Opinión Nacional

Opresión o liberación

Benedicto XVI en su primera visita a América Latina ha señalado varios peligros de opresión. Se encuentra en un continente donde la mitad de la población vive en la pobreza y exclusión. Miseria que expulsa muchedumbres humanas hacia USA y Europa en búsqueda de oportunidades de vida. Cuba destaca en los deseos de fuga multitudinaria. Clara prueba del fracaso del liderazgo político y económico en este continente y revela que el vigor espiritual y la coherencia social están más ausentes que presentes en este continente “cristiano” con los contrastes más escandalosos del mundo. El Papa en el vuelo a Brasil le dice a los periodistas que este continente católico debe trabajar para que de veras sea “un continente de vida y realmente de esperanza”, pues no lo es.

Sabe que frente a esta realidad se ofrecen soluciones-ilusiones que no son vida. Las políticas neoliberales, con la promesa de que el crecimiento económico sin más desbordará bienestar para todos, han sido desmentidas por los hechos “pues siguen aumentando los sectores sociales que se ven probados cada vez más por una enorme pobreza o incluso expoliados de los propios bienes naturales”. La vida nacional y “la globalización también debe regirse por la ética”; la dinámica económica liberal debe ser regulada y contrapesada por políticas sociales e instituciones que buscan expresamente el bien común.

El Papa ve también con preocupación el auge de “gobiernos autoritarios o sujetos a ciertas ideologías que se creían superadas y que no corresponden con la visión cristiana del hombre y de la sociedad”. Más claro: “El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa destrucción del espíritu”. Con éste y otros puntos el Papa deja tarea seria a los obispos latinoamericanos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Nuestro gobierno se gloria de liderizar con Cuba esta vuelta a fórmulas probadas y fracasadas. Se vende como espejitos un mal digerido marxismo-estatismo enlazándolo con la tradición caudillista mesiánica para captar las esperanzas de muchos oprimidos que, con razón, se sienten traicionados por la vieja política y economía. La ilusión marxistoide, si avanza, dará paso a la opresión de partido único con secuestro estatal de libertades y de toda iniciativa cultural, política y económica.

Algunos comentaristas han creído encontrar cierta contradicción entre esta incursión política papal con su insistencia en que la misión de la Iglesia no es política. No hay tal contradicción. El Papa vive en Europa la creciente ausencia de Dios y formas más desarrolladas de alienación humana. La humanidad no sólo necesita liberarse de la miseria, sino primeramente y en todos los tiempos liberarse de la ausencia del Dios-Amor. Jesús no vino a enseñar economía, ni fue líder político, sino a mostrarnos el rostro liberador de Dios como tesoro escondido de la plenitud humana. Este legado de Jesús es la única razón de ser de la Iglesia, como nos recuerda el Papa: comunicar a la humanidad de todos los tiempos y espacios que su vida no empieza al azar ni termina en absurdo. Por amor nacimos y al amor vamos, porque Dios es amor. Dios en nosotros es operante cuando buscamos construir un mundo más humano y liberarlo de las opresiones específicas que en unos es la miseria, en otros la droga y en aquellos el sin sentido en medio de la opulencia economicista y el vacío de una cultura consumista. La Iglesia sabe que también el cristianismo puede ser falseado y convertido en instrumento de opresión, como lo ha sido muchas veces y que no puede bendecir cualquier régimen tiránico.

La vivencia de Jesucristo en la oración, y la liturgia hay que rescatarla como experiencia de liberación. Es absurdo contraponer el compromiso social y la oración porque la lucha contra la exclusión, la pobreza y la opresión política nace del corazón de su identidad de seguidores de Jesús que muestran a todo el Dios-amor que lleva al rechazo de toda opresión socio-política y económica que subordine a la persona a economías absolutizadas o a las tiranías políticas.

Esas comunidades cristianas alientan en la sociedad venezolana la productividad y creatividad para superar los terribles déficit que tenemos. Productividad educativa, productividad ciudadana con reconciliación y participación política libre y sin discriminación, con instituciones y leyes a las que nos sometamos todos, incluso los gobernantes y poderosos. Productividad también económica con iniciativas libres y multitud de emprendedores para que haya bienes y oportunidades de vida para todos. Nada de esto calza con el partido único, de poder centralizado y caudillesco, con represión a la libertad de expresión, ni con el reparto de limosnas petroleras sin productividad, ni responsabilidad propia.

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