Opinión Nacional

El idiota ilustrado

Lo que natura non da, Salamanca non lo presta reza la sabiduría del refranero castellano. Salamanca fue compendio de sabiduría: la primera universidad española y una de las primeras del mundo entonces conocido. Pero como bien sabe el despierto campesino manchego que acuñó tan implacable sentencia, la inteligencia no es asunto de comprar y vender, así el millonario esté dispuesto a invertir buena parte de su peculio para desasnar al hijo que la naturaleza parió bruto y desangelado. Ha visto así el mundo cultísimos tontos graves, doctores cortos de entendimiento, licenciados estúpidos y lo que es todavía peor: académicos mostrencos, ambiciosos, presumidos, oportunistas y ebrios de afanes públicos.

Algunos de esos idiotas ilustrados han llegado incluso a la supina idiotez de considerarse aptos para ejercer la primera magistratura, presentando su nombre a presidenciales competencias. También el bobalicón tiene derecho a aspirar a altos designios. Y como premio de consolación a bobería semejante uno de ellos ha conseguido la investidura de excelencia ante la terrena corte celestial del vicario de Cristo. Pues el ejercicio de la beatería y los pecados veniales de la santurronería no eximen de ambiciones cónsonas con tales liturgias.

Emerge así entre brumas de incienso y ahíto de bolivarianismo el PhD Ignacio Quintana. Demasiado anciano su archienemigo conciliar como para seguir sacándole algún modesto provecho político, se aferra neorepublicano a los faldones del nuevo patriarca, Don Luis Miquilena. Y agradeciendo tan insólita embajada, aquella que le llevará a competir con los renacentistas uniformes de la Guardia Suiza llevando el pintoresco uniforme de gala de embajadores imperiales, nuestro diplomático idiota ilustrado se erige en conserje de la moral miquilinense mirando de soslayo la plaza de San Pedro y gritando a voz en cuello hacia el Zulia, para que el patio se entere de sus estudios parisinos: J¹acusse!

El objeto de tal acusación es el comandante Arias Cárdenas. El proto obispo in partibus infidelis ha recibido del Chancellor of the King algunos recibos impagos de lavandería, dos o tres botellas a medio consumir que quedaron morosas en el Bar Basque, una boleta de compra de la Central Madeirense, un misal hurtado de la sacristía de la Catedral de la Chinita, un rosario encontrado en la gaveta del escritorio de la gobernación del Zulia y que a su debido momento fuera denunciado por perdido por Angela Zago, etc.,etc. Pruebas irrefutables todas de la felonía del cerebro del 4F, hoy en desgracia frente al Gran Comandante. En su escaso entendimiento cree el embajador ante la Santa Sede, que tan pintoresca asignación lo convierte en austero moralista, un Baruch de Spinoza miamero, un Erasmo de Orlando, Florida, un Inmannuel Kant de Colonia Tovar. No comprende lo que es claro, público y notorio para quienes se niegan a comulgar con las ruedas de carreta del Corleone vernáculo: ¿moralista? Digamos más bien, para recordar viejas taras helénicas: sicofanta.

A este estado de degradación ha llegado la política en este valle de lágrimas. Denuncias serias que debieron terminar en el escritorio del fiscal van a dar a los bolsillos de trasnochados sicofantes. A cambio de tan flaco favor, podrán disfrutar con la perspectiva de posar los labios sobre el rubí de la sortija que lleva en el cordial de su pequeña y pecosa mano derecha el Sumo Pontífice. Bien lo decía Marx en el 18 Brumario: la historia se empeña en repetirse, una vez como tragedia, la próxima como comedia. Le faltó la tercera ronda: como sainete, pues en la Europa decimonónica hasta las estafas políticas tenían empaque.

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