Opinión Nacional

El maestro Soto

Digno de aplauso es el rescate de la hermosa escultura cinética del maestro Jesús Soto en la autopista Francisco Fajardo. Tanto como criticable que se la haya dejado deteriorar cas hasta la destrucción total, quedando sólo, tal un escuálido esqueleto, el soporte de la obra, muestra de la irresponsabilidad gubernamental. La desidia de las autoridades del Municipio Sucre y del Estado Miranda fue tal, que la restauración de la obra se debe, según se ha publicado, a PEDVESA, y particularmente a la Dra. Beatrice Sansó, esposa del ministro presidente de la empresa petrolera, quien fue la que gestionó la encomiable labor. Por una feliz coincidencia, la escultura se montó inicialmente gracias a otra mujer, la señora Alicia Pietri de Caldera, esposa del presidente Rafael Caldera, durante la última presidencia de este.

Montar y mantener en su lugar esta valiosa obra tiene, a mi juicio, un doble valor. Por una parte dignifica a la ciudad, engalanada por una obra de arte enormemente valiosa, de importancia internacional. Por otra, la ciudad rinde un digno homenaje al maestro Soto, con quien Caracas y todo el país están en deuda, y lo estarán siempre, porque es de esas deudas que nunca se alcanza a pagar debidamente. Sin olvidar que, además, es obra que no sólo dignifica moralmente el lugar donde se encuentre, sino que también embellece el ambiente, para solaz de miles de venezolanos que transitan habitualmente por allí, y sirve un poco de compensación del deprimente deterioro que sufre nuestra hermosa capital, librada a la mano de Dios por la autoridad metropolitana más incapaz que hayamos tenido.

Soto es uno de los valores más nobles y encomiables de nuestro país. No es sólo el genio que como artista demostró en su obra, esparcida y aplaudida por todo el mundo. Es también una genialidad apuntalada por una disciplina y una dedicación al trabajo admirables. Fue dura su formación artística, inicialmente en condiciones muy precarias, hasta ir conquistando, con su esfuerzo y su constancia, la elevada posición que conquistó en el arte mundial. Soto es un verdadero ejemplo para los jóvenes.

De Jesús Soto guardo una anécdota que define muy bien su personalidad de artista comprometido no sólo con el arte, sino también con otros valores. A principios de 2004 un grupo de intelectuales publicamos un manifiesto de condena de la catastrófica situación política y social del país. Afanosamente buscamos al maestro Soto para pedirle la firma, pero no pudimos localizarlo. Cuando salió en El Nacional el manifiesto, Soto me llamó por teléfono, y de entrada me reclamó: “¡Chico, qué vaina me han echado dejándome fuera de ese documento!”. Le expliqué que lo habíamos buscado infructuosamente, y que incluso queríamos que él lo encabezara. A lo cual me respondió: “¡Sí, pero nada compensa la vergüenza que me causa la ausencia de mi firma”.

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