El arte del petroenchufe
Nada como una campaña electoral para observar nítidamente el talento de algunos para conectarse a las tuberías por donde fluye la renta petrolera, toda una habilidad, la aptitud para estar en el lugar correcto a la hora precisa.
La semana pasada Hugo Chávez entregó 34 vehículos, de marcas como Volkswagen Fox y Fiat Siena. Los elegidos para estar en la lista de beneficiados han logrado su porción de petrodólares.
Los vehículos que en un concesionario privado cuestan 136 mil bolívares han sido vendidos a 76 mil bolívares, con un crédito otorgado por la banca pública al 14%, sin inicial y cinco años para pagar.
«Estos vehículos están a mitad de precio, tienen garantía, mantenimiento, repuestos garantizados», voceó Hugo Chávez y aseguró que no se trata de un subsidio, sin revelar a qué tipo de cambio compró los dólares para importar los vehículos que entrega en medio de la campaña electoral.
El Banco de la Mujer entrega créditos a una tasa de interés fija de 4% y 48 meses de plazo para financiar la compra de lavadoras o secadoras compradas a China, otra lista donde la habilidad para aparecer supone la posibilidad de captar renta petrolera.
Diariamente el Banco Central, en medio de la escasez de divisas que impacta a la economía, distribuye 27 millones de dólares a una lista de empresas elegidas, mientras otras sufren la merma de sus inventarios.
La administración de Hugo Chávez suministra una sobredosis de ese mecanismo tan venezolano donde el Gobierno aplica políticas que incrementan la dependencia que tiene el ciudadano de la renta petrolera.
Sobrevaluación de la moneda, incremento desmesurado de la nómina pública, uso discrecional de los recursos, subsidios cruzados pavimentan diariamente la autopista del petropopulismo que, desde la década de los 80, se traduce en una economía que no logra crecimiento sostenido.
Pero en la oposición tampoco surge una propuesta distinta, capaz de replantear la manera en que nos relacionamos con el petróleo, tema crucial para un nuevo proyecto de país.
