Incómoda autonomía
Ya no distinguen ustedes nada, son un puro impulso. Y combaten ahora movidos tan sólo por la cólera ciega¿ obcecados en revolver cielo y tierra, en seguir una idea fija.
Camus, en Cartas a un amigo alemán.
El pensamiento autónomo y crítico es peligroso para un gobierno que quiere imponer su proyecto de país. El actual gobierno, como los anteriores, busca universidades sesgadas a su favor, intelectuales que legitimen su ejecutoria, movimientos estudiantiles sumisos. Nos honra ser garantes de que tales aspiraciones no sean satisfechas. El Gobierno pinta al principio de autonomía como una ofensa contra el pueblo. ¡Ah paradoja! Exceptuando a los militares (poco entienden del tema), muchos de los que están en el poder fueron defensores de la autonomía.
Alega el gobierno que las universidades le dan la espalda al país, que el saber generado no es pertinente socialmente y que «en las universidades hacemos lo que nos da la gana». ¿Qué tipo de saber puede generar una universidad intervenida y controlada por el Gobierno? ¿Cuál es el saber «pertinente»? Si la pluralidad, la universalidad y la diversidad son principios contrarios al pueblo e impertinentes socialmente, ¿cuáles principios califican como «del lado del pueblo»? La escuela de Artes gradúa musicólogos. ¿Que no hallen empleo en su área supone que la universidad le da la espalda al país? ¿No lo hace el Metro de Caracas al imponernos un mediocre repertorio que evidencia que en esa empresa no hay un musicólogo?
Una comunidad que decide sus búsquedas desde la multiplicidad de enfoques pone en jaque al poder hegemónico. Tras la airada solicitud «¡Intervención, Presidente!», se oculta la ingenua confianza en que el Presidente resolverá lo que muchos no han podido. En tono autocrítico debemos asumir las fallas en la universidad. Ello no nos pondrá en la rastrera postura de solicitar la injerencia de este Gobierno de «seguir una idea fija».
