Inteligencia criminal
Nuestros politiqueros son tan creativos que desarrollaron con gran eficiencia un novedoso sistema criminal, donde bandas armadas, uniformadas, alimentadas, poseedoras de sistemas de comunicaciones sofisticados, credenciales que incluyen su respectiva ‘chapita de hoja lata’ bien troquelada y a full color, disfrutando de la mayor impunidad para ha cometer el delito, y equívocamente se les llaman policías.
Los deformados órganos de inteligencia de la República, dejaron de operar desde que fueron penetrados por las agencias internacionales en la década del 90 y desvirtuaron sus funciones, dejando su actuación al libre albedrío sin una política real de Estado sobre esta materia, que la ha llevado a degenerarse en simples verdugos de jóvenes.
Sin duda alguna que la impunidad policial es un factor tan determínate, como la irresponsabilidad de los diputados que han servido como enterradores de delitos, ‘sin darse cuenta’, ya sea por su ingenuidad para no decir incapacidad, sólo han sido eficientes en componendas políticas como las de Guarico, que incentivan el inconsciente de los delincuentes uniformados generando un problema que no debió llegar hasta donde ha llegado, gracias a la inobservancia, imprudencia e inexperiencia del cacique de la AN.
El jefe de la policía en nuestro país es el ministro de Relaciones Interiores y etc., este es responsable de la prevención de la delincuencia y de la represión de las actividades delictuosas; de la protección de vidas y propiedades, del mantenimiento de la paz, y de que el pueblo cumpla con innumerables leyes; debería contar con personas y equipos que le ayuden a lograrlo; pero tiene que organizarlos, dirigirlos, coordinarlos y ‘vigilarlos’ de modo que se asegure la consecución más efectiva y económica a tales fines.
Dado que las operaciones policíacas han demostrado no ser eficientes, han aumentando la carga al Estado, como la ausencia de logros de los objetivos. Nos hemos encontrado a merced de los criminales organizados como los que ajusticiaron a los tres jóvenes en un barrio de Caracas, o los que han ajusticiados en los principales Estados de la Nación obrando impunemente hasta hoy y quizás mañana; por la inmunidad pretenderán ocupar los mejores puestos policiales y cuando esto suceda, estaremos en manos de extorsionadores y una novedosa inteligencia criminal, donde el sistema político actual habrá desaparecido y con ella esta revolución.
