Opinión Nacional

El fin de la complicidad?

El régimen chavista, arrogante y usurpador, de evidentes rasgos totalitarios, siente el mayor desprecio por la legalidad. Sus actos generalizados y sistemáticos, violatorios flagrantes del orden juridico interno e internacional son graves; lamentablemente, sinembargo, parecen por ahora no interesar a los gobiernos extranjeros que guardan un silencio peligroso, traducido en complicidad.

El régimen chavista viola el orden juridico interno y los principios y valores democráticos, el atropello a las autoridades regionales que no militan en el oficialismo es una muestra clarísima de tan despreciable práctica. A pesar de la gravedad de la situación, nada parece importar o preocupar a los gobiernos de la región. Por el contrario, algunas poses ignoran deliberada e interesadamente la realidad. Las infelices declaraciones del canciller brasileño, Celso Amorim, reflejan el menosprecio que sienten algunos por el pueblo venezolano. Las declaraciones de las autoridades de Brasil, promoviendo un diálogo entre el presidente de los Estados Unidos y su homólogo venezolano es una ofensa a la dignidad de los venezolanos; un diálogo que permita la “reincorporación” del régimen bolivariano a la esfera del respeto en las relaciones intrarregionales, en particular, con los Estados Unidos, sólo sería válido, si se dan ciertas condiciones, reunidas en una sola expresión: respeto a los principios, a los valores democráticos y a las normas relativas a los derechos humanos y las libertades fundamentales, lo que es inaceptable para los revolucionarios bolivarianos para quienes la confrontación y la arbitrariedad, constituyen su razón de ser.

El sistema interamericano, las Cumbres políticas, los instrumentos internacional de incuestionable valor jurídico, como la Carta Democrática Interamericana, no han funcionado para detener los atropellos del régimen bolivariano, menos para prevenir la pérdida definitiva de la demcoracia y del estado de derecho en Venezuela.

La tolerancia tiene sus límites. Ante los atropellos internos, lamentablemente, no ha habido ninguna reacción. Tampoco parece haberlas, por ahora, por las violaciones flagrantes y sistemáticas de las normas internacionales, por el régimen bolivariano. No ha habido, en efecto, ninguna reacción de condena por las deplorables declaraciones de solidaridad y apoyo de Hugo Chávez al presidente de Sudán, procesado por la Corte Penal Internacional, por la presunta realización de crímenes de lesa humanidad.

La declaración del Presidente venezolano genera una doble responsabilidad. Por una parte, la responsabilidad internacional del Estado, por constituir la violación de las normas, principios y objetivos del Estatuto de Roma. Los Estados están obligados a cooperar con la Corte la que ante el incumplimiento de sus obligaciones por un Estado Parte, puede remitir el asunto a la Asamblea de Estados Partes e incluso, como es el caso, al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por haber remitido el asunto al tribunal.

Al lado de la responsabilidad internacional del Estado, está en juego la responsabilidad penal individual de Hugo Chávez, lo que sin duda alguna, es sumamente grave –y preocupante- para un Jefe de Estado quien, debemos recordar, puede ser procesado por el Tribunal (Art. 27 del Estatuto), independientemente del cargo o posioción que ejerza, lo que parece desconocer el Presidente venezolano. Por otra parte, lo que hace aún más comprometedora su declaración, según el Estatuto de Roma (Art. 25), no solamente es responsable quien cometa el crimen por sí solo o por conducto de otro, sino todo el que ordene, proponga o induzca a la comisión del crimen; los encubridores y cómplices y todo aquel que contribuya de cualquier modo con la realización del crimen.

El presidente venezolano insiste en abofetear adentro y afuera, burlando el orden jurídico y todas las reglas de convivencia. Las reacciones vendrán en su oportunidad. Los delitos relacionados con los derechos humanos y los crímenes internacionales, como el genocidio, los crímenes de guerra y los de lesa humanidad, son imprescriptibles; tarde o temprano, como lo han vivido algunos en el poder y después de disfrutarlo y abusar de él, algunos enfrentarán la justicia para responder por sus actuaciones y sus complicidades.

La comunidad internacional no se interesa por ahora por lo que ocurre en Venezuela y a los venezolanos. Un precedente preocupante. Hoy prevalecen intereses “superiores” de Estado, en perjuicio de los valores políticos y morales. Pero, las cosas cambiarán; y, en algun momento, aunque quizás extemporáneamente, cuando la sangre y el sufrimiento invadan las calles del pais, veremos por fin las reacciones de los dirigentes regionales y el fin de la complicidad.

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