Opinión Nacional

Más allá del mensaje de los Comandantes

El manifiesto crítico de los comandantes del 4F, compañeros del Presidente, no fue sorpresiva. De una parte, la cultura democrática del país se resiste al autoritarismo. De otra, la falta de manejo del proceso de cambios anunciados y del mismo Gobierno condujo a la situación que ellos y todo el país conoce. Esa polémica no nos pertenece aunque vale la pena observar su desarrollo porque es el país el que está en juego.

Más importante, a largo plazo, para quienes sobre-volamos los escenarios siempre transitorios de la política, es identificar las diferentes reacciones que ya se producen y sacar conclusiones.

Algunos baten palmas eufóricos para celebrar y acelerar una fractura profunda dentro del sector oficial. A ver si esto revienta de una vez. Aquí se ubican quienes sueñan con un regreso al pasado. El lector sabe quienes son. Algunos de ellos militan en esa oposición desaparecida a punta de errores y de una conducta política contraria a la ética; otros pertenecen a esa misma vieja política ahora “rejuvenecidos” a pesar de los años por esa cirugía plástica que llaman “revolución”. Afán de supervivencia, de poder, oportunismo.

Otros interpretan esta actitud crítica de los comandantes, suave en la forma pero muy fuerte en el fondo, como la oportunidad para endurecer el gobierno militarizándolo. Aquello que llamó Pablo Medina “militar-cívico”. Ahora es el momento para el control absoluto haciendo lo que el Presidente anunció, tantas cosas anuncia, y que no ha hecho. Por supuesto, quienes se frotan las manos con esta posibilidad ignoran que los gobiernos militares han terminado siendo siempre malos para los civiles pero mucho peor para la institución militar y su prestigio. Los primeros buscan pescar en este “río revuelto” el regreso a un sistema democrático que no funcionó en beneficio de las mayorías. Los segundos buscan lograr un poder militarizado que llevaría el país, a lo mejor hasta de buena fe, a un retroceso histórico de ingrata recordación. En todo caso, ambos se copian por igual de ese animalito marino que camina hacia atrás. Ignoran la historia y pierden de vista el futuro.

Ambas reacciones nos conducen a vivir la misma expectativa coyuntural e improvisada de siempre sin una base doctrinal sólida que fundamente una política constructiva de largo plazo. Está bueno de dar traspiés. De una vez hay que aprovechar los “vientos de cambios” que soplan y la participación de grandes sectores del país, antes apáticos, para hacer que la Sociedad Civil alumbre un nuevo país y no seguir, por rutina, detrás de falsos líderes que surgen, crecen y desaparecen dejando solo frustración. Hasta cuando vamos a engañar y a engañarnos. Una nación es mucho mas que un hombre carismático, siempre accidental y transitorio. Los hombres pasan en tanto la nación permanece.

La Sociedad Civil, en este momento mas motivada y participativa que nunca, debe aprovechar este escenario de cambios que existe, unos verdaderos y otros populistas, para abocarse al diseño de un cambio verdadero, profundo, radical, constructivo, no demagógico, de mediano y largo plazo, para ser ejecutado por un liderazgo nuevo que ya está emergiendo. Ese cambio, a nuestro juicio, tiene que partir del diseño de un nuevo PROYECTO DE PAIS basado en tres principios básicos.

Promover la solidaridad, la participación y la concertación de recursos humanos y de capital, del Estado y la Sociedad Civil, para lograr el desarrollo integral del país (moral, educativo, social, económico y político). Promover un cambio radical en el patrón mental del venezolano. Pasar de la “cultura de la pobreza” generada por el paternalismo estatal, a la “cultura de la riqueza” fundada en la capacitación y el esfuerzo personal de cada cual. No importa cuanto tiempo se tome este cambio. Mientras mas pronto se empiece, mas pronto se logrará. Este cambio de patrón-cultural es la puerta segura de entrada al desarrollo nacional.

Promover una democracia no solo política, sino social y económica donde la riqueza que se produzca se distribuya a través de una nueva estructura personalista de la unidad productiva que incremente la producción, la productividad y los ingresos, aumente la demanda de bienes y servicios y haga posible la expansión de las empresas. Una población en pobreza crítica asfixia el aparato productivo. Un pueblo con alto nivel de vida que ve realizada la justicia social garantiza la estabilidad y la paz que es la vía cierta hacia el desarrollo y el progreso del País.

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