Las lecciones de Franklin Brito
El hombre agoniza en el hospital militar y el gobierno insiste en negar el acceso a la Cruz Roja Internacional para que le proporcione un mínimo de tratamiento médico que pueda salvarle – o al menos alargarle – su vida. Allí está ese amasijo heroico de huesos adheridos a su piel campesina, indicándonos con su ejemplo que hay que luchar por los ideales, sin importar el precio que se pague; Que el Estado es todo poderoso, pero que le se puede enfrentar con acciones individuales ejemplarizantes; Que toda lucha significa un sacrificio y mientras más se cree en los principios, mas intenso debe ser el sacrificio. Nos enseña Franklin que la propiedad privada es un valor, así sea esta propiedad una módica finca de sobrevivencia familiar. Nos enseña este hombre agonizante varias lecciones heroicas que cada uno de nosotros puede agregar a su leal saber y entender.
Que haremos cuando muera Franklin Brito? Es una pregunta lógica. El gobierno dirá que estaba demente, cuando mas de siete informes siquiátricos indican que su estado sicológico es normal, a pesar de las continuar y reiteradas huelgas de hambre. Claro, en un país donde los principios se negocian como barajitas del mundial de futbol, defender los principios hasta la muerte es cosa de dementes. Las Organizaciones de Derechos Humanos protestaran y allí sabremos si trabajaron o no por su caso. Creo que han hecho bastante, pero su papel es limitado frente a este gobierno insensible, inclemente y cruel, propio de los regímenes con visos de totalitarismo.
Mientras el tiempo pasa y el desenlace de su caso se aproxima, hagamos un esfuerzo por dejar tomar agua o alimento las próximas veinticuatro horas. Si no podemos tanto, intentemos solo doce horas. Allí sabremos la entereza que tiene este diminuto hombre llamado Franklin para defender sus principios, pues lleva semanas sin engerir ningún tipo de líquidos. Y sabremos además lo que nos falta a nosotros de guáramo y de testículos para enfrentar este gobierno que nos esta complicando la existencia a todos, sin excepción. Ya ha llegado el momento de preguntarse, con la indignidad propia de los oprimidos, que estamos haciendo cada uno de nosotros para enfrentar este régimen inclemente que ha demostrado un irrespeto absoluto a los elementales derechos de los venezolanos.
