Opinión Nacional

Heredera de Isaías

Instruir un expediente para formular cargos contra un indiciado por homicidio que no fue capturado “in fraganti” es una tarea ardua y complicada. Sin embargo, para la fiscal Ortega Díaz establecer la autoría de los tres homicidios ocurridos durante la manifestación del 12 de febrero no parece tener dificultad. Tan sencillo como el caso del fiscal Danilo Anderson. No anunció, como lo hizo Isaías, un testigo que mirado a los ojos revelaba la verdad. Recabó pruebas para imputar a acusados sin especificar a quien. Las recabó del SEBIN, la policía bolivariana y la guardia nacional. Se abstuvo de obtenerlas de los “colectivos”, pero lloró la muerte de “Juancho”.

Después de su acusación a “la oposición” por los hechos de violencia, lo que implica imputarle responsabilidad por las consecuencias: daños, lesiones y muertes; afloraron evidencias que han conducido a la destitución de un alto funcionario de un cuerpo encargado de mantener el orden “inteligentemente”, mientras la fiscal ofrecerle al gobierno el escudo “bruto”que la “vindicta pública” le procura mediante imputaciones genéricas contra quienes manifiestan su protesta por la inseguridad, la escasez, la destrucción del aparato productivo y la persecución de todo disidente, es decir, contra quienes ejercen sus derechos constitucionales.

La fiscal condujo sus actuaciones con la guía de las fuerzas del orden público y ahora es tiempo de preguntarse si todo cuanto fue instruido por la fiscalía no está contaminado por esos hechos que llevaron a la destitución de un director. No es el exceso de un subalterno que puede imputarse a su celosa iniciativa. Es la conducta del cuerpo. Y ese cuerpo, encargado del orden, está contagiado del miedo que trasudan el usurpador y su gabinete y por supuesto los otros órganos del poder público que no actúan pero gritan e incitan a quienes deben servir como carne de cañón, tal como lo fue “Juancho” hasta poco tiempo atrás, por lo que se hacía necesario prescindir de él, por incómodo, y si en el proceso se le podía transformar en héroe e imputarle su muerte a la oposición, bienvenida sería esa acción. Para la fiscalía la muerte de “Juancho” es un caso cerrado, como la de Danilo. Su heroicidad también. Viva la heredera de Isaías.

 

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