Opinión Nacional

¡No chico; así no!

Las posiciones radicales de algunos sectores de oposición hacen muy difícil, por no decir imposible, cualquier acuerdo unitario a los efectos de lograr una estrategia común para enfrentar a este gobierno cada vez más antidemocrático y autoritario. Vemos con preocupación como en estos grupos anida el morbo de descalificar a priori a todo aquel que no este de acuerdo con su modo de ver las cosas. La crítica mordaz se convierte en factor de desunión entre quienes están obligados -por las circunstancias- a entenderse. Sin haberse aún definido a plenitud los factores condicionantes del panorama electoral, ya hay posiciones dogmáticas en relación a la no participación en las elecciones del próximo diciembre. Es decir, algunos proponen retirarse antes de haber jugado el primer ining. O sea, tirar la toalla sin disparar un solo cartucho. Sin utilizar ni siquiera el bluff para aparentar que se va a participar (aun cuando después no se haga). Desvelar anticipadamente toda la estrategia para que el adversario (o enemigo, como le gustaría al “líder”) pueda prepararse con suficiente antelación aplicando el viejo dicho: “guerra avisada no mata soldado”, no parece la mejor de las opciones. Esta actuación resulta demasiado predecible ante quien utiliza los juegos de guerra y el ventajismo como armas políticas.

De otra parte, algunos partidos adelantan acciones individuales que, por decir lo menos, lucen altamente peligrosas en relación a los resultados que pudieran producir. La pretensión de reformar la ley del Sufragio con esta Asamblea Nacional monocolor, nos recuerda el autogol metido por Acción Democrática al solicitar al Tribunal Supremo de Justicia un dictamen sobre las “morochas”. Fue contraproducente: se le dio carácter legal a una triquiñuela del gobierno. Ahora bien, ¿a quién, en su sano juicio, se le ocurre repetir la misma línea de acción? ¿Es qué acaso la Asamblea Nacional actuaría diferente al TSJ cuando se trata de complacer a Chávez? ¡Claro que NO! Entonces ¿se puede ser tan ingenuo? Es como pensar que este mismo parlamento va a integrar una directiva del CNE autónoma e independiente que garantice unas elecciones limpias, sin trampas.

Otro de los galimatías es el de pretender exigir condiciones para participar sin la existencia de un liderazgo fuerte que aglutine voluntades y levante los ánimos de vastos sectores sociales. Parece de Perogrullo, pero para exigir hay que tener la fuerza suficiente que se convierta en amenaza real. De lo contrario solamente se está hablando pendejadas. Como se dice popularmente, “deseos no empreñan”. Hay que motivar a la gente, insuflarle optimismo, garra, espíritu de lucha, para hacer frente a quienes no creen en la democracia como forma de gobierno. A quienes no entregarán por las buenas.

El planteamiento de “primero un CNE confiable y después el candidato” es tan raquítico que se cae por si sólo. Toda esa paja del liderazgo colectivo, como si viviéramos una democracia normal, tiende a desmovilizar a la gente, que afanosamente busca un líder para salir del atolladero y no lo consigue, al menos entre los que ya han salido al ruedo. A un liderazgo fuerte como el de Chávez hay que oponerle un liderazgo impetuoso, vigoroso, que le hable claro al país. Que le abra los ojos a quienes todavía creen que pueden ser reivindicados por el comandante de esta revolución de pacotilla. De nada vale seguir quejándose, esperando salidas providenciales. Sin pueblo no hay salida de ningún tipo… No podemos seguir congelados.

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