Opinión Nacional

La fatídica madrugada del 29 de Mayo, o la Revolución de los Cortacutículas

Un amigo chavista (sí, los tengo) escribe con gran preocupación sobre la
posibilidad de una matanza general, instrumentada o instigada por las
fuerzas de Arias, ante una eventual derrota en los próximos comicios
electorales. Según su compleja teoría, al perder las elecciones, la
madrugada del 29 de Mayo, va a clamar ¡fraude!, y a llamar al pueblo a que
se vuelque a las calles. Entonces, al decir de su truculenta versión,
fuerzas armadas que le son leales al candidato Arias, arremeterán con sus
balas contra ese bravo e ingenuo pueblo, haciéndose pasar por las fuerzas
integrantes del Plan República. La novela termina con un inmenso
derramamiento de sangre.

Esto no hace más que confirmar mi teoría de que en este país estamos
cayendo en una paranoia colectiva, que el mismísimo Freud hubiese deseado
estudiar como fenómeno psiquiátrico realmente singular. Pero no importa.

Vamos a elaborar sobre el tema. Si yo le creo al Presidente de la
República, y Comandante en Jefe de la FAN, este país tiene una Fuerza
Armada Nacional sólida, obediente, rigurosamente institucional, leal a los
más excelsos principios democráticos. ¿O no es eso lo que el señor Chávez
repite sin cesar? Por otra parte, el Ministro de la Defensa, General Ismael
Eliézer Hurtado Soucre, dijo que la FAN no pertenece a nadie en
particular, sino que es patrimonio de la Nación. Y agregó que su intención
es que, por ningún concepto, se use a la institución militar como
instrumento para lograr fines políticos personales. Así vistas y entendidas
las cosas, y creyendo a pies juntillas en lo dicho y repetido por los
jerarcas de la institución militar, no entiendo cómo va a ocurrir esa
catástrofe bélica que vaticina mi amigo. Descarto entonces esa preocupación
con respecto a los hombres de uniforme. Entonces imagino que la angustia
viene por los lados de nosotros los temibles y tenebrosos civiles que
adversamos a este régimen, quienes seremos los que vamos a originar el
derramamiento masivo de ese liquidito rojo (de azul, nada) que corre por
nuestras venas. Dado ese caso, yo advierto que ciertamente estoy armada
hasta los dientes con toda suerte de instrumentos punzopenetrantes, a
saber, cuchillos de cocina varios, trinchante de carne, pelador de papas,
cortacutículas, tijeras de coser, ajugas de tejer y mi peligrosísima pinza
de cejas, la cual debidamente amolada, debe responder a violentos
propósitos. Podría también meter en mi morralito un pote de laca, uno de
acetona y algún aerosol letal que consiga en el gabinete de mi baño. Quizás
también sería atinado entrenar a mis peludos gatos, Emiliano y Bernardo,
para que repartan zarpazos directos a la yugular. Y cuando la sopa se ponga
realmente espesa, procederé a sacar mi temible peine de palito. Como ven,
nosotros, las milicias de Arias contamos con un arsenal y un entrenamiento
que son la envidia de la unidad S.E.A.L.S. de los U.S. Marines.

Lo que realmente lamento es el destrozo que seguramente esta batalla campal
que – pronósticos chavistas mediante – tendría lugar la fatídica madrugada
del 29 de Mayo, lagañas incluidas. Seguramente terminaremos todos
desgreñados, con las uñas partidas y la pintura desconchada, los trapos
arrugados y oliendo a combinaciones varias de pachulís.

Amigos chavistas, un buen consejo: dejen de preocuparse por nuestro
inexistente belicismo. Angustiense sí de cómo enfrentar nuestras armas,
porque son realmente potentes. No son otras que nuestras irreductibles
ideas democráticas, nuestra incansable lucha por restaurar el Estado de
Derecho y desterrar los afanes autocráticos, nuestros dedos y lenguas que
no pueden ser silenciados, nuestros estudiosos cerebros siempre en búsqueda
de nuevos y mejores conocimientos, nuestras computadoras comunicadas 24
horas al día con el mundo de las soluciones, nuestras propuestas para salir
del tremendo atolladero en el cual nos encontramos, y nuestro compromiso
permanente con el Progreso Social, el Desarrollo Socioeconómico, la
Libertad del Individuo, la Dignidad del venezolano, la Equidad y la
Justicia, el Bienestar Colectivo, y el deseo de dejar de pertenecer de –
una vez y para siempre – a la triste, patética y desentonada orquesta de
naciones atrasadas, para pasar a ser felices integrantes de esa orquesta
sinfónica de altísimo nivel conocida como el Primer Mundo.

Comunicador Social
email: [email protected]

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