Opinión Nacional

Aprendizaje del consenso

Presumimos que la del postchavismo será una etapa sustentada en la confluencia de las organizaciones políticas y de la sociedad civil. Siendo así, se infiere que la actual, no otra que la del chavismo, tiene por fundamento la construcción de un consenso básico que permita atajar las nefastas consecuencias de las políticas en boga. Este esfuerzo de la oposición responsable naturalmente exhibe algunos inconvenientes, propios de las confusas circunstancias que se viven.

Uno de ellos radica en el torpe cálculo de las ventajas que pueden obtenerse de la negociación de estrategias para enfrentar al oficialismo. No pocos prevén colarse hasta la presidencia de la República, la gobernación o la alcaldía sobre los hombros de una urgencia como es la de afrontar la crisis actual con la claridad que su gravedad demanda. Y lo que sería una frágil y pasajera ilusión en virtud de los objetivos consensuados, puede convertirse en una gigantesca dificultad para el debate mismo.

El caso del estado Anzoátegui ilustra muy bien el caso con la adicional circunstancia de un gobernador que ha adquirido conciencia del despeñadero por el que va el país. Por una parte, incurriendo en los consabidos vicios, algunas individualidades pierden de vista el llamado a la unidad, intentando fulanizarla; por otra, solapadas las principales con las accesorias, surgen aquellas coordinadoras que se dicen de lo más auténticas con la pulitura de sus siglas, trivializando las tareas opositoras; y, finalmente, se habla de las concesiones no tan graciosas del gobernador como si las elecciones se produjeran a la vuelta de la esquina.

Tampoco nos referimos a un drama irresoluble, pues, el consenso mínimo obliga a un aprendizaje que es menos costoso en un lugar que en otro, quizá traumático para los viejos actores que se resisten o los nuevos que creen monopolizar el futuro, habida cuenta de los muchos años de populismo cultural que llevamos encima. Equivale a tener paciencia para la consecución de los objetivos y saber que sólo las circunstancias apuntan a un determinado nombre con estorbo de los que juran como iluminados.

Unidad en la diversidad es la costumbrada invocación. ¿Falta acaso más sangre para lograrla? ¿No hay espíritu de grandeza y desprendimiento? ¿O queremos perecer todos por un ataque súbito y despiadado de estupidez?

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