Opinión Nacional

¡Orden en la pea!

Discúlpeme, apreciado lector, por el título soez que escogí para este artículo. Pero si Usted ha vivido en Venezuela seguramente ha escuchado esta expresión. Para contextualizar, la expresión “orden en la pea” es utilizada en las fiestas sociales venezolanas cuando los asistentes, ya un poco ebrios, en la discusión de algún tema se interrumpen unos a otros, no se escuchan y algunos se tornan agresivos…

Ojalá alguien con acceso a alguno de esos novísimos megáfonos posmodernos que leen, escuchan y ven los venezolanos pregonará en estos momentos: ¡ORDEN EN LA PEA!…

¿Acaso los venezolanos no estamos ebrios hoy día?… Creo que sí. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) en la segunda acepción que hace del adjetivo “ebrio” establece que es alguien que está “ciego, poseído con vehemencia de una pasión”.

Los venezolanos, sin lugar a dudas estamos ebrios hoy día, poseídos por una pasión ciega, irracional y vehemente…

¿Quién tendrá el megáfono apropiado?, ¿Quién, que lo tenga, tendrá el genuino interés de pregonarlo?

Si los venezolanos no somos capaces de ordenarnos y superar el estado de ebriedad en que nos encontramos, en sólo cuestión de muy pocos días estaremos destruyendo las ya mínimas posibilidades de financiar el funcionamiento de la institucionalidad en la que nos constituimos como nación. De ser así, Dios sabe en que puede desatarse el devenir venezolano en el futuro.

Los medios de comunicación de masa deben jugar un papel protagónico en el tránsito hacia la sobriedad. Para ello, los medios de comunicación deben detener de forma inmediata la atroz manipulación que de la sociedad venezolana han venido llevando a cabo. Detener de forma inmediata el vil juego con que mancillaron la dignidad de aquellos tres venezolanos que fueron asesinados en la Plaza Francia en el más perverso “reality show” que hayamos jamás presenciado. Detener de forma inmediata el vil juego con que callaron y tergiversaron la dignidad de aquellos tres venezolanos asesinados en la Plaza Bolívar y los cuales no merecieron luto. Detener de forma inmediata la participación en el infame crimen perpetrado por personeros de la alta gerencia de PDVSA y que atenta contra el bien público material venezolano por excelencia, el petróleo.

Significa esto, ¿silenciar la noticia?, ¿celebrar las acciones de la llamada revolución bolivariana?, ¿eliminar la crítica?… No, todo lo contrario, se trata precisamente de criticar… Pero, se trata de llenar de significado la acción de la crítica y para ello es fundamental que entendamos que la crítica entendida en la tercera acepción del DRAE, es decir como “censura de las acciones”, es sólo uno de sus significados y que al ser reducida a ésta, y sacada de sus demás acepciones, pierde toda su riqueza.

Me explico, la crítica como “censura de las acciones”, tiene sentido si viene acompañada de la cuarta acepción del DRAE, a saber “conjunto de opiniones expuestas sobre cualquier asunto”… Si vemos, leemos o escuchamos los medios de comunicación nos encontraremos con que el espacio abierto para simpatizantes del oficialismo es reducido, opacado por el apabullamiento de opiniones contrarias, ridiculizado por las risas, sonrisas, gestos y ademanes adoptados por los comentaristas y editores. A los simpatizantes del oficialismo, el espacio otorgado pareciera justificarse para cayapearlos, avergonzarlos y befarlos. Peor suerte corren aquellos que, sin tener que ser simpatizantes del oficialismo, intentan llamar la atención sobre los desmanes de una oposición aparentemente desquiciada. Éstos no cuentan con espacio para expresar sus ideas y son tildados, ipso facto, de “chavistas”
con su correspondiente dosis de cayapa, avergonzamiento y befa… Del otro lado, es decir de uno que otro medio simpatizante del oficialismo, nos encontramos con negaciones de la realidad, respuestas improvisadas, reacciones, reacciones y más reacciones…

Novísimo medio de comunicación posmoderno venezolano cosificado, ¿acaso no debieras abrir espacio para que el conjunto de opiniones sobre la realidad y el bien común de Venezuela sea discutido en su plenitud?, acaso, ¿otras opiniones no tienen derecho a ser expuestas con respeto?, acaso, ¿tiene Usted derecho a decidir cuál opinión es la que debe reinar y ser aceptada por sus lectores, escuchas o videntes?

Pero, esto no es lo más grave… Lo más grave de esta infeliz utilización de los espacios de comunicación es la casi total eliminación de la primera acepción que el DRAE hace de la palabra “crítica”. Me refiero a aquella relacionada con el “arte de juzgar la bondad, la verdad y la belleza de las cosas”. En efecto, estos novísimos megáfonos posmodernos venezolanos, lejos de pregonar las diversas opiniones que soportadas en estructuras lógicas coherentes y basadas en premisas con carácter de verdad, le permitan al lector, escucha o vidente hacer uso de su facultad para distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso, repito, lejos de abrir espacio para el despliegue de la facultad humana del juicio, velan la posibilidad de ejercer esta facultad. De este modo, toma lugar una verdad a medias, tergiversada y manipulada para que millones de lectores, escuchas y videntes acepten la posición asumida en las oficinas y salas de reunión de los centros de poder. Millones de personas que creen, con sublime ingenuidad, que han escogido una posición libre e informada.

El resultado de esta diabólica utilización de los espacios de comunicación es esta discusión de ebrios, irracional, vehemente, y peligrosa al extremo. Peligrosa por una parte porque, como comúnmente sucede en las discusiones entre ebrios terminan con heridos y muertos. Por otra parte y lo que es aún más grave, porque esta ebriedad tiene la característica de hacer creer a los afectados que se encuentran en el más perfecto estado de sobriedad. De aquí que, una poderosísima influencia mediática dictamina lo bueno, lo malo y lo que los venezolanos deben concebir como justo e injusto. No importa si en verdad es bueno o malo, justo o injusto, los afectados así lo creen… Los creadores de la realidad, por su lado, sólo creen lo que su propaganda crea de acuerdo a su interés y visión del mundo particular.

Si alguien tiene el megáfono apropiado y el interés genuino por lo humano, no pierda ni un segundo, tómelo y pregone a viva voz: ¡ORDEN EN LA PEA!, quizás no sea demasiado tarde.

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