Opinión Nacional

La criminalización de todo

La sorpresiva y contundente huelga de los estudiantes tuvo la virtud de llamar la atención de los venezolanos y de una parte importante de la comunidad internacional acerca de la situación de los derechos humanos en Venezuela. El golpe que le asestaron los jóvenes al arrogante gobierno del comandante fue tan contundente, que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ha visto obligada a analizar la situación de los detenidos por protestar en manifestaciones en contra del régimen y la represión de la cual son objeto quienes disienten del jefe del socialismo del siglo XXI. Sobre esa plataforma, Antonio Ledezma le solicitó a Fernando Enrique Cardoso que asumiese el liderazgo en la defensa de los presos políticos venezolanos.

Chávez decidió castigar sin misericordia ni remordimientos de conciencia a quienes se opongan a su proyecto hegemónico. Sus castigos, además, son ejemplarizantes. Están dirigidos a crear terror en toda la población. Sigue el ejemplo de su tutor, Fidel Castro. En esos términos fue concebida la condena a los comisarios de la Metropolitana, y los escarmientos al prefecto de Caracas, Richard Blanco, a los empleados de la Alcaldía Metropolitana y al estudiante Julio César Rivas, quien se salvó gracias a la inteligencia y valor de sus compañeros, pues a través de él se iba a intentar exorcizar toda capacidad de protesta del movimiento estudiantil.

A la jornada de los estudiantes y a la glamorosa victoria que se apuntaron, el gobierno ha tratado de descalificarla porque al final de la marcha del pasado sábado 3 de octubre, un grupo de jóvenes, varones todos, les enseñaron el trasero a los cuerpos de seguridad. ¡Oh, santo horror! exclamaron los santurrones y adulantes del gobierno, una vez que Chávez dijó que los estudiantes eran indignos. Les parece vergonzoso que unos cuantos muchachos enseñen el fundillo, pero consideran muy divertido que Venezolana de Televisión, financiada con recursos de todos los venezolanos, y el sujeto que conduce la La Hojilla, denigren de todo ser viviente que se atreva a cuestionar la verdad infalible del máximo líder. El ataque a los iconoclastas en realidad lo que busca es esconder la herida que más les duele: que unos jóvenes sin recursos financieros, sin aparato partidista y sin maquinaria estatal, le hayan propinado un golpe tan noble al teniente coronel.

La movilización estudiantil sirvió para desnudar la situación de los derechos humanos y de los presos políticos en el país. Sin embargo, conviene tener en cuenta que no son solamente los activistas o militantes políticos a quienes este gobierno persigue, reprime y apresa. De ese trato también son víctimas todas las personas que por cualquier razón aparecen asociados con algún dirigente o figura de la oposición, o que participan en cualquier actividad que no es del agrado de los jerarcas del régimen.

El jueves 1 de octubre, Antonio Ledezma entregó unas donaciones en útiles escolares en la Escuela Básica Distrital en la parroquia Altagracia. Pocas horas después fueron removidas de sus cargos la directora y la subdirectora de esos planteles. La misma suerte corrió el director de la Escuela Unitaria No. 44, de los Frailes de Catia. Estos docentes no fueron encarcelados, como los trabajadores de la Alcaldía Metropolitana, pero se les despidió. La orden de Chávez es terminante: hay que decapitar a Ledezma y a quien se encuentre con él cada vez que asome la cabeza. En una escala minúscula se aplicó el mismo castigo que a los trabajadores de PDVSA.

Por esos mismos días, un grupo de militares -triste papel para el que han quedado- detuvieron unas unidades médicas del Instituto de Beneficencia Pública de la Lotería del Táchira, las cuales habían ido a Santa Bárbara de Barinas a cumplir una jornada médica, odontológica y quirúrgica, y a entregar medicinas de forma gratuita. Como siempre, la excusa para justificar tal comportamiento se basó en una calumnia. En esta oportunidad se dijo que las unidades médicas podían transportar “armas de guerra”. La paranoia de la familia Chávez parece no tener límites, ni sentido del ridículo. El comportamiento del gobierno regional de Barinas generó una protesta que produjo seis personas heridas y 11 detenidas. Los ciudadanos de la comunidad se indignaron, con razón, porque ese es un servicio asistencial que la Lotería del Táchira le presta a la colectividad de Barinas desde hace 20 años. Adán Chávez no podía permitirle a un instituto de beneficencia vinculado indirectamente con César Pérez Vivas, que le brindara un servicio público al empobrecido pueblo de Barinas. Así quieren los hermanos Chávez a los pobres: en la miseria.

El régimen del comandante Chávez Frías no criminaliza e inhabilita solo a los militantes políticos. Sataniza todo lo que percibe como peligroso. Esto incluye a profesionales, trabajadores, desempleados, amas de casa y, si se lo permitimos, niños y ancianos. La persecución y el acoso a la disidencia y a toda forma de protesta o desacuerdo, están inscritas en el código genético de los regímenes personalistas. Si no, hagamos una encuesta entre los cubanos.

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