Opinión Nacional

Invitación a la lucidez

En enero de 2006, una Venezuela hipersaturada de política en todas sus vertientes partidistas ha asistido sin paular ni maular casi, como con fatalismo, a la consolidación de un inclasificable régimen para el cual, a falta de antecedentes, carecía de criterios interpretativos. Una intuición tal vez común a adeptos y adversarios del gobierno pareció imponerse:
tras la fachada de un ritual democrático formalmente respetado (importante ingrediente del “socialismo del siglo XXI” que adelanta el autócrata), se está efectivamente consolidando en el país una militarizada y siempre más amenazante “revolución” -que ya ordena “leyes implacables” e invoca “fusilamientos” – en la que unos ven brillar el sol del porvenir, y otros la tenebrura de un sepulcro próximo a recibir los despojos de libertades, pluralismos y derechos inherentes al convivir democrático.

Los partidos que llamaremos históricos vienen de perder en pocas y malas jugadas su tal vez postrer chance de seducir, cual alternativas creíbles, a opositores e indecisos. Su imagen actual: un “mix” incongruente de análisis mágico-desiderativos, baja politiquería personalizada, nada de “pars construens” ni de esfuerzo doctrinario, cúpulas divorciadas de sus bases y estrategias equivocadas, culminadas en la irresponsable decisión abstencionista que nos ha regalado el soviet hoy instalado en el Capitolio. Súmese a tal disfunción democrática la imposición militar-totalitaria de un “socialismo” de desastrosas ejecutorias económicas, un ya vistoso derrumbe infraestructural e institucional de la nación, la agorera lucha de clases y el miedo del ciudadano raso generados desde Miraflores, y se obtendrá el cuadro de alta gravedad que caracteriza esta Venezuela al ! garete, en que la casta militar más un 20% de colaboracionistas civiles (6% chavistas “radicales”, 14% “burocráticos”, dicen las encuestadoras) son hoy amos y dueños –sin sindéresis ni oposiciones ni controles– de absolutamente todos los poderes, las riquezas y las armas del país..

La Venezuela de comienzos de 2006 baña en un lago de irracionalidades cruzadas que alimentan cuatro fuentes: 1°, la verborrea mesiánica, ilógica, voluntarista y manipuladora del autócrata; 2°, el odio al venezolano exitoso instigado por el resentimiento presidencial; 3°, las frustraciones de una oposición errática y confusa, mayoritariamente refugiada en creencias mágicas del tipo “el día que caiga el viaducto caerá Chávez” ; y 4°, el creciente miedo del colectivo a perder la palabra, la propiedad, la movilidad, la privacidad e incluso la vida. Flores perversas se alimentan de ese caldo de cultivo, como la pesadilla de un proyecto continuista que haría de Chávez el émulo de Gómez, de Fidel, de Bouteflika o de Ben Alí .

Un vigoroso esfuerzo por un retorno de razón se impone, para que dicho continuismo no se convierta en degenerativa y durísima realidad. Esfuerzo que corresponderá a cuanto partido, líder de opinión, organización no-gubernamental, medio de comunicación, pensador o científico social, confesión, gente hoy de gobierno capaz de trascender la inmediatez para pensar Futuro y Concordia, en fin, a cuanto hombre y mujer de buena voluntad puedan aportar silogismos y civilismo a la restauración de una racionalidad bienintencionada, modelo Picón Salas, que neutralice y elimine los crecientes desmanes emocionalirracionales de un militarista autócrata que ha enredado el país en su exaltado mesianismo.

Desde la próxima en! trega qu incenal, iniciaremos nuestro aporte a ese retorno colectivo a la razón. 

(*): TalCual. Reprroducido con autorización del autor

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