Opinión Nacional

No podrán con la CTV

Para nadie es un secreto que desde hace tres años el régimen de Chávez viene tratando de ponerle la mano a la CTV. El esfuerzo más perverso consistió en subordinar el proceso de renovación electoral del movimiento sindical a la «buena-pro institucional» del CNE quinto-republicano.

Situación violatoria de los más básicos principios internacionales de libertad y autonomía sindical con respecto al Estado, pero que, en mala hora y bajo presiones inauditas, fue aceptada por buena parte de la dirigencia laboral.

El resultado público y notorio de la relegitimación fue una victoria abrumadora de la formula pluralista encabezada por el veterano Carlos Ortega. Cinco meses después de concluido el cronograma comicial, este moroso CNE, pues tiene ya tiempo con el plazo vencido, alega contar con argumentos «jurídicos» para desconocer la validez formal del Comité Ejecutivo de la CTV.

Como faltan por consignar ante las «neutrales» autoridades del CNE un porcentaje estimable pero minoritario de las actas referidas a la elección del Comité Ejecutivo, algunos voceros de la seudo-instucionalidad chavista están prestos a disfrazar de dictamen normativo la orden presidencial de anular el respectivo comicio.

Si en la denominada «República Bolivariana de Venezuela» los poderes públicos fueran autónomos, en vez de servir de instrumentos más o menos accesorios de Miraflores, la anticipada postura del CNE tendría siquiera una (discutible) autoridad reglamentaria. Como obviamente ese no es el caso, lo que en verdad carece de validez ética y constitucional es la preanunciada agresión del CNE en contra de la CTV.

El parapeto sindical del régimen chavista, el «Frente de Trabajadores Bolivarianos» o FBT de Nicolás Maduro y compañía, fue prácticamente barrido en las sopotocientas elecciones laborales a nivel local, regional y federativo. El propio Aristóbulo Isturiz, candidato miraflorino a la presidencia de la CTV, no lo pensó dos veces para aceptar el ministerio de Educación una vez terminado el conteo de los votos.

Otro tanto le sucedió a María Cristina Iglesias, representante del FBT en la Comisión Electoral de la CTV, para aceptar el ministerio del Trabajo. Pasó de parte interesada a árbitro «conciliador», y vaya que le agrada «conciliar».

Frente a la maraña intervencionista del oficialismo, debe recordarse que los principales y acérrimos contrincantes de la fórmula mayoritaria de Carlos Ortega ocuparon sus puestos respectivos en la máxima dirección de la CTV. Tirios y troyanos forman parte del Comité Ejecutivo de la central sindical, lo que evidencia su clara legitimidad social y política.

Además de jurídica con jota mayúscula, de acuerdo a los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), válidamente suscritos por Venezuela y, por tanto, de rango constitucional prevalente según la Constitución de 1999.

En buena lid sindical Carlos Ortega obtuvo la presidencia de la CTV. Así mismo llegaron al Comité Ejecutivo Alfredo Ramos y Froilán Barrios, para sólo nombrar a dos de los adversarios que representan tendencias laborales de beligerante oposición a la corriente mayoritaria.

Varios cientos de miles de trabajadores participaron en más de mil elecciones distintas para renovar las autoridades del movimiento sindical venezolano. Eso no puede echarse por la borda gracias a un plumazo burocrático de un yes-men presidencial. Ahora menos que nunca podrán acabar con la CTV.

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