar el conflicto por el fracaso de su gestión: “el fracaso más importante es el de la incapacidad de proporcionar una seguridad humana mínima para los individuos” (Armed Conflict Report, 1997). Deslegitimada la “revolución”, la credibilidad y la palabra deja de ser un activo para los revolucionarios, en palabras del científico social (%=Link(«http://www.geocities.com/hmelberg/elster/elarticb.htm»,»Jon Elster»)%) (1995), “Para un actor racional, la única razón valedera para mantener la palabra empeñada es la necesidad de forjarse un reputación de honestidad que probablemente le sea útil en el futuro, pero las revoluciones rara vez se repiten. Este problema de la credibilidad es un asunto espinoso para cualquier movimiento revolucionario”.

El gobierno sí es racional y políticamente eficaz, por lo menos para sus fines concéntricos nutridos con tácticas de caos e ironía. Ante un enemigo de ese calibre, la Sociedad Civil debe jugar pluralmente, con frentes blandos y duros, comandar acuerdos y shows de cancilleres, pero también debe infiltrarse, socavar y exponer a este régimen militarista. La paz que todos deseamos no está allí, pasiva y terminada esperando que le retiremos el velo opresor para brillar nuevamente. Al contrario, afirmó (%=Link(«http://www.piedraverde.com/ortega/ «,»Ortega y Gasset»)%)
en 1938, “El enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se entiende por paz un esfuerzo aún mayor…Si la guerra es una cosa que se hace, también la paz, es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar”.

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