Opinión Nacional

Filippo Sindoni

Escribo estas líneas cuando aún no salgo del estupor, la rabia y el dolor que me ha producido el asesinato del empresario aragüeño Filippo Sindoni. Me parece mentira tener que usar el tiempo pasado para referirme a él, cuando por su salud de hierro, ánimo y fortaleza, podía esperarse que pasara los cien años.

Tengo que hablar en primera persona, porque Filippo Sindoni era mi amigo. Cuando descubrió que yo vivía en Maracay, me llamó porque conocía mis artículos de El Universal: «la quiero en El Aragüeño y en TVS», me dijo. Yo jamás había hecho televisión, pero la fe de Filippo en que yo haría algo bueno me impulsó a decirle que sí, y ese «sí» produjo los programas «Gente como tú» y «Alta Política». Hace poco hablé con él por teléfono y me pidió que reeditara el primero.

Sindoni era en extremo simpático. La primera vez que fui a entrevistarme con él en TVS, me estaba esperando asomado en la ventana del segundo piso de la planta televisiva: «me siento como Romeo y Julieta, pero al revés, porque yo estoy en el balcón esperándola a usted», bromeó. Allí estaba también su mujer, Lía, quien lo acompañó desde sus comienzos, y se convirtió en el apoyo necesario para el hombre que quiso ser exitoso y lo logró. Él la adoraba. El año pasado, un día en que lo visité en su oficina del Centro Comercial Las Américas, me invitó a conocer la librería que recién habían inaugurado. «Escoge un libro para ti y otro para Lía», me dijo. En el estacionamiento, ella lo esperaba. «Mira, Lía, te traje un regalo», le dijo con ternura de adolescente.

Filippo Sindoni llegó a Venezuela en 1949, con los bolsillos vacíos, pero con la inteligencia, el tesón y la constancia llenos. Iván Darío Maldonado me contó que siendo él presidente del Banco de Carabobo, Sindoni iba todos los meses:

«Dottore, déme esas máquinas de hacer pasta, y yo se las voy pagando poco a poco», le decía.

Su insistencia dio frutos, pues la junta directiva decidió darle las máquinas. Ese fue el comienzo de un emporio empresarial, de dinero invertido en Venezuela que ha generado miles de puestos de trabajo para venezolanos, que incluye Pastas Sindoni, Nucita, Pirulín, el Diario El Aragüeño, Molinos Venezolanos, el Centro Comercial Las Américas, la Torre S, la más alta del Estado Aragua, el Hotel Byblos, la Casa de Italia, TVS y otras empresas que escapan a mi memoria en estos momentos.

Venezuela ha perdido a un gran venezolano. A un hombre trabajador, que agradecido retribuyó con creces todo lo que recibió de nuestro país.

Me siento de duelo por la injusta, terrible e inesperada muerte de mi amigo Filippo. Queda la esperanza de que la tierra que le dio la oportunidad de su vida y que a la vez le arrebató la vida, sabrá apreciar la obra meritoria de una vida dedicada a trabajar por y para Venezuela.

Hasta que nos volvamos a ver, caro Filippo. ¡Gracias por todo!

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