Opinión Nacional

El PSUV (el cambio en el discurso político)

Chávez ha manejado con sapiente habilidad una política de guerra asimétrica con la cual ha resquebrajado (parcialmente) a la oposición domestica y la influencia de Estados Unidos en América Latina. Se puede decir, hasta con cierta certeza, que Chávez ha reformulado la forma de ejercer el poder. Mediante una descentralización aparente del poder, Chávez ha creado redes de organización (círculos bolivarianos, comunidades, parlamentos de calles, etc., ) generando el efecto psicológico de que el “poder” pasa al pueblo, quien toma las decisiones y lo hace ver como un líder altamente demócrata en su base de apoyo popular. En realidad, estos círculos sólo deliberan y tienen poca influencia en cómo últimamente Venezuela es manejada; pero la técnica es sumamente efectiva.

Ergo, dentro del discurso oficialista la filosofía de Chávez ha sido la de mantener un debate abierto y una auto-crítica al proceso revolucionario; esta genialidad le ha permitido (hasta ahora) mantener un diálogo y debate amplios y democráticos sobre el contenido de la ideología, mientras él y otros grupos de poder controlan férreamente las líneas tácticas. El dinero del petróleo ha permitido que la ineficacia y lentitud en la toma de decisiones por parte de los cuadros del gobierno (incluyendo la Asamblea), y las organizaciones semi-oficiales no hayan tenido el impacto negativo que de otra forma hubiese tendido, y le ha servido de colchón para extender su domino parcial sobre sectores dominados por la oposición como la CTV, la FAN, las Universidades, etc. Sus lugartenientes (PPT, MVR, Podemos, Lina Ron, etc.,) se han mantenido unificados por tres variables constantes: la ideología del proceso, el poder que poseen y defenderse ante los ataques de la oposición. Todo ello ha permitido segregar de forma unilateral y arbitraria al sector de la oposición mientras incluye de forma “democrática” a sus adeptos. Eso ha generado el dualismo con el que Chávez gobierna y que ha permitido tal división nacional. La oposición, incluso ahora, no ha podido romper ese esquema.

EL PSUV lo cambia todo, al menos en apariencia. Chávez controlaba sus líneas tácticas con severidad y centralismo pero utilizaba formas indirectas de control. EL PSUV se convierte en un intento demasiado obvio de Chávez de coronarse líder máximo de su revolución y ha sacrificado en ese intento la aparente democracia de sus bases interiores. Los más allegados a Chávez son hombres tácticos, usualmente ex-militares, que entienden las transformaciones del poder como Diosdado Cabello, mientras que su base de cadetes está compuesta por “sentimentalistas” revolucionarios, entregados al proceso, cuya motivación es mucho más emocional que estratégica; Lina Ron y Luis Tascón son casos emblemáticos, los llamados, “indisciplinados”. El PSUV ha puesto en evidencia esa forma de pensamiento del Presidente y ha generado fuertes “roces” internos. Esos roces le ha costado uno de sus alfiles- Ismael García-, quien jugó un papel fundamental en la victoria del 2 de Diciembre. El PSUV es una fórmula que puede funcionar por cierto tiempo (como tantas veces ha demostrado la historia) pero está condena a fracasar al largo plazo; salvo tres supuestos: 1) que se mantenga unido por la fuerza en un régimen totalmente dictatorial (caso Cuba) o 2) que exista tal bonanza nacional que no se le cuestione (Caso Singapur) o 3) una extraña combinación de ambas (caso China).

El PSUV además parte de una teoría errada y es creer que puede canalizar el poder para luego retribuirlo a las comunidades. El PSUV como todo otro partido, funge como una suerte de embudo donde se canaliza el ejercicio del poder, y la antes flexible y dinámica estructura horizontal que Chávez había creado entre comunidades, círculos y partidos, se transforma ahora en una estructura vertical no distinta de AD, COPEI o PJ. Esa fórmula sólo puede prevalecer si se acepta la voluntad de Chávez como absoluto en su dirección (camino que parece estar sucediendo con la consigna “lo que Chávez diga”) pero eso sólo puede suceder si se considera que Chávez siempre está en lo correcto o si Chávez, frente a los casos de disidencia interna utilizará la fuerza. Si fuese el segundo caso, Chávez puede entrar en un gran peligro pues con una oposición aún fuerte, si su base interna se siente reprimida o traicionada, puede catalizar un proceso de implosión que lleve al chavismo a una monumental derrota. La historia está por verse; pero el discurso definitivamente ha cambiado.

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